El reloj marca las 16:40 horas en el Hotel Mandarin Oriental Ritz de Madrid. En ese instante se asoma por una de sus elegantes salas una risueña Tamara Falcó (39 años). Con su inconfundible esencia naíf, la diseñadora se presenta ante sus invitados con los modales de buena anfitriona que ha heredado de su madre, Isabel Preysler (70), pero con un estilo más desenfadado y cercano.
"He venido a hablar de mi libro", bromea entre carcajadas la marquesa de Griñón en alusión a la famosa frase de Francisco Umbral. En efecto, la premisa de la reunión es la presentación de su libro Las recetas de casa de mi madre, una obra en la que los platos cuentan historias. Entre las más sorprendentes destaca la adicción de su madre por el chocolate, que en pleno confinamiento "mandó comprar todas las tabletas disponibles en el Club del Gourmet" por si se quedaba sin provisiones; o como las anécdotas culinarias de su abuela, Beatriz Arrastia -a la que cariñosamente llamaba Beba y falleció el pasado agosto-.
Tamara irradia felicidad, porque además de que su agenda es, "afortunadamente", casi inabarcable por la cantidad de compromisos laborales que tiene -es diseñadora, cocinera, influencer, imagen de marcas y ahora se embarca en el mundo literario-, también vive un momento sentimental "precioso". Íñigo Onieva es su pareja y su mayor apoyo en los meses de gran tensión que ha vivido este año, pero además es el más feliz de que su novia esté estudiando para convertirse en chef: "Dice que así se puede comer mis deberes. Le gusta mucho comer".
Sus proyectos, su familia, sus planes de boda o de maternidad... Tamara Falcó ha respondido sin tabúes a todas las cuestiones que le ha planteado EL ESPAÑOL.
Lo primero, enhorabuena por su graducación en la escuela de alta cocina Le Cordon Bleu, ¿ha sido difícil?
Sí, muchas gracias, me ha hecho muchísima ilusión. La verdad es que he puesto muchísimo esfuerzo en ello y todo mi equipo, porque era hacer un encaje de bolillos con todos los otros compromisos laborales que tenía y hacer el libro.
Pero ha podido con todo...
Bueno, por ahora. Pero yo en junio pensaba que colapsaba. Porque tuve el examen del curso intermedio de Le Cordon Bleu, que era dificilísimo, y teníamos que entregar el libro que tenía que estar ya todo hecho para el 30 de junio y fueron muchas cosas al mismo tiempo. Y hubo un momento de tensión importante, pero ahora ya teniéndolo en mis manos es bonito, porque si hay más Preyslers en el futuro ya les queda por lo menos las recetas de nuestra casa, que yo creo que es un ejercicio que cuesta mucho esfuerzo, pero que todos deberíamos hacer porque esas recetas se pierden. Tú piensas que no, porque es algo tan clásico, pero de repente, como en mi caso, pierdes a tu abuela y esas recetas ya se van perdiendo.
Y ahora va a hacer el cuero de repostería y en su libro hay mucho postre, mucha tarta..
Es que en mi casa son muy golosos. Yo soy más de salado, pero mi madre comería a base de dulces y mi hermana Ana también.
¿Es verdad que su madre siempre lleva onzas de chocolate en el bolso?
Acabo de volver ahora de vacaciones con mi madre y estamos de repente un día y me dice: '¿Quieres chocolate?', y como yo sé que para mi madre tener chocolate es tan importante, le dije: "No, mami, ahora que estamos de viaje no te voy quitar de lo que tengas..", y me responde: "Pero si me he traído seis tabletas". ¡Nos hemos ido hasta Maldivas y la tía con seis tabletas en el bolso! ¡Es muy fuerte!
Menuda pasión por el chocolate...
