Hace unos días tenía lugar la presentación del proyecto de futuro de la denominación de origen calificada Rioja. Son lo vinos de zona, de municipio, y el pico de la pirámide: los vinos de viñedo singular. Igualmente, han presentado elaboraciones con las nuevas variedades de uva, como maturana, tempranillo blanco, de las que se espera que el paso del tiempo las afiance y tengan una gran proyección. Y junto al futuro, no han olvidado reafirmar el presente y el pasado, con sus viñedos históricos y una colección de sus incontestables reservas y grandes reservas.
Fue una demostración de fuerza. La denominación de origen más poderosa de España y con mucha diferencia sobre la siguiente, quiso mostrar, ante un nutrido grupo de periodistas de todo el país, su músculo a través de dos grandes catas: una celebrada en la bodega Amarem, de la familia Cañas, situada en Rioja Alavesa; y la otra en Marqués de Murrieta, a las afueras de Logroño.
Vinos de viñedos singulares
Durante los últimos años el Consejo Regulador de esta denominación se ha enfrentado a serios retos. El más importante de todos es el que afecta a la mayoría de las denominaciones importantes del mundo, que es la diferencia de precios entre vinos supuestamente de la misma categoría. Es decir, que en un lineal en Alemania puedas encontrarte un reserva a seis euros; y en una tienda especializada de la esquina, otro reserva de Rioja a 100.
Para ello abordaron con habilidad la zonificación con vinos de diferentes geografías, municipios y sobre todo con la figura de los “viñedos singulares”, la joya de la corona, y el nuevo ariete de calidad de los riojas. Los vinos procedentes de estos viñedos se supone que serán los de mayor calidad y probablemente precio, dado que generalmente darán pocas botellas. Estos viñedos tienen que tener unas características especiales. Plantaciones de más de 35 años; una producción que no supere los 5.000 kilos por hectárea, en tintos y 6.900 en blancos; cuando lo autorizado para lo que no es singular es de 6.500 en tintos y 9.000 en blancos. Y además de forma natural, que no vale quitar racimos para llegar a esa cantidad. La vendimia debe ser manual; y lo más importante de todo, y es que el vino que salga de ese viñedo tiene que tener una puntuación alta en una cata de los servicios técnicos del Consejo Regulador.
La verdad es que los viñedos singulares son de momento muy poquita cosa. En conjunto son unas 200 hectáreas en una denominación que tiene más de 60.000. Los visitantes acudimos a algunos de ellos, la mayoría pequeñitos y especiales, casi todo están a la antigua, claro, con mezcla de uvas tintas, no todas de la variedad tempranillo, y algunas blancas, que se vendimiaban juntas y se elaboraban a la vez. Eso suele dar vinos de menos estructura, pero de mayor acidez y por tanto más frescos y longevos. La cata posterior se reafirmó esta impresión, apareciendo vinos de mucha clase y donde es evidente que va a haber una tendencia al alza en los próximos años.
Un repaso a la historia
Y si una jornada fue de futuro, la siguiente fue de historia y poderío actual. Visita a Viña Tondonia, la gran finca de los López Heredia; y a Ygay, los viñedos de Marqués de Murrieta. Y para cerrar una cata de reservas y grandes reservas que Pablo Franco, el director técnico de Rioja seleccionó. No salió a hombros de la sala de cata por los pelos. Y no era para menos. Presentó dos blancos: Valserrano Gran Reserva 2015 y Capellanía Reserva de 2016, que da una idea de hasta donde pueden llegar los grandes clásicos blancos riojanos. En tintos, en capítulo de reservas 2016 apareció San Vicente, Roda I, Cerrado del Castillo de Cuzcurrita, Macán (de Vega Sicilia), Gaminde, Gaudium (de Marqués de Cáceres), y un último reserva, este de 2015, Tarón Cepas Centenarias de la cooperativa de Tirgo.
En grandes reservas se disfrutó de Imperial, Tobía, Campillo 57, Remírez de Ganuza, Valenciso 10 años después, del 2010; Gran Reserva 904 de La Rioja Alta S.A. en su añada 2011; Viña Tondonia Gran Reserva 2001; y se cerraba con el vino de los anfitriones, el Castillo de Ygay Gran Reserva 2010 de Marqués de Murrieta, el vino que acaba de recibir el premio al mejor vino del mundo por la revista norteamericana Wine Spectator.
Podían haber sacado un par de decenas de vinos de parecido nivel. La D.O. Ca. Rioja dejó un mensaje muy claro: “Tenemos pasado del que enorgullecernos, presente de segura calidad y contundencia; y un futuro prometedor. ¿Alguien da más?