El pasado de Georgina Rodríguez que no verás en su 'reality' de Netflix
La vida de la modelo cambió radicalmente en septiembre de 2016 cuando era dependienta y conoció a Cristiano Ronaldo.
17 abril, 2021 01:08Noticias relacionadas
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Si hace cinco años alguien le hubiera dicho a una jovencísima Georgina Rodríguez (27 años) que acababa de aterrizar en Madrid que en cuestión de tiempo tendría su propio reality en la potente plataforma de Netflix, no se lo hubiera creído. Pero la realidad es que su historia, que algunos comparan con el cuento de Cenicienta, tiene los ingredientes perfectos para atraer al gran público, aunque en la producción solo se abarcará el día a día actual de la modelo, por tanto, una visión repleta de glamour y lujo que nada tiene que ver con su pasado.
En el mes de septiembre de 2016 la vida de Gio -como la llaman quienes más la conocen- cambió para siempre. El final de aquel verano quedará grabado eternamente en el recuerdo de la bailarina, que entonces ejercía de dependienta en la tienda que Gucci posee en el corazón de la capital madrileña. Un cliente muy especial se adentró en el establecimiento y fue atendido por ella. Él era Cristiano Ronaldo (36), el futbolista más afamado del planeta Tierra y el hombre que se convertiría en el "gran amor de su vida".
Cuando comenzaron a filtrarse las primeras informaciones acerca de su idilio, ni siquiera se podía establecer claramente la edad de Georgina. Todo era un misterio alrededor de la joven que había cautivado al deportista. Pero enseguida se consiguieron fotografías de la pareja. ¿Quién era esa joven morena y de dónde venía? Se trata de una pregunta a la que el reality que protagonizará en Netflix no va a responder, pues solo recogerá su rutina actual -aunque quizá haga alguna referencia personal, pues es inevitable- y no su pasado.
La infancia de Gio se resume en un sueño claro: convertirse en bailarina profesional. Desde muy pequeña, en su Jaca (Huesca) natal, comenzó a tomar clases de danza e incluso tuvo la oportunidad de formar parte del Joven Ballet del Pirineo debido a su buen hacer sobre las tablas. Más adelante también ejerció de azafata y modelo en algunos eventos gracias a su cuerpo esculpido por el baile clásico.
Georgina nunca ha escondido su pasión por la danza, sino todo lo contrario, presume de flexibilidad prácticamente cada día en su Instagram. Lo muestra mientras entrena en el gigantesco gimnasio de su mansión familiar, un lujo que años atrás no se podía permitir. De hecho, no hace mucho tiempo (en 2015) estaba buscándose la vida en Inglaterra como au pair. Concretamente fue Bristol la ciudad en la que la aragonesa estuvo trabajando cuidando a niños.
Así lo hizo constar en una especie de carta que compartió en una web de oferta y demanda de au pairs en Reino Unido: "Resido en Bristol con una familia de la que cuido a sus hijas gemelas. Es una buena experiencia teniendo en cuenta que es mi primer puesto como au pair. La familia tiene previsto mudarse al extranjero y, por esta razón, yo busco otra familia (...) Mi inglés es básico, pero me esforzaré lo más que pueda y tan pronto como pueda para aprenderlo (...) Además, no tengo problemas en ayudar en las tareas del hogar".
La de Jaca contaba también el motivo por el que no tiene estudios superiores: "No he ido a la universidad para convertirme en bailarina profesional de ballet en la escuela de Jaca", apuntaba Georgina Rodríguez que actualmente sigue practicando mucho deporte para conservar la figura, a pesar de haber apartado el ballet, de momento, en su vida. Gracias a ese texto también se conocieron cualidades personales de Gio: "Soy muy familiar, me encantan los niños, la Naturaleza y los animales".
Esa pasión por los niños y el medioambiente es más visible que nunca en la actualidad, pues en cuestión de menos de un lustro la joven ha pasado de ser una mujer independiente labrándose su futuro con humildad a tener una familia numerosa compuesta por cuatro niños y viviendo en Turín donde su pareja triunfa como delantero del F. C. Juventus.
El gran cambio en la vida de Georgina tiene nombre y apellidos portugueses. CR7 entró en la tienda de Gucci de la Milla de Oro de Madrid hace cuatro años y medio y encontró a una bella mujer que cautivó sus sentidos. Después de una polémica ruptura con Irina Shayk (35), la joven y anónima aragonesa que se presentaba ante sus ojos derrochaba sencillez pero también mucha personalidad, aspectos que el futbolista buscaba en la mujer de su vida.
Así comenzó su historia, entre percheros, ropa y accesorios de marca. Se enamoraron y Cristiano acudía a menudo a recogerla al trabajo al terminar su jornada laboral, un hecho que poco después se convirtió en un gran inconveniente para la joven. Perdió su trabajo por la presencia continua de paparazzi en la puerta del establecimiento para captar el momento en el que Ronaldo aparecía en su Bugatti de 2 millones de euros.
No le renovaron el contrato a Georgina por esta cuestión, pero apenas tardó dos horas en encontrar un nuevo trabajo. Cambió la tienda de Gucci por el corner de Prada de El Corte Inglés de la Castellana, una firma con la que el que fuera delantero del Real Madrid tiene buena relación ya que siempre ha sido de sus mejores clientes. Siguió siendo dependienta rasa, pero tampoco duró mucho tiempo. Un trimestre; y pronto se dedicó a otras tareas relacionadas con su propia imagen, a ejercer de modelo para grandes marcas que ya buscaban tenerla entre sus filas, también potenció sus redes sociales con las que llegó a convertirse en la española más seguida de Instagram y concentró sus fuerzas en cuidar de sus hijos y colaborar con acciones solidarias y ONGs.
El resto ya es historia y se verá en su nuevo reality. Su presente está a 1.068 kilómetros de su Jaca natal, en un refugio de lujo en Italia, con sus mayores tesoros llamados Cristianinho (10), Eva (3), Mateo (3) y Alana Martina (3) y siendo el mejor apoyo para Cristiano.
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