El comunicador de crónica social Carlos Ferrando perdía la vida en su casa de Madrid, ubicada en la zona de Madrid Río, el pasado martes, día 13 de agosto, a los 76 años. Su partida, totalmente inesperada, sumió a sus amigos en una honda tristeza y gran desconsuelo. Ferrando decía adiós sin que su final se perfilara tan cerca.
Cierto es que recientemente había sido operado de una hernia discal, pero su estado no revestía tamaña gravedad. El que fue uno de los fundadores de la prensa de crónica social afrontó sus achaques de salud con total discreción y así pidió a su entorno que se trataran. Fue su amiga la actriz Alejandra Grepi (62 años) quien acudió a su casa al no atender Carlos las llamadas.
Grepi dio la voz de alarma. Nada se pudo hacer por Carlos. A la espera de que se conozca la causa de su fallecimiento, a EL ESPAÑOL se desmiente de pleno que el deceso haya acontecido, como se llegó a publicar, por una "deshidratación". El dolor de su entorno más directo se ha puesto de manifiesto, pero ¿cómo fue la vida de Carlos en su final? Este medio trata de averiguarlo.
Carlos era un hombre que vivió la vida intensamente hasta el final, pese a que, de un tiempo a esta parte, su salud no era todo lo boyante que le habría gustado. Le encantaba echarse a las calles, salir a comer con amigos, reírse y "fumarse su purito". Pese a sus 76 años, no se privó de nada.
Murió alcanzando todo un hito en este mundo tan de mentira y lleno de envidias y maledicencias: nadie hablaba mal de él. "Yo trabajé con él y era un tipo absolutamente generoso. Un hombre divertido. Muy poca gente se va y consigue que todo el mundo, al unísono, hable bien de él. Y uno de ellos era Carlos. Como compañero, era la hostia", relata la periodista Mónika Vergara (54) a EL ESPAÑOL.
Rememora Vergara que Carlos era "una persona muy disciplinada, divertido, mordaz, cariñoso. Comía y se iba a andar 20 minutos. Llegó un momento que su salud estaba muy deteriorada. Empezó a andar para adelgazar y lo consiguió". En vida, Ferrando supo construir una sólida red de cariño y amor. Con la familia biológica que le tocó en suerte no se hablaba. En concreto, con su hermano.
"Cortó de raíz y nunca más habló de su hermano. Nunca se entendieron, ni para lo básico de la vida", apostilla una de las fuentes consultadas por este periódico. La hija de la recordada Mayka Vergara recuerda este pasaje, que a Carlos, una vez trabajado, no le produjo ningún dolor o padecimiento: "No se hablaban desde hacía más de 40 años. El hermano vive en Barcelona. No tuvieron ningún contacto, desde hacía muchísimos años".
Y agrega: "Sus amigos íntimos fueron César Heinrich, Karmele Izaguirre y Alejandra Grepi. Los tres han estado muy pendientes de él. Vivían cerca y estaban muy organizados". Esas tres personas -y alguna que otra más- conformaron la familia elegida de Carlos, su raíz y su eje. Muy especialmente, César Heinrich fue capital para Ferrando.
No en vano, hace muchos años, fueron pareja sentimental. En realidad, más allá de algún romance en Cuba -Carlos era un enamorado de este país-, Heinrich fue el gran hombre de su vida. "César y él fueron pareja. César era muy niño, llegaba de Barcelona y Carlos lo acogió. Carlos se portó con César muy bien. Le abrió muchas puertas, como a todos nosotros. Lo dejaron hace muchos años y para Carlos, César se convirtió en un hijo. Eran, en el buen sentido, como un hijo y un padre".
El periodista Jesús Manuel Ruiz lo recuerda así, remarcando también su gran generosidad: "Cuando empecemos algunos, siempre atendía las llamadas cuando teníamos alguna duda. Siempre se caracterizó por su generosidad. No era nada suyo para compartir información. En el último tiempo, no me consta que tuviera pareja. Él tuvo su época de Gabana, donde tuvo sus cositas. Él vivía como en un semisótano".
Carlos optó por vivir su enfermedad desde la discreción. Sólo accedió a que su amiga Alejandra fuera "a darle un repaso" de vez en cuando. ¿En qué ocupó su tiempo Carlos Ferrando desde que decidió apartarse de la primera línea televisiva y mediática?
Deslizan que, si bien es cierto que reclamaba actividad a su entorno cuando se "aburría" -como ha relatado Alejandra Grepi en TardeAR-, Carlos fue un hombre activo e inquieto. Seguía muy de cerca la actualidad de corazón, continuaba trabajando las informaciones y pilotaba las últimas horas.
Leía diariamente toda la prensa y escribía mucho. Era alguien instruido y culto, pese a no haber estudiado ninguna carrera universitaria, algo que reconocía abiertamente. En 2022, publicó el libro La delgada línea roja, una suerte de biografía suigéneris en la que dio a conocer sus vivencias junto a gran parte de los personajes españoles más influyentes de todos los tiempos.
Ahí plasmó gran parte de sus vivencias, pero no todas. A EL ESPAÑOL llega que Carlos escribió mucho, una suerte de diarios, "donde plasmaba cosas de su vida. Dejó anotaciones hasta el final. Todo eso ahora lo tiene quien él quiso". Habrá que ver qué decide hacer su entorno más próximo con esos manuscritos, o lo que el propio Ferrando dejó dictado. Esa última acción demuestra que murió "como lo que era, un genio y figura. Un grande".