Hablamos con Sean, hijo de Audrey Hepburn: "Era una persona que huyó de todos los artificios de Hollywood"
EL ESPAÑOL ha charlado con el primogénito de la actriz ala que define como "una mujer que le gustaban las cosas sencillas".
17 julio, 2023 01:14Este 2023 es el año Picasso, pero también podría denominarse el año Audrey Hepburn porque hace siete décadas la estrella debutó como protagonista en Vacaciones en Roma y hace tres décadas que nos dejó a causa del cáncer. Todavía era muy joven. Tan sólo tenía 63 años. En el poco tiempo que duró su carrera se convirtió en un icono de estilo, una luminaria inmortal y en el símbolo del altruismo más beligerante en favor de los derechos de la infancia. Usó su celebridad para compensar a los más débiles.
Desde Manila, su primogénito, Sean Hepburn Ferrer (62 años), habla en primicia para EL ESPAÑOL sobre cómo fue el proceso para que escogieran a su madre para el rol de la princesa Ana en Vacaciones en Roma junto a la ya consagrada estrella internacional Gregory Peck.
Se encuentra en Filipinas porque el próximo 1 de agosto se inaugura la exposición Intimate Audrey, cuya presentación oficial tuvo lugar en Bruselas en 2019 para conmemorar el 90º aniversario de su nacimiento.
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No hay que olvidar que la actriz vio la luz en el condado de Ixelles, al sur de la capital belga. La selección del material se realizó a partir de 800 imágenes inéditas, 12 film clips y 150 objetos icónicos entre premios, vestidos y dibujos.
En el imaginario colectivo quedan Desayuno con diamantes (1961), My Fair Lady (1964) o Sabrina (1954), "cuyo rodaje fue un horror porque Humphrey Bogart la trató muy mal. Al acabar se arrepintió y mantuvieron una relación de amistad que tras fallecer el actor, continuó con su viuda, Lauren Bacall, que quería mucho a mi madre. Durante un tiempo yo manejé la imagen de Humphrey para sus hijos Steven y Leslie". Y, sobre todo, que el diseñador Hubert de Givenchy redefinió el glamour junto a ella.
¿Cómo descubrieron a su madre para protagonizar Vacaciones en Roma?
Mi madre estaba rodando en Montecarlo la peliculita Montecarlo Baby y en la terraza de un hotel estaba sentada Colette, que no dejaba de mirar lo que se estaba filmando. La novelista acababa de regresar de Nueva York donde había firmado un contrato para hacer Gigi y le habían pedido que encontrara a una actriz que fuera creíble. Para que funcionara no tenía que ser demasiado americana porque si no no te lo tragabas y tampoco podía ser Juliette Gréco, porque tampoco nadie se lo iba a tragar hablando inglés con ese acento francés. Así que tenía que encontrar ese punto ideal afrancesado, tipo europeo, pero que hablara perfectamente inglés.
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¿Y…?
En aquella época mi madre tenía el pelo muy corto, como el que lucía en la película Sabrina, y al quitarse la peluca rubia que llevaba durante el rodaje, Colette le preguntó al camarero quién era aquella chiquilla. Cuando le dijo que era una jovencita que había sido descubierta en una ciudad inglesa y que hablaba francés Colette pensó que ya había encontrado a su protagonista. Ella fue quien se la llevó de Europa a Estados Unidos y debutó en Broadway.
Así que la obra supuso que diera el salto a Hollywood.
Exacto. En aquella época todos los estudios tenían cazatalentos. Uno de los que trabajaba en la Paramount se fijó en ella porque estaban realizando el casting para Vacaciones en Roma para el que necesitaban a una joven con un aspecto muy concreto, como le había ocurrido antes a mi madre con Gigi. Le hicieron el test en Nueva York, se lo enviaron a William Wyler y al acabar el musical viajó a Los Ángeles donde ya le hicieron un contrato de 6.000 o 10.000 dólares. Así que se marcharon a rodar a Roma.
