El 2021 para la vendimia está siendo un año raro. Sequía generalizada, una ola de calor en agosto que paralizó las viñas (a partir de 35 ºC la cepa se defiende, cierra esporas, no hace la fotosíntesis y para toda actividad). Un mes de septiembre de poco calor y mucha lluvia, lo que atrasa la maduración de las uvas y lleva a que la cosecha de tintos, al norte del Sistema Central, Rioja, Ribera, Navarra… está empezando ahora. Unas fechas que se considera con retraso con respecto a los últimos años, pero que serían normales en los viejos tiempos, en que se vendimiaba “para la Virgen”, es decir, para El Pilar, el 12 de octubre.
Se espera menos cantidad y poco grado. En blancos que no pase de 12 o 12,5 grados de alcohol, no es grave; pero en tintos sería un desastre. Hay un montón de páginas meteorológicas y cada bodeguero se agarra a la suya, normalmente, la que más le anima, la que dice que hará buen tiempo y sol en octubre. Como siempre se comenta, el que aguanta y no se pone nervioso, y no empieza a vendimiar antes de tiempo, le saldrá un buen vino, pero hay que tener temple.
Menos cantidad de uvas
La cosecha será en líneas generales más baja que la anterior. En las grandes zonas que ya están terminando de vendimiar: La Mancha, Extremadura… han cosechado un 30 % menos. Son las zonas más poderosas de exportación a granel y afortunadamente para ellos, Francia e Italia, los grandes competidores en este mercado, también han bajado mucho la producción, sobre todo Francia.
Por zonas, Rueda este año ha tenido problemas. Durante la floración de la planta hubo mal tiempo, así que no hubo una buena polinización, y traen una vendimia mucho menos productiva. El resto lo ha hecho la sequía veraniega. Mucha menos cantidad, bien de calidad, y la variedad que más ha sufrido es la sauvignon blanc, que va a haber poquita.
Los gallegos con sus blancos siempre funcionan al revés que el resto del país, debe ser el clima atlántico. Cuando en el conjunto de España hay mucha uva, allí hay poca, y viceversa. Este año la variedad godello, en Valdeorras y otros lugares, ha salido mucha y buena; y en Rías Baixas con el albariño, ha resultado un cosechón y de calidad, aunque no un grado excesivo. Les ha venido Dios a ver, porque están sin gota de vino. Mucha pandemia y mucho llorar, pero han vendido todo el vino que tenían, entre otras cosas gracias al tirón de la exportación, sobre todo a Estados Unidos. Quizá el único problema es que veremos albariños en noviembre de la cosecha 2021; y a mi juicio, estos vinos requieren un poquito más de botella antes de salir al mercado. La cuenta de explotación es lo que manda, y habrá Rías Baixas en Navidad para acompañar a los mariscos.
Lluvia y miedo en el Mediterráneo
Rioja y Ribera de Duero llevan dos caminos diferentes. En la primera se espera menos cantidad de uva, debido a que les pilló una helada primaveral; y luego han sufrido pedrisco. Al contrario, Ribera de Duero, este año, curiosamente y crucemos los dedos, no les ha pasado nada; así que van a tener buena cosecha y de calidad. Incluso muchos están cortando racimos y tirándolos al suelo para dar más energía y calidad al resto que queda en la cepa.
En la vertiente mediterránea las variedades blancas y las orientadas al cava o espumosos, sin ningún problema, tanto en Cataluña como en Levante; y como en el resto del país con retraso, el resto. DANAs en agosto, y luego en septiembre, han influido mucho en el tiempo de vendimia. Además de media saldrán con un 20 % menos de producción y menos grado. La preocupación se centra en las tierras de la variedad bobal, en Utiel Requena. La combinación de agua y calor produce podredumbre, la enfermedad que llaman botritis, y es que las uvas se pudren y hay que tirarlas. En algunos sitios ha empezado ya el proceso. La situación es buena con la variedad monastrell en Jumilla, Alicante, Yecla y Bullas. Buena vendimia en cantidad y calidad, con menos grado; pero si tenemos en cuenta que se pasan la vida intentando que el vino no se les suba excesivamente de grado; pues este año más cómodo.