Resulta altamente complicado poder llegar a imaginar qué puede pasar por la cabeza de alguien que ha sobrevivido a un accidente histórico, y a quien cada cierto tiempo, la televisión, los medios o las nuevas plataformas digitales les recuerdan aquello en forma de noticia, serie o documental.
Es el caso de Trevor Rees-Jones, el único superviviente del accidente de tráfico más impactante de 1997, el que provocó la muerte de la princesa Diana de Gales, la mujer más famosa y seguida del mundo, y de su pareja, Dodi Al Fayed, hijo del multimillonario egipcio Mohamed Al Fayed.
El 31 de agosto del aquel trágico año, la pareja abandonaba el Hotel Ritz de la emblemática Place Vendôme de París en los asientos traseros de un Mercedes-Benz negro conducido por su chófer privado, Henry Paul. Ocho minutos después de arrancar, y con los paparazzi asediando el vehículo, el conductor, que dio positivo en alcohol y drogas, perdió el control. Él y Dodi murieron en el acto. Diana perecería momentos después en el hospital. Trevor, el guardaespaldas, sigue vivo.
Con motivo de la sexta temporada de The Crown, que recoge el siniestro mortal, el Daily Mail ha investigado sobre la vida del miembro de seguridad de Diana y Dodi, que lleva una vida plácida, apartado del foco mediático. 26 años y tres meses después de convertirse involuntariamente en una de las personas más populares del planeta, Rees-Jones trabaja como jefe de seguridad del grupo farmacéutico AstraZeneca, célebre por su vacuna contra la Covid-10.
Desde hace más de seis años, Rees-Jones reside en una casa valorada unos 600.000 euros y lo hace junto a su esposa Ann Scott, que es profesora, sus dos hijos y su perro en Oswestry, una ciudad situada en Shropshire, su condado natal en Reino Unido.
Un accidente fatal
Trevor Rees-Jones sobrevivió, pero también estuvo al borde de la muerte tras el accidente fatal en el Puente del Alma. Se rompió todos los huesos de la cara, padeció graves lesiones en el tórax y lo que le salvó la vida fue el cinturón de seguridad y el airbag, que impidió que el impacto alcanzara órganos vitales.
Joven y lozano -tenía 29 años-, Trevor pasó diez días en coma y tuvo que ser sometido a numerosas operaciones. Según informó la versión francesa de Vanity Fair, los cirujanos reconstruyeron su rostro con 150 placas de titanio y la ayuda de una antigua fotografía del guardaespaldas real. Durante meses, sufrió una "amnesia profunda" y únicamente pudo comunicarse por escrito o a través de susurros.
Tras medio año de rehabilitación, Rees-Jones volvió a su trabajo, al equipo de seguridad de los Al Fayed. No obstante, poco después decidió dimitir y desvincularse de esa familia que le llevó, de alguna manera, al borde de la muerte. A finales de 1998, un año y medio después del accidente pudo volver a jugar al rugby, tal y como le había prometido el médico que lo trató y siguió en París. Luego volvió a trabajar en el ámbito de la seguridad para las Naciones Unidas, antes de hacerse con una pequeña fortuna trabajando para el gigante petrolero Halliburton durante la guerra de Irak.
En el año 2000, Rees-Jones publicó uno de los libros más vendidos del año: Bodyguard, the Sole Survivor's Account, -El guardaespaldas: la historia del único superviviente- en el que narró su historia. En la obra literaria, expresaba, entre otras muchas cuestiones, la profunda tristeza que le provocó no haber podido proteger y salvar la vida de la princesa de Gales. Trevor jamás recuperó del todo su memoria y sus recuerdos se quedaron perdidos en algún lugar de aquel maldito túnel que atravesaba el Sena.