Durante el rodaje, Gregory Peck se comportó como un caballero e hizo algo inaudito que hoy es imposible de ver en la industria, ¿no es cierto?
Sí. Llamó a su agente para comentarle que sabía que su nombre estaba por encima del título de la película en los créditos, pero también quería que el de la niña nueva estuviera su lado y no debajo del título. Sus representantes se quedaron estupefactos porque Greg le quería regalar a alguien desconocido un privilegio que a ellos les había costado tanto, pero Greg les dijo que estaba seguro de que iba a ganar el Oscar. Les exigió que le hicieran caso porque no quería quedar como un idiota (sonríe). Ése fue el principio de su gran amistad.
¿Qué vio el actor para que fuera tan generoso?
No te habría sabido contestar hasta que en 2016 vi la película con los hijos de Peck en una gran pantalla instalada en la plaza España de Roma. Se celebraba el centenario del nacimiento del actor. Cuando la vimos en 4K empecé a notar lo que la gente de la época vio en ella y por qué le dieron el Oscar. Eso no se puede apreciar en una pantalla de cincuenta pulgadas. De ahí que hace unos días la Paramount anunciara oficialmente que en agosto van a sacar un Blueray 4K Ultra HD para conmemorar el aniversario.
En cierto sentido, Gregory fue una especie de talismán porque influyó de tal manera en la vida privada de tu madre que de otra manera usted no habría nacido.
Cuando Gregory volvió de Roma le dijo a su amigo Mel Ferrer que tenía que conocer a aquella niña con la que había trabajado porque era especial. Se vieron, se enamoraron y el resto ya lo sabes (risas).
¿Cómo vivió tu madre la noche de los Oscar?
Estaba en Nueva York porque estaba representando junto a mi padre la obra Ondine. Todavía no se habían casado, acababan de empezar como pareja. Nunca pensó que
fuera a ganar la estatuilla. Fíjate que la persona que se lo dio fue Jean Hersholt, el mismo a quien décadas después pusieron su nombre a un Oscar vinculado a los trabajos humanitarios de los actores y que yo recogí justamente después de morir mi madre.
Lo que es el destino.
Sí.
Usted también trabó una gran amistad con Gregory Peck, ¿verdad?
Fue una especie de tío. Tuve la gran oportunidad de trabajar con él como segundo asistente de dirección en Gringo Viejo, que también protagonizó Jane Fonda. Su padre, Henry, era íntimo amigo del mío. Fue una experiencia inolvidable.
Para todos nosotros fue una estrella pero para usted fue, simplemente, mamá.
Ella siempre huyó de todos los artificios de Hollywood. Cuando se quedó embarazada de mí y de mi hermano Luca dejó el cine para disfrutar de su maternidad. Es lo que más deseaba. La recuerdo como una madre maravillosa, una persona muy normal que
disfrutaba con las cosas más sencillas y con la que podías mantener una buena
conversación.
¿Por qué se identifica tanto la gente con ella?
Por su forma de ser todos la han sentido como si fuera una de nosotros y no una de ellos (en alusión a Hollywood). Nunca traicionó lo que los demás esperaban de ella. Siempre fue una mujer natural y fiel a sí misma.
Nunca olvidó lo que le ocurrió durante su infancia.
Su niñez fue preciosa hasta que el padre la abandonó y le partió el corazón. La infancia fue dura porque pasó hambre, frío, vivió los bombardeos de la II Guerra Mundial y estuvo privada de libertad.
Hace cuatro años el escritor Christopher Andersen reeditó su libro Jack y Jackie: retrato de un matrimonio americano en el que desvelaba que Audrey había tenido un romance con el presidente con Kennedy, ¿qué hay de cierto en ellos?
(Se echa las manos a la cabeza y sonríe). No sabría decirte si fue verdad. Eso forma parte de su vida privada y no me contó esos detalles.