Sí, de hecho, en el confinamiento mandó a por todo el chocolate que quedaba en el Club del Gourmet, porque decía "a ver si nos vamos a quedar sin reservas" cuando vio que empezábamos con el confinamiento. Y ella cuenta que una noche, quería comer chocolate y empezó a buscar y no había en casa. Dice que le empezó a entrar un ataque de ansiedad, literal. Así que a partir de entonces no le ha vuelto a pasar porque decidió ir con su chocolate -de 85% cacao- a todas partes.
El prólogo, como no podía ser de otra manera por el título del libro, es de su madre. ¿Cómo se lo propuso?
Yo no me atreví a pedírselo, se lo propusieron desde la editorial, porque es que habíamos tirado tanto de sus vajillas, de su casa, de todo... que yo ya no me atrevía. Se lo pidieron y lo hizo encantada, y yo no lo leí hasta que ya me lo mandaron preparado desde la editorial. Y se me cayó la lagrimilla, porque es precioso.
Su madre en esas líneas se centra más en cómo preparar la mesa, el menú... lo de entrar en la cocina, poco.
La cocina le horroriza a mi madre, y fíjate que en su época las mujeres tenían que cocinar. Y la hermana de mi padre la llevó a clases de cocina, pero no le gusta. Le gusta comer y es una anfitriona maravillosa, desde la puesta en escena hasta los olores... todo eso lo tiene súper estudiado.
En el prólogo, precisamente, su madre tiene claro que usted heredó esa pasión por la cocina por su abuela, Beatriz Arrastia, recientemente fallecida. ¿Cómo era ella en la cocina?
Pues mi abuela cuando llegó a España cocinaba bastante, pero últimamente, por su edad, ya no, piensa que ha fallecido con 98 años. Además, yo creo que el confinamiento tuvo mucho que ver también en eso. Para la gente mayor ha sido especialmente preocupante porque tenían mucho miedo de enfermar. Entonces ya era más complicado y no cocinaba, pero de joven sí. Tenía unos gustos muy determinados y siempre fue muy clara en la cocina. De hecho, cuando le intentábamos quitar el azúcar al postre, y no ponerle edulcorante ni nada, sino que fuera totalmente sano, decía mi abuela: "Es que si no es dulce, no es postre". Prestaba mucha atención a los detalles en la cocina, y si no fuera por ella, todas estas recetas no las tendríamos.
¿Y sus hermanos se meten en la cocina?
Mi hermana Chábeli. De los chicos, no, ninguno. Les encanta comer y tienen ese metabolismo impresionante, y como son deportistas, pues tienen eso ganado. Pero mi hermana mayor sí que cocina, y cocina de verdad y yo le digo que tiene el doble de mérito porque en Estados Unidos es muy difícil encontrar gente que cocine.
Toda esta pasión por los fogones comenzó en MasterChef Celebrity, ¿cómo recuerda su paso por esas cocinas?
MasterChef, la verdad, ha sido precioso. Primero porque me encantó trabajar en equipo con todos mis compañeros, aprendí muchísimo de los chefs, estar en la tele que me lo pasé genial, pero al principio me imponía muchísimo. Yo estaba en la edición con muchos actores y actrices que estaban súper acostumbrados, pero yo la primera vez estaba petrificada del miedo. Pero después disfruté mucho la experiencia. Y de hecho lo pensé mucho durante mi curso en Cordon Bleu: qué suerte tengo que a mi edad haya descubierto un oficio tan bonito como es la cocina y lo haya podido aprender desde cero.
¿Sigue en contacto con los compañeros de su edición de MasterChef?
Sí, Juan Avellaneda se ha convertido en uno de mis grandes amigos. Vicky (Martín Berrocal), hablo mucho con ella, ahora porque vive en Portugal, pero cuando viene, quedamos. Con Yolanda (Ramos) hice superbuenas migas y la quiero un montón. Ana Milán, estoy encantada con su éxito. Y Los Chunguitos, Félix (Gómez), con el que llegué a la final... todos forman parte de esa experiencia preciosa que es como un campamento.
