Mientras todos los focos apuntan al rey Felipe VI (56 años) y sus familiares más cercanos, otros de los miembros de su familia quieren alejarse de la institución para ser unas personales "normales".
Los seis sobrinos del monarca han sido personajes deseados por la prensa desde el momento de su nacimiento. Ahora que ya son adultos y todos han cumplido la mayoría de edad, buscan vivir una vida alejada de la atención mediática.
Este jueves, 8 de febrero, la periodista Silvia Taulés publica el libro Los sobrinos del rey (Ediciones B), donde se hace un repaso por su infancia, su día a día, sus sueños, sus amores y todas sus polémicas. Pero también se refleja ese anhelo de libertad con el que tanto han soñado desde que son pequeños.
No quieren ser como los demás, pero al menos quieren poder parecerse y hacer cosas cotidianas sin convertirse en noticia. No ha sido una infancia fácil para ellos, pero consiguieron superarla con éxito gracias al apoyo mutuo que se han dado durante años. Más que primos son amigos y confidentes. Una unión que ha quedado demostrada este mismo fin de semana gracias a la complicidad pública de Victoria Federica (23) y Pablo Urdangarin (23).
Los seis nietos son el orgullo de su abuelo, el rey emérito Juan Carlos I (86). Aunque por edad a veces no entiende algunas de sus decisiones, siempre ha mostrado su lado más humano junto a ellos. En el libro de la periodista, se recuerdan algunos de los episodios más emblemáticos del Emérito y sus nietos: desde la llamada a Victoria Federica para advertirle sobre lo poco que le gustaban las cejas rosas que se había puesto, hasta el trabajo que le consiguió a Felipe Froilán de Marichalar y Borbón (25). Sin olvidarse de que es él quien costea parte de su educación y su día a día.
En las más de 200 páginas que tiene el libro, también se detallan algunos de los secretos mejor guardados de los jovenes. "Hubo un objeto que siempre acompañó a la pequeña Victoria, hasta que un día se hizo mayor. Era un calcetín, una prenda que de bebé usaba para dormirse, abrazándolo y acurrucándose con él, y que le acompañó, envejecido y roto, durante toda su infancia. Dejó de ser un bebé, pero cuando tenía sueño, cuando tenía miedo o cuando algo de su alrededor no le gustaba, Victoria se abrazaba a esa prenda. Un calmante, un recuerdo de una lejana infancial feliz que se había ido para siempre", explica la periodista.
También se confirma que a ambas familias les une mucho más que los lazos de sangre. Aunque ha sido en diferentes momentos de la vida, todos ellos han atravesado situaciones similares: comenzando por el divorcio de sus padres pasando por interminables mudanzas y cambios de colegios.
La primogénita de los Eméritos y Jaime de Marichalar (60) se divorciaron en 2007 después de 12 años de matrimonio. No fue una separación fácil ni para ellos ni para sus dos hijos, que tuvieron que vivir en primera persona las contradicciones de sus padres y la persecución de la prensa. No fue un divorcio amistoso y los principales perjudicados fueron los pequeños. Algo que se vio reflejado en su adolescencia, cuando demostraron un comportamiento rebelde y muy criticado: desde desaparecer hasta huir de los guardaespaldas. Todo ello con un único motivo: alejarse de aquella vida llena de protección y disfrutar de unos minutos de esa ansiada libertad.
En el otro lado de la balanza se encontraba la familia Urdangarin. Los cuatro hijos del matrimonio eran educados y muy cercanos a sus padres. Aunque su infancia fue más o menos fácil, con una vida tranquila a caballo entre Barcelona y Washington, pronto se convirtió en una pesadilla. Con la imputación de sus padres en el caso Nóos, pasaron de ser los "populares" a los "apestados". Tal y como recuerda ahora el libro, el primogénito del matrimonio, Juan Valentín (24) llegó a sufrir bullying en el colegio en su regreso a España.
Precisamente es él la persona más querida tanto por sus hermanos como por sus primos. Muy discreto con su vida personal y trabajando en Londres, el hijo mayor de la infanta Cristina ha sido el bastón de sus hermanos pequeños y un apoyo fundamental durante los años más mediáticos. Algo que se demuestra en uno de los detalles que desgrana Los sobrinos del rey. Irene Urdangarin (18) tiene decorada su habitación de Ginebra con las fotografías más personales, pero en las que hay un rostro que se repite demasiado: el de su hermano mayor, convertido en un referente para ella.
"La habitación de Irene en Ginebra es amplia y muy luminosa. En las paredes cuelgan fotografías por todas partes. Hay imágenes de los mejores momentos con los suyos, especialmente con su familia: su padre, su madre, su abuelo, sus amigos, sus primos y, sobre todo, sus hermanos. Entre todas las fotografías hay un hermano que sale muchas más veces que el resto: Juan, el mayor, una persona querida y adorada por todos a quienes se pregunta", explica Silvia Taulés sobre el lugar seguro de Irene en Ginebra.
Precisamente, ha sido Juan el más afectado en la separación y reciente divorcio de sus padres. Tras hacerse pública la noticia de que su padre le estaba siendo infiel a su madre, este decidió cortar todo tipo de relación con Iñaki tras sentirse "tradicionado". Quienes le conocen, tal y como recoge el libro, le definen como un chico con "un corazón enorme, admirado y volcado en la familia". También es el más introvertido, pero que ha sacado el lado más solidario de su madre, pasos que está siguiendo ahora la pequeña de la familia.
El más desconocido de la familia es Miguel (21), aunque quienes le conocen le definen como una persona muy inteligente y muy centrada en su futuro profesional. Quien durante años también ocupó un discreto segundo plano fue Pablo. El segundo hijo del matrimonio ha sacado la vena deportiva de su padre y está siguiendo sus pasos en el balonmano. Sin embargo, las polémicas fotografías de Inaki junto a Ainhoa Armentia le pusieron en el foco mediático. Preguntado por la prensa, no dudó en contestar: "Son cosas que pasan". A partir de ese momento, no solo se ganó el cariño de la prensa, también demostró cómo era su desconocida y madura personalidad.
Con su futuro ya decidido o todavía por decidir, los seis sobrinos de Felipe VI buscan ser personales normales y vivir una vida alejada de las polémicas. Sin embargo, tal y como explica Silvia Taulés, "deberán caminar el resto de sus días con el peso de ser los sobrinos del actual rey de España y los nietos del anterior jefe de Estado".