Ellas toman los despachos de las instituciones culturales
Cambio de género al frente de las instituciones culturales. El futuro tiende a la igualdad en los centros más dinámicos.
12 octubre, 2015 00:30El sector de la cultura es muy femenino. Pero la mujer siempre ha estado relegada al nivel intermedio. En la dirección el número de hombres aumenta y cae el femenino. “Si miras las direcciones de asociaciones culturales no hay mujeres. Pero en cuanto bajas en el escalafón si que lo hay”, dice Jazmín Beirak (Madrid, 1978) diputada en la Asamblea de Madrid y responsable de cultura de Podemos en la Comunidad de Madrid. No sólo en las asociaciones culturales: el Instituto Cervantes incumple con la ley de igualdad, según el Tribunal de Cuentas del 2012 y las cuentas de 2013 publicadas por el BOE.
"Tengo la sensación de que las mujeres nos contamos por mayoría en nuestro sector, pero nos convertimos en minoría cuando se trata de poner el foco", dice Elena Medel (Córdoba, 1985) editora de la revista Eñe y del sello de poesía La Bella Varsovia.
Lo mismo pasa con las creadoras: hay un gran número de artistas, pero pocas logran visibilidad. Muchas mujeres se forman en bellas artes. Pero se quedan por el camino. Son minoría en las programaciones culturales. “Está todo montado de tal manera que terminas cayendo en una especie de sexismo. Programas más hombres que mujeres. O contratas más conferenciantes. Es necesario concienciarse y estar pendiente para no caer en ese error”, confiesa Cristina Fontaneda (Valladolid, 1970), la directora de Patio Herreriano. Para ella las instituciones que elaboran estudios en los que se pone de relieve la disparidad cumplen una labor decisiva. Se intentan hacer fórmulas para potenciar y promocionar el sector femenino.
“En el ámbito cultural la presencia de la mujer es muy importante”, asegura María García Yelo (Madrid, 1977), la directora de PhotoEspaña, “pero el número de las mujeres no es equivalente al de hombres”. Este año PhotoEspaña ha estado dedicada a Latinoamérica. Uno de los objetivos era dar visibilidad a autores que no tenían presencia en el ámbito internacional. “Cuando tiramos de la lista de aquellos que lo merecían, no había una voluntad a priori de dar visibilidad a las mujeres, pero eran la mayoría”, asegura.
El sistema de intervención para la participación de la mujer en puestos directivos es un debate abierto. “Antes los métodos que garantizaban la igualdad y la proporcionalidad de hombres y mujeres no me parecían efectivos. Pero el hecho de tener esa exigencia hace que haya una presencia de mujeres”, asegura la diputada Beirak. Dicha igualdad depende de una doble óptica: reorganizar el sistema en el que las mujeres están excluidas en muchos aspectos y que las propias mujeres acepten el esfuerzo de asumir posiciones de superioridad y responsabilidad.
Hay que hacer el esfuerzo de tomar posiciones de visibilidad. Mi experiencia es que un hombre nunca tiene dudas de ocuparlas y una mujer siempre las tiene
Según explica la diputada, al lograr que las mujeres ocupen puestos de visibilidad, más mujeres se podrán identificar con esas posiciones. Eso contribuye a la construcción de imaginarios sociales. Es decir que, al imaginar que una mujer puede dirigir una institución, las posibilidades se ensanchan y la presencia de la mujer en todos los ámbitos se vuelve natural: “Hay que hacer el esfuerzo de tomar posiciones de visibilidad. Mi experiencia es que un hombre nunca tiene dudas de ocuparlas y una mujer siempre las tiene”.
La mujer siente que tiene que ser autorizada. Tienen la necesidad de un reconocimiento y autorización externa. "Creo que nos falta posicionamiento y atrevimiento, dar un paso al frente", dice Carme Fenoll (Palafolls, 1977), jefa del Servicio de Bibliotecas de la Generalitat. El problema se debe a la poca experiencia histórica de las mujeres como dirigentes. “Lo importante es crear un paisaje femenino en los puestos de dirección, para que se reproduzca. Si sólo hay una mujer es una anomalía, pero si aumentan se acaba convirtiendo en una lógica natural”, aclara Jazmín Beirak.
