Cuatro razones por las que Cataluña merece el Pritzker
Un museo, un estadio de atletismo, una residencia de ancianos y un restaurante. Cuatro proyectos locales que trascienden a lo universal con una raíz común: la búsqueda de la emoción.
5 marzo, 2017 00:58Una antigua fundición en Olot se ha situado en el centro de la arquitectura mundial. Los arquitectos Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta, que han habilitado como lugar de trabajo este espacio en su ciudad natal, han sido galardonados con el Premio Pritzker 2017. En su acta el jurado destaca su aproximación a la profesión desde un lugar alejado de los principales centros urbanos, para permanecer ligados a sus raíces. Unas raíces de las que extraen los materiales y las influencias capaces de generar una obra con un particular aliento poético. Es un hecho relevante que un estudio que ha trabajado alejado de los centros de decisión, y sin conexión con los principales ambientes de la disciplina, haya conseguido desplegar una carrera que ha tenido repercusión más allá del reducido ámbito donde se asentaron.
Los arquitectos tomaron la decisión de establecerse en la localidad de Olot, en una época en la que las comunicaciones por carretera con Barcelona o el litoral eran deficientes, y comenzar a desarrollar el oficio desde los trabajos más sencillos, desde la escala más pequeña. Renunciaron a colaborar con estudios ya consolidados para aventurarse a aprender desde las dificultades.
Entienden que “la arquitectura es el arte de materializar los sueños en un viaje de largo recorrido” y así actuaron, con un ritmo pausado. Sus primeras obras fueron viviendas unifamiliares para sus vecinos, lo que les permitía una estrecha vinculación con las necesidades del cliente y con el devenir de la obra. En esas viviendas se alejaban de las influencias que podían dominar en una ciudad como Barcelona, con origen tanto en la arquitectura modernista y sus juegos formales como en la arquitectura de maestros como Coderch y Sostres, vinculadas a la interpretación mediterránea del movimiento moderno.
Entienden que “la arquitectura es el arte de materializar los sueños en un viaje de largo recorrido” y así actuaron, con un ritmo pausado
Al establecerse en la comarca de La Garrotxa, RCR ponían su mirada en la arquitectura tradicional de la zona, en las masías que poblaban los bosques que rodean Olot. Unas construcciones en las que los materiales se muestran sin revestir, y en las que cada uno cumple una función específica. Interiores de generosas dimensiones que pueden ser utilizados de diversos modos y que tienen una estrecha relación con el entorno en el que se ubican. Y en todos estos atributos, Aranda, Pigem y Vilalta buscaban la belleza de los espacios, la poesía que reside en las proporciones correctas y en la emoción que produce la luz al entrar en contacto con la materia.
Volúmenes sencillos
Su arquitectura se basa en la utilización de volúmenes sencillos. Prismas rectangulares elementales que se yuxtaponen para crear espacios sobrios y serenos. Sencillas cajas opacas que sirven de refugio o transparentes que se abren para conectar con el paisaje. Su obra puede parecer esquemática, por la forma en que componen sus edificios, pero las relaciones que establecen con el exterior y el cuidado en la integración en el entorno permiten que cada obra tenga una belleza especial. Trabajan con una concepción artesanal del proyecto, frente a otras propuestas que abogan por el trabajo con complejos programas de ordenador.
Su método de trabajo parte de croquis realizados con acuarelas con los que buscan las principales decisiones del proyecto. Estos croquis muestran que su arquitectura se compone de operaciones elementales que deciden la distribución de los espacios, y su relación con el entorno, y el equilibrio de los volúmenes de sus edificios. Una vez establecidas estas bases se trabaja con la materialidad de cada espacio, se decide el material con el que será construido y los medios que empleará para introducir la luz natural. Posteriormente pasan a trabajar con maquetas y muestras de los detalles de los edificios que se realizan para comprobar el efecto que tendrán sobre el interior del espacio.
Se aprecia que el jurado del galardón ha vuelto a poner sobre la mesa los valores principales de la arquitectura, los más alejados de las grandes figuras, o de aproximaciones sociales a la arquitectura. Tras el fallo del año pasado, en el que se premió la fulgurante carrera de Alejandro Aravena, muy mediática pese a su labor en la vivienda social (una mezcla de las últimas motivaciones del premio) el galardón de este año puede relacionarse con otros premiados anteriores más alejados de los focos, como Eduardo Souto de Moura o Peter Zumthor.
RCR están unidos a ellos por el especial cuidado que ponen en la materialización de los espacios, por el exquisito tratamiento de la luz en su obra y por la integración de sus edificios en el entorno que los rodea. Su modo de trabajar conlleva un especial cuidado en la resolución de cada aspecto del proyecto, lo que exige una dedicación intensa que hace que sus edificios tengan una presencia especial. Su larga asociación, gestada durante sus años universitarios, hace que no se pueda separar la aportación de ninguno de los tres socios a los proyectos que realizan.
