Confieso que me puse frente a la televisión para ver la serie documental de los duques de Sussex, Harry de Inglaterra (38 años) y su esposa, Meghan Markle (41), Harry y Meghan, con algunos -bastantes- prejuicios. Es un matrimonio que nunca me cayó especialmente bien, y que desde que hicieron aquella histórica y lacrimógena -léase la ironía- entrevista con Oprah Winfrey (68) viven abonados al victimismo más zafio, insultante e indecoroso.
Todo el mundo es malo, cruel, despiadado con ellos. Todos quieren hundirles la vida, cuando, ellos, pobres míos, sólo se han enamorado perdidamente. Esa es la idea sobre la que se sustenta su vida en la actualidad, desde que decidieron irse -a medias, hasta donde decidamos nosotros, eh- de la Familia Real británica. Pero, bueno, juro que me coloqué ante Netflix y me dije que iba a tratar de entenderlos, de ver la serie documental desprovisto de todo prejuicio.
Pero es que es muy difícil. Me lo han puesto muy difícil. Intentan humanizarse, pero no les sale. Tiran de la lágrima por momentos y sólo se emocionan ellos. Así en general, he de decir que veo algo de más verdad en él. Al menos, se lo ve muy enamorado. Algo de lo que te das cuenta por cómo la mira, embobado. También es verdad que Harry desprende un halo de tristeza constante, de soledad.
No es para menos: si lo analizas, a nivel familiar sólo tiene a Meghan. No se habla con nadie, o no tiene buena relación con nadie. Y ella, bueno, no olvidemos que es -fue- actriz, y nos puede estar engañando. El percal este llamado serie documental está cargado de contradicciones, de verdades a medias, de mentiras maquilladas de verdad.
Vistos los tres primeros capítulos, me reafirmo en que ambos son unos acomplejados que practican el quiero y no puedo, que ni comen ni dejan comer. Reniegan de la Familia Real británica, pero no quieren vivir sin su amparo de duques de Sussex ni sin sus privilegios, que son muchos aunque en la sombra. Se quejan, disparan cruelmente contra todos y contra todo, afean comportamientos, pero, eso sí, quieren que sus hijos sean príncipe y princesa por aquello de la seguridad.
¿En qué quedamos? A mí me hacen tanto daño, como se denuncia que le han hecho a la pobre Meghan desde el Palacio de Buckingham y desde los medios de comunicación, y no querría tener ningún vínculo con nada que huela a la Corona. El raro seré yo, visto lo visto.
La serie Harry y Meghan es un despropósito tras otro. A lo mejor yo me lo he saltado -entre bostezo y bostezo-, pero, ¿ustedes han visto algún momento de autocrítica de los dos? ¿Un momento en que hayan reconocido algún error suyo? Un pequeñito mea culpa. ¿Alguna equivocación? Y no me estoy refiriendo a que él diga que vestirse de Nazi fue una de sus grandes meteduras de pata. No, a cosas más profundas, familiares. Harry, ¿siempre te has portado bien con su hermano, con tu abuela Isabel II y con tu padre? ¿No hay nada de lo que te arrepientas?
"Nadie sabe toda la verdad. Nosotros sabemos toda la verdad. La institución conoce toda la verdad. Y los medios de comunicación saben toda la verdad porque han estado implicados", dice Harry en el primer capítulo. Ahora que la "verdad" por fin ha salido a la luz, he aquí una serie de afirmaciones de Harry y Meghan que difieren por completo de lo que se había comentado con anterioridad.
1. El ducado de Sussex
Si de algo los duques se han hartado de hablar en los medios de comunicación -eso sí, con la prensa colega, la amable, como los medios que están detrás de este documental y la charla con su amiga Oprah- es del racismo del que, según ella, fue víctima. Eso le hizo mucho daño, ¡sufrió lo indecible! Entendible, querida Meghan, pero lo que no es tan lógico es que os aferréis a un ducado como el de Sussex, con un pasado tan marcadamente racista.
Resulta curioso que ninguno de los dos haya tenido problemas en aceptar el ducado de Sussex, y seguir usándolo, teniendo en cuenta su reprobable procedencia. El monarca que dio origen al ducado apoyó durante décadas el trabajo de esclavos en los países del Caribe pertenecientes al Imperio británico a través de la London Society of West India Planters and Merchants. Vaya por Dios, ¿se les habrá olvidado esto? ¿Por qué no hablan de esto en el documental? Qué gran misterio.
2. Críticas a la prensa
Qué mala es la prensa. En concreto, la británica. Cuánto daño le ha hecho a Meghan con sus titulares cargados de odio y racismo. Y blablabla. Pero, oye, nos ponen un talón con muchos ceros delante y se nos olvida todo daño. ¡Ha quedado restañado! Por arte de magia. Claro que para Harry y Meghan hay periodismo de primera y de segunda, por lo que veo. Periodismo de clases. La prensa amiga sí es buena prensa, pero, ay, qué malos esos de The Sun, Daily Mail... ¡Son cloacas, ratas...!