¿Cómo compagina su faceta de chef con la de diseñadora, con la de colaboradora, con la de influencer, con la de imagen de marcas, eventos...?
Con un gran equipo. Porque, por ejemplo, no podría sacarme el curso de Le Cordon Bleu si todo el resto no estuviera organizado. Es verdad que tengo muchos compromisos y llevar mi agenda es muy complicado, así que tengo un equipo, que son todo mujeres, que se dedican a ello y estamos todas comprometidas, y nos encanta lo que hacemos. Y además he tenido la suerte de vivir este momento en una época en la que no hace falta vivir solo de una faceta, puedes explorar muchas más vías y cosas que te causen curiosidad. Porque quizá en la época de nuestros padres eras una cosa y tenías que ser solamente eso y de definías como tal y ahora no.
A mí la moda me encanta, pero la verdad es que ahora estoy fascinada con la cocina, que no son opuestas, porque la selección de las materias primas tanto para uno como para otro es fundamental. La cocina es lo que tengo más reciente, pero sigo con mi colección de moda. Aunque ahora el libro y lo del curso de Le Cordon Bleu que ha sido épico haberme graduado, porque no ha sido nada fácil, de verdad.
¿Dudaba de que pudiera aprobar el curso de cocina? Tendría, seguro, el apoyo de su familia, amigos e Íñigo, ¿no?
Ha sido complicadísimo, ha habido momentos en los que decía "no voy a llegar" y mi entorno me ha tenido que apoyar, y sobre todo Íñigo. Un día que no me salía un hojaldre me puse atacada y casi a llorar mientras gritaba "no voy a ser chef" y él me decía "que sí vas a ser chef", y yo "que no, que no"...
¿Ha cambiado en algo su vida el hecho de ostentar el título de marquesa?
Realmente no me ha cambiado la vida mucho excepto que es un legado precioso que me ha dejado mi padre y que llevo con todo el respeto. Mi padre era un marqués supermoderno, trabajador, que fue pionero en muchas técnicas que después se han aplicado a las viñas de nuestro país, y eso ha marcado más su vida que el hecho de ser marqués. Yo a mi padre le admiro y le admiraba muchísimo, para mí es heredar su nombre y algo que yo puedo pasar a mis hijos y para mí eso era importante y bonito y fue un auténtico regalo. Pero aparte de eso, lo que conlleva es lealtad al Rey porque el título te lo da él, pero en el caso de los marquesados, lo que fue antaño no es ahora, lo que prima es la persona.
La primera frase de su libro hace referencia al dicho popular de que "todo ser humano a lo largo de su vida debe plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro". Usted ya lleva dos de tres, ¿la tercera que falta llegará pronto?
Bueno, estoy en noviazgo, por lo menos estoy en 'proyecto de', ahí voy bien encaminada.
¿Se ve con Íñigo creando una familia?
Claro, sobre todo cuando tienes pareja, claro que lo piensas, sería ilógico. Bueno, sí que he conocido a gente que no veía su vida con hijos, pero en mi caso sí lo pienso, siempre he sido superniñera. Me encantan. Pero es verdad que estuve mucho tiempo sin pareja y ahora he tenido esta oportunidad y estoy encantada, entonces claro que no lo descarto, al revés, si todo va bien me encantaría. Pero también creo que cada cosa a su tiempo, y el noviazgo es para conocerse bien de verdad y es un momento superbonito también porque después todo va evolucionando y hay otros momentos. Ahora estoy disfrutando de mi noviazgo.
¿Para usted la boda tendría que llegar antes que los hijos o le es indiferente?
A mí, idealmente, sí que me gustaría que fuera antes la boda, porque, yo que sí que soy creyente, es una promesa de amor eterno frente a Dios, que te la hace la otra persona también, y para mí eso es importante, por mis creencias personales.
[Más información: La emotiva despedida de Tamara Falcó a su abuela: "Ahora me va a cuidar desde el cielo. A mí y a todos"]