Si este hotel fuera persona, no habría quien no se enamorase de él. No extraña, siendo resultado del idilio de Manrique con la isla, pero con más motivo aún al conocerse que uno duerme en la que fue la casa del padre del artista. El hotel César Lanzarote concentra todos los encantos de esta tierra de fuego que lo ha visto emerger y se presenta como un oasis de hedonismo y desconexión, donde sumergirse en la mejor cocina canaria desde el desayuno a la cena.
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El pintor y escultor que fusionó la naturaleza y el arte como nunca y convirtió en suya la isla ha dejado huella también en esta casa que respeta la paleta de colores lanzaroteña con marcos de puertas y ventanas verdes en el interior y azules en la costa. Ubicado en un paraje tranquilo de La Asomada, a 10 minutos en coche del aeropuerto, con el Parque Natural de los Volcanes y La Geria a su espalda y el océano de cara, el hotel César Lanzarote es el último proyecto del Grupo Numa, que ha firmado una declaración de amor con la isla como en su día la firmó César Manrique.
Al igual que en otros de sus bellísimos hoteles, que guardan la misma línea y filosofía - homenajear el territorio-, el interiorismo ha sido obra de Virginia Nieto. En este caso, la casa se ha convertido en hotel tras una reforma dirigida por el ingeniero isleño Alexis Betancor. En uno de sus patios interiores, aguarda un jardín que lleva el sello Manrique. Bajo él se ubicará el spa que en principio estará funcionando a partir de verano.
Antes de ser la casa en la que vivió durante años Gumersindo Manrique, padre de César, fue conservera y escuela. Respetando el aspecto original, el patio central vertebra otras estancias como pequeños salones, la recepción y algunas de las habitaciones. Cuenta con 20, todas diferentes, donde Nieto ha hecho también su magia plasmando la esencia de Lanzarote. Madera, lino, piedra, materiales en sintonía con la isla y su arquitectura que han trabajado artesanos locales, con las comodidades de la vida moderna y la alta tecnología.
La piscina es otros de los grandes atractivos del hotel, por si hacían falta más motivos para quedarse. A sus pies un jardín de arena volcánica y cactus, con pequeños refugios con hamacas formado por muros de piedra, como la que protege las vides de la isla. Las siestas ahí saben a gloria, más si es en compañía de un malvasía. Con suerte, el viento no tiene un asiento reservado, al menos no está invitado.
Canarias en la mesa, del desayuno a la cena
El restaurante César se ubica en la planta baja del edificio principal. La despensa local es el hilo conductor de una propuesta gastronómica que ha sido diseñada por Juanjo López de La Tasquita de Enfrente, desde el desayuno hasta la cena. Producto canario en puro estado que viste de sencillez y brilla con luz propia en cada plato.
El madrileño también está al frente del universo culinario de otros hoteles del grupo como Amagatay y Morverdra, en Menorca. Completa y variada, la carta se nutre del surtido de productores locales como Finca de Uga o Finca Machinda, siete espacios de cultivo que abastecen a la isla con hortalizas verduras y frutas excepcionales, con métodos de producción tradicional ecológica y sostenible. Gambas de La Santa, que sirven para animar la ensaladilla, sello inconfundible de López. Trabajan con otros pescados de las islas tratando siempre de ajustarse a la proximidad.
En la carta conviven elaboraciones sencillas que encapsulan el territorio como las mencionadas y otras como el aguacate al mojo verde, o los adictivos chips de morena con patitas y mojo. No hay que olvidarse del carabinero de La Santa, que se acompaña de papas confitadas, ni del cochinillo negro canario, ni el mini wellington más rico del mundo, donde una fina lámina de hojaldre envuelve la pechuga de un pichón y después se riega con una deliciosa reducción. El gofio llega con los postres, con el helado a base de esta harina de maíz y nuez caramelizada.
Hay que estar bien atento, aquí se come por los ojos en todo su esplendor: no solo lo que llega en el plato, con cuidadas presentaciones, sino el paisaje que se extiende a su alrededor, ya sea el que evoca el interiorismo del salón, el que se divisa, con el mar colándose por las ventanas o en el que se camufla su terraza.
Bajo ella se ubica la bodega donde elaboran su propio vino, de ahí nace César, una referencia que solo se sirve en el hotel y que forma parte del proyecto Jable de Tao, dirigido por Carmelo Peña. Un viñedo propio para un vino de parcela, en su mayoría malvasía, con diferentes viñas de la isla, que envejece en barrica de roble francés durante un año y después seis meses en botella, del que la sumiller Cristina Pardo da buen parte, junto a los otros vinos de la carta, y se esfuerza por convertir el servicio en excepcional con cariño y desparpajo.
El brunch de César
Le llaman brunch, porque se sirve desde las 11:00 hasta las 13:30, todos los días, pero en realidad se aleja de lo que se conoce como tal. Se compone de una amplia y variada selección de platillos, algunos como su aclamado sándwich club sí que se aproxima a lo convencional, otros como los rigatoni con almogrote de dos quesos de Finca de Uga no son los típicos a esperar pero se les quiere igual. Al igual, e incluso más, a las judías verdes de Finca Machina con panceta ibérica, plato para suavizar, sencillo y delicioso, donde de nuevo se aprecia la frescura que ofrecen los productos con los que trabajan.
Flechazo en Lanzarote
Y con el hotel. Flechazo continuo se mire por donde se mire. Todo es fruto y obra del esfuerzo por hacer brillar el continente y el contenido. La belleza de la casa ya cumple la tarea por sí sola, Nieto y Betancor se han encargado de pulir cada detalle. El restaurante no hay duda de que está en muy buenas manos. Y para que todo fluya en armonía está el equipo de 30 personas al completo, liderado por el general manager, Sébastien Jover, que logran desde el primer instante que se cruza la puerta que perciba ese aire de hedonismo relajado que suaviza y convierte en única e inolvidable la estancia.