Se suele decir que un vino es una «obra de arte» cuando algo, ya sea su sabor, su elaboración o su exclusividad, se sale de lo normal. Pero pocas veces adquiere un sentido tan literal como en Kolor. Raúl Perez es uno de los enólogos españoles con más prestigio fuera de nuestras fronteras. Lo es por su particular forma de entender el vino, dando prioridad a la viña y no a la bodega. Por su parte, Okuda San Miguel es uno de los artistas del nuevo arte contemporáneo con más presencia en el panorama internacional, gracias a su singular lenguaje iconográfico, formado por estructuras geométricas y patrones multicolores, y a su activa participación en proyectos sociales.
Dos mundos, el del vino artesanal y el de la pintura urbana, unidos ahora para llevar el «arte gastronómico» a otro nivel, para revitalizar el sector del vino, a menudo demasiado tradicional pero cada vez más abierto a nuevas formas de expresión, y para alcanzar, en definitiva, un objetivo que ambos comparten: emocionar.
Estos dos genios rebeldes dan forma a una colaboración inesperada que comienza con un encuentro en el que ambos comparten sus ideas, reflexiones, conceptos e inquietudes sobre la vida y sus diferentes disciplinas profesionales. El resultado de ese diálogo es Kolor, un vino que es mucho más que vino. Es una obra de arte única, que se vive y se disfruta con los cinco sentidos.
¿Entonces el vino se mira o se bebe?
Se bebe, y con ganas. Kolor es un vino elaborado a partir de uva mencía procedente de viñedos de más de 50 años situados en el pueblo de Valtuille de Abajo, y la añada 2019 sale al mercado después de 12 meses en barrica. La fermentación de los racimos enteros, con raspón, se realizó en grandes tinas de roble. La maceración duró entre dos y cinco meses y, posteriormente, se realizó una crianza en madera de roble y cemento durante un año.
Se trata de un vino embotellado sin clarificación ni filtración, que en nariz presenta notas de violeta y aromas frescos muy minerales. En boca, Kolor tiene la redondez propia de los suelos arcillosos, una acidez muy bien integrada y buena estructura. Es un vino exuberante, con mucho volumen, redondo y, sobre todo, apetecible. Con la capacidad de emocionar que buscaban ambos artesanos, sobradamente conseguida, y un precio más que razonable (alrededor de los 35 euros).
Así es el líquido, el interior de la botella, el lienzo sobre el que trabaja Raúl Pérez. Un vino fresco, de aromas sutiles y sensaciones complejas, que parece gritarnos ¡ultreia!, ese «vamos más allá» por el que aboga el enólogo desde el Bierzo, y que Okuda San Miguel se encarga de vestir con su particular universo de color y geometría. Las formas orgánicas y la simbología de la etiqueta de Kolor animan a la reflexión y buscan inspirar al espectador planteándole cuestiones universales. Porque, como sucede con las obras de arte, la interpretación final siempre está en manos del público. Y esto, más que un vino, es una experiencia.