Su modo de trabajar conlleva un especial cuidado en la resolución de cada aspecto del proyecto, lo que exige una dedicación intensa que hace que sus edificios tengan una presencia especial
La arquitectura como trabajo en equipo, en un momento en el que no se puede entender la disciplina como la labor en solitario de un genio visionario. A menudo se ha reprochado a los premios Pritzker la consolidación de las principales figuras mediáticas, obviando incluso la presencia las mujeres que trabajaban junto a ellos. No ha sido así en este caso, y en cierto modo es motivo de celebración. Se ha premiado un modo de trabajo muy común dentro de la arquitectura española, vinculado a estudios de pequeño tamaño que desarrollan su labor con un atento cuidado por la obra. En este punto la arquitectura de RCR es ejemplar.
Nada de teorizar
Pero también nos lleva a pensar cómo el jurado del premio ha respondido a los importantes cambios que se están produciendo en la sociedad. En un momento en el que el impulso de progreso está en recesión, se ha evitado apostar por una arquitectura que continúe la evolución, que tenga en la innovación y el desarrollo su principal motor. Se ha alejado de planteamientos teóricos y ha apostado por una línea de trabajo que tiene gran valor, y que sería deseable en gran parte de la profesión, pero que está lejos de suponer un paso adelante que permita un avance de la sociedad.
Frente al reconocimiento y trascendencia internacional de la labor teórica, académica y práctica de Rafael Moneo, el anterior español ganador del Pritzker, Aranda, Pigem y Vilalta pueden oponer un trabajo serio y riguroso dentro de las reglas propias de la profesión, a la que hacen avanzar eliminando elementos accesorios y concentrándose en lo primordial. También cabe decir que RCR no han trabajado aislados. Carme Pigem y Ramón Vilalta han unido a su labor profesional la docencia en las escuelas de arquitectura de Barcelona o en la ETH de Zurich, por lo tanto conectados con el curso de la disciplina y su evolución. Es interesante, relacionado con esta práctica docente, la labor que realizan a través del Laboratorio Barberí, ubicado en la antigua fundición artística de la que recibe el nombre, donde que realizan talleres internacionales para estudiantes y profesionales que quieren continuar su formación.
Una de las cualidades de su trabajo más apreciadas es su identificación con el lugar donde se han asentado y la comprensión del paisaje, lo que permite que su arquitectura se integre en la naturaleza
Una de las cualidades de su trabajo más apreciadas es su identificación con el lugar donde se han asentado y la comprensión del paisaje, lo que permite que su arquitectura se integre en la naturaleza. La importancia que conceden al tratamiento de los materiales permite que sus espacios reflejen los cambios de la luz que se producen a lo largo del día, e incluso a lo largo de las estaciones.
La región de Olot, que queda condicionada por su origen eruptivo, lo que aporta un color especial al paisaje, que entra en contraste con la combinación del cauce del río Fluvià y el sistema de bosques que prolonga la ciudad a través de su relación con la naturaleza. En un momento de su carrera, el acero oxidado pasó a formar parte de su catálogo, lo que permitía que sus edificios adquieran el tono de la tierra sobre la que se apoyan.
Atletismo y naturaleza
Ejemplo de esto es el estadio de atletismo en Olot, situado en la zona de Tussols-Basil, a las afueras de la ciudad. La pista de atletismo respetaba al máximo posible los árboles del entorno y volvía a situar al hombre corriendo en la naturaleza. La pista se convertía en un claro en el bosque. Los taludes realizados para nivelar el terreno de la pista alojaban unas pequeñas gradas. El estadio varía a lo largo del año, de acuerdo a los cambios que se producen en la propia vegetación. En invierno hay una visión total del espacio, al haber caído las hojas de los robles, en primavera y verano la pista de atletismo remite a un claro en un bosque frondoso, y en otoño se muestra un espacio colorido, teñido de todas las gamas de amarillos, ocres y rojos.
La condición de la intervención permitía que el proyecto se completara a lo largo del tiempo con una serie de pabellones destinados a vestuarios y servicios auxiliares.
El Restaurante Les Cols, también situado en Olot, fue una obra que supuso un empuje en su carrera. En él se puede apreciar su arquitectura pausada, y la evolución de la misma. Gracias al excelente resultado de la primera intervención, han seguido construyendo varias piezas para lo que originalmente era un restaurante, y ha pasado a ser un pequeño complejo nacido a raíz del éxito de este. Fue el primer proyecto en el que debían partir de una preexistencia, y ese diálogo permitió que concedieran una mayor importancia si cabe a la relación con el lugar y con la arquitectura tradicional de La Garrotxa.
Aquí muestran de un modo claro su repertorio de soluciones espaciales y su trabajo con la luz, las celosías y las visiones cruzadas. Recintos cerrados junto a otros que se abren al paisaje o a pequeños patios de luz. Lugares enterrados que reciben la luz tamizada a través de chapas metálicas doradas que recorren paredes y techo, o salas recubiertas por chapas plegadas de acero oscuro que matizan la luz y señalan las mejores vistas sobre el entorno.
El tratamiento de la luz, las transiciones entre los espacios exteriores y interiores, y la construcción por piezas mediante el ensamblaje, está muy presente en la obra de los catalanes
Este año el premio se entrega en el Palacio Akasaka de Tokio, un país cuya arquitectura tiene una gran influencia en la obra de RCR. El tratamiento de la luz, las transiciones entre los espacios exteriores y interiores, y la construcción por piezas mediante el ensamblaje, está muy presente en la obra de los catalanes.