Gobernar en horizontal
La nueva generación en la jefatura de la cultura implica la inclusión de la mujer en puestos directivos. Es necesario cambiar la lógica de abordar la dirección. Para Ane Rodríguez (San Sebastián, 1978), directora de La Tabakalera de San Sebastián, la forma en que la mujer aborda los problemas beneficia a los proyectos. “La mujer resuelve desde el diálogo”, asegura. “Es necesario romper los modelos institucionales de dirección desde el despacho. Hay que dejar de ser ese director que no baja a las salas de exposición, que no habla con los empleados”, agrega. La mujer tiende a gobernar en horizontal. Tomar decisiones de forma comparativa y dialogada es una exigencia.
Siendo mujer, joven y con voz suave tengo más pequeñas batallas para luchar frente al sistema
Ane Rodríguez venía de Matadero Madrid. Ahí Pablo Berástegui era coordinador general. Él tenía una gestión muy horizontal; no tenía despacho, compartía el espacio con el equipo. De él, Rodríguez aprendió la importancia de acercarse a todos los trabajadores.
“En La Tabakalera me dieron un despacho. Decidí salir y acercarme al equipo. Pero siendo mujer, joven y con voz suave tengo más pequeñas batallas para luchar frente al sistema”, relata la directora. Hay que marcar con más fuerza el terreno de poder. Ane regresó al despacho, sabiendo que desafortunadamente eso marca una simbología de poder.
Romper los patrones es tarea de todas las directivas: “Hay que luchar contra el techo de cristal, contra los estereotipos tan arraigados y contra las expectativas sobre nuestras habilidades y capacidades”, explica Rebeca Blanchard, copropietaria de la galería Nogueras-Blanchard.
La nueva mirada
“La juventud no es un valor absoluto, es relativo en tanto que es capaz de expresar las modificaciones que se dan en la sociedad. En tanto es capaz de incorporar nuevas maneras de hacer”, dice Beirak.
La juventud aporta nuevas ideas y visiones, además de un impulso casi suicida de apostar por nuevas cosas. “La frescura de la juventud te da el impulso. Pero no nos podemos cargar la experiencia, que por su conocimiento da tranquilidad”, detalla Lucía Casani (Madrid, 1978), la directora de La Casa Encendida.
Para Ane Rodríguez la experiencia se ve suplida por la inquietud y las ganas de saber. Pero explica que con independencia de la juventud, lo que hace falta en la dirección de empresas culturales es rotación: “Para mantener la frescura en los centros de cultura contemporánea lo importante es que se vaya rotando en la dirección”. Pero no con la velocidad de una legislatura. Se deben cumplir los ciclos de forma natural para abrir paso a nuevas generaciones y nuevos puntos de vista. Es la garantía de la supervivencia de las instituciones.
Conciliar para vivir
Es necesario que desde los espacios de trabajo se concilie lo familiar y lo profesional tanto para mujeres como para hombres. Sólo así ambos se repartirán labores. La directora de La Casa Encendida asegura que hace muchos años que la mujer está preparada para dirigir, pero el paso que hay que superar es la conciliación entre vida doméstica y laboral. “Quizá muchas veces es culpa de las mujeres, que intentamos ser superwoman. Dejamos la vida familiar y esa no es la solución para dirigir. Antes el hombre no se preocupaba por conciliar. Pero ese es el gran avance que hace falta”, detalla.
"No nos engañemos, en la falta de conciliación está la disyuntiva", sentencia Carme Fenoll. "Cuando a las mujeres nos llega la posibilidad de ocupar cambios importantes a la vez aprieta el reloj biológico. O ponen cambios o esto no avanza, porque entre la naturaleza y el poder pesa mas la naturaleza", agrega.
Al principio era cómodo estar en espacios que hablaban de la situación de la mujer. Ya no
Para dar el gran paso a los puestos directivos también es importante que las mujeres no sólo ocupen espacios que hablen de mujeres. “Es importante que las mujeres ocupemos todas las disciplinas. Al principio era cómodo estar en espacios que hablaban de la situación de la mujer. Ya no. Ahora hay que estar en todos lados”, añade Jazmín Beirak.
Todas las directivas coinciden en que ya se pueden contar nombres de otras colegas que están al mando de instituciones culturales. Eso es un gran cambio. Pero, mientras se puedan contar es que el número aún es bajo. “Falta mucho por hacer”, explica María García Yelo hasta que dejemos de preguntarnos si es un hombre o una mujer el que está al mando. “Entonces lo habremos logrado”.