Por cierto, sobre este tema hay novedades. Sarah Greenhalgh, corresponsal en Europa de 7News en Londres, ha asegurado que los duques atacan a la prensa de Reino Unido con "titulares y fragmentos de sonido" pertenecientes a medios estadounidenses. "Se trata de la intrusión de la prensa", ha dicho Sarah. Queridos Harry y Meghan, si disparáis hacerlo bien porque el tiro, qué cosas, puede errar. Y termino: si no fuera por la prensa, ¿qué sería de vosotros?
3. Cómo se conocieron
Meghan comete muchos desbarros, deslices de memoria en el documental. En una entrevista de compromiso en la BBC, Markle dijo que apenas sabía quién era el Príncipe. "Como soy de Estados Unidos, no creces con el mismo conocimiento de la Familia Real. Así que, aunque ahora entiendo claramente que hay un interés global, no sabía mucho sobre él", afirmó. Y en el primer episodio de la docuserie recuerda el momento en que un amigo le informó de que estaba siendo pretendida por la realeza.
Cuando ese amigo común le hizo saber que el "príncipe Harry" estaba interesado en conocerla, ella respondió: "¿Quién es?". Eso sí, en el mismo episodio, Meghan y Harry son vistos recordando una antigua entrevista de ella en la que el entrevistador pide a Meghan que elija entre el príncipe Guillermo (40) y el príncipe Harry. Ella se encoge de hombros y hace una pausa antes de elegir finalmente a su futuro marido. Entonces, ¿lo conocías o no lo conocías?
Tampoco parece haber mucha verdad en el cómo se conocieron Harry y Meghan. En una entrevista para la BBC tras el anuncio de su compromiso, Meghan aseguró que los presentó un amigo en común y que fue una "cita a ciegas". Ahora, resulta que fue a través de Instagram y, cómo no, ataca en Netflix a los que organizaron esa entrevista, diciendo que fue un "realty orquestado" y que "no se nos permitió contar nuestra historia". ¿En qué quedamos, Meghan?
4. Comparación forzosa con Lady Di
Este tema te reconozco que me escama bastante. Lo que me extraña es que si me provoca a mí ese sentimiento, ¿por qué no se lo provoca a su hijo? Porque no veo yo que Harry esté respetando mucho la memoria de su madre al compararla, constantemente, con su mujer. Dice que teme que a Meghan le hagan lo mismo que a su madre, que la prensa acabe con ella.
En los tres primeros capítulos, resulta hasta vergonzoso cómo intentan, forzosamente, unir la historia de dos mujeres que, sintiéndolo mucho, no tienen nada en común. Es patético ver cómo quieren manipular la historia. "Cuando conocí a Meghan me aterró que los medios la espantasen. Sabía que la única forma de que funcionara era manteniéndolo en secreto todo lo posible", sostiene Harry, para añadir en el culmen de la insensatez: "Estoy profundamente preocupado por la seguridad de mi familia. (...) Es una cuestión de deber y servicio, y creo que al pertenecer a esta familia tengo el deber de destacar la explotación y el soborno que se producen en nuestros medios".
5. La profusión de vídeos y fotos
Dicen Harry y Meghan que fue un amigo de ambos el que les recomendó que comenzaran a grabarse en la intimidad de su hogar y en su día a día, de cara a la "desinformación que había por ahí, sobre todo de nosotros y la salida (de la institución)".
Pero a mí me sorprende mucho la cantidad de vídeos y fotos que se muestran en la serie documental. Como si llevaran ambos toda la vida esperando este momento. Digo yo que se puede contar-denunciar lo mismo con menos profusión de vídeos y momentos íntimos. Porque, os pregunta a vosotros, Harry y Meghan: ¿habéis vendido vuestra intimidad o no? ¿Queréis vivir de esto o no? ¿O es que ahora sí, ayer no y mañana por supuesto que no?
6. La polémica de la sobrina y la boda
Aquí, en la boda, hay mucha miga. De Meghan me interesan bastantes cosas, a nivel familiar, pero veo que ella, de momento, ha pasado de puntillas por sus asuntos más espinosos. Confío mucho en los otros tres capítulos. ¿Contará por qué dejó de hablarse con su padre? Mientras tanto, en el documental Meghan sugiere que desde el Palacio de Kensington le aconsejaron que no invitara a su boda a su sobrina, Ashleigh Hale, hija de su hermanastra, Samantha Markle.
No la invitaron por "las orientaciones que les estaban dando". No obstante, una fuente ha confesado a The Telegraph que el personal de Kensington "nunca le habría dicho a nadie a quién podía o no podían invitar a su propia boda". ¿Quién tiene la verdad? Seguro que la culpa de todo la tendrá Isabel II y esos medios tan malos y manipuladores.