Esta naturaleza táctil y luminosa de su obra se puede apreciar en las filmaciones que realizó el cineasta Isaki Lacuesta de sus viviendas Entremurs y Horitzó. Distintos episodios a lo largo del día permitían experimentar cómo los espacios cambiaban conforme variaba la luz, y el agua aportaba reflejos y sonido a la experiencia de la vivencia cotidiana. Esta unión con un cineasta de vocación experimental muestra su interés por integrar las distintas manifestaciones artísticas en su concepto de arquitectura.
La intensa labor de desarrollo de su arquitectura en el entorno de Olot ha permitido que cuando han intervenido en la ciudad consolidada hayan sido capaces de responder con gran acierto a situaciones complejas. En ellas la sencilla geometría de sus edificios, generadora de vacíos que separan y unen, y los juegos de filtros visuales y físicos que establecen permitan una integración óptima con lo ya existente.
Vejez y bibliotecas
Destaca en este sentido el conjunto que incluye la Biblioteca San Antoni - Joan Oliver, hogar de ancianos y jardines Cándida Pérez en Barcelona. En este edificio integran una serie de funciones, en las que su control de la relaciones entre los espacios interiores y exteriores y la correcta interpretación de los recorridos dentro de la arquitectura, permiten insertar un programa complejo en una manzana del Eixample. La biblioteca se relaciona con la vía pública, mientras que el centro de ancianos y el jardín con el patio de manzana, logrando así habitar y dotar de vida a un lugar que normalmente está infrautilizado. Comprenden así la naturaleza original del barrio, que permitía que el interior de las manzanas fuera un espacio de relación resguardado del tránsito exterior. El protagonista de la intervención es el vacío que generan al disponer las piezas en los bordes de la edificación.
Desde su relación íntima con su comarca, RCR han podido crear una obra de alcance universal. La belleza serena de sus propuestas ha hecho que hayan sido requeridos para realizar obras en Francia, Bélgica y Holanda, donde se aprecia su arquitectura integrada en la naturaleza y con un profundo conocimiento de la materialidad de la misma.
Diálogo con el arte
Entre estas sobresale finalmente el museo que aloja la obra del pintor abstracto Pierre Soulages (Rodez, Francia), para el que fueron elegidos por el propio autor. Ha sido el edificio que ha supuesto su consolidación dentro del panorama arquitectónico europeo. Fue muy bien recibido por la critica internacional (seleccionado para la fase final del premio Mies) y fue galardonado con el premio nacional de arquitectura española 2015 para una obra realizada fuera de nuestras fronteras.
De nuevo muestra las mejores virtudes de su trabajo. Se trata de una obra realizada para las características particulares del encargo. No es un lugar para exponer arte, sino un espacio para mostrar una selección de las obras de Soulages. El edificio establece un diálogo con el arte que expone.
El edificio establece un diálogo con el arte que expone, y dialoga también con el entorno en el que se ubica
Y dialoga también con el entorno en el que se ubica. Se sitúa en una zona de borde la casco histórico, alejándose de este para crear un nuevo parque, y en el extremo opuesto se abre hacia el desarrollo de la ciudad, que se encuentra a un nivel inferior. El edificio se compone de varios prismas recubiertos de acero corten que se encastran en el terreno. Un cuerpo bajo a modo de basamento las une y permite el acceso desde el parque. Al lado opuesto se genera un talud sobre el que flotan las grandes cajas metálicas. Entre ellas se crean vistas hacia el paisaje. Sin grandes alardes, o al menos sin mostrarlos, resuelve de un modo muy adecuado la relación con la ciudad en la escala próxima y ofrece una imagen abstracta y rotunda en las visiones lejanas.
En marzo de 2016 se realizó la primera retrospectiva completa de su obra en el Museo de la Fundación ICO, en Madrid. Anteriormente dos exposiciones parciales en Barcelona habían recogido fragmentos de su carrera. Pero en su presentación formal en la capital, alejados de su cascarón gerundense, se proponía una muestra integral. Se exhibía así el la madurez de su trayectoria y se valoraba su modo de proceder, la cocción lenta y cuidadosa de su arquitectura. Desde sus croquis hasta los modelos a escala real de detalles de alguna de sus principales obras.
El modo en el que estaban dispuestos los trabajos de RCR expuestos en esta exposición, a modo de recorrido temporal sobre los mismos, permitía apreciar también que su carrera se encuentra en este momento en un punto de inflexión.
El reconocimiento a su trabajo gracias a los edificios ya citados ha hecho que extiendan su obra hacia los lugares en los que más activa está la construcción en este momento, principalmente Oriente Medio. Algunas de las propuestas se pudieron apreciar en la exposición ya apuntan un cambio de estrategia en cuanto a la forma de aproximarse al proyecto, tanto por la escala como por el abandono de las formas geométricas puras. Sin duda el premio Pritzker les permitirá abordar esta expansión con la garantía de la excelencia de su obra.