Hoy en día existen multitud de dietas o métodos alimentarios. Entre otras, la Dieta Vegetariana, el Veganismo, la Dieta Paleo, la Dieta Cetogénica, o la conocidísima Dieta Mediterránea o la Dieta DASH copan los primeros puestos en cuanto a alimentación saludable se refiere. Sin embargo, no son las únicas, y cada vez son más las variaciones o “mejoras” al respecto. Y ahí es donde entraría la Dieta Pegan o “Peganismo”.
Según su creador, el médico Mark Hyman, el cual habló del Peganismo en su blog en el año 2014, la Dieta Pegan consistiría en una mezcla entre la Dieta Paleo y la Dieta Vegana, algo que a priori suena paradójico e incluso imposible. Pero Hyman no quedó contento con eso, sino que desarrolló un poco más su idea en su libro de dietas en febrero de 2018, “Food: What Heck Should I Eat“. Ha pasado ya un año, y las búsquedas relacionadas con el Peganismo han crecido exponencialmente.
El Peganismo o Dieta Pegan: Pros y contras
Aunque el Peganismo es más fácil de seguir que sus hermanos mayores (Paleo y Veganismo), no deja de tener algunos contras al respecto, dado que restringe algunos alimentos con una alta densidad nutricional sin una razón científica a sus espaldas.
Como pros, tanto la Dieta Paleo como la Dieta Vegana destacan por su base amplia en plantas y hortalizas, y el Peganismo no se queda atrás, un concepto que ha demostrado no solo mejorar la salud de los humanos, sino que también podría proteger nuestra especie y el medio ambiente a largo plazo, como bien afirmó la reciente investigación sobre la Dieta de Salud Planetaria. De hecho, en el Peganismo el 75% de la dieta se basa en verduras, frutas y hortalizas. No se puede negar que es un gran punto a favor, dada la desnutrición occidental que sufrimos actualmente por falta de consumo de estos alimentos. Sin olvidar el necesario consumo de fibra, que debería representar entre 25 y 35 gramos diarios, y que no solemos alcanzar.
Por otro lado, otro punto a favor es la recomendación de consumir pescados grasos y linaza, por ser fuentes de ácidos grasos omega-3, un elemento poco consumido en el mundo occidental. Así mismo, también aconseja consumir frutos secos, aguacates, aceitunas y aceites vegetales, fuentes de grasas insaturadas saludables. Como ya han demostrado los estudios, consumir Omega-3 en forma de suplementos es inútil, y es mejor si forma parte de una dieta saludable.
Además, también permite consumir grasa saturada esporádicamente, ya sea en forma de carne o manteca ecológica, junto a aceite de coco orgánico o mantequilla orgánica.
El problema llega cuando se intenta hacer un cambio radical desde una Dieta Occidental, basada en ultraprocesados, hacia el Peganismo, repleto de plantas. Los cambios deben ser progresivos, sino, la adherencia puede perderse. Pero, por otro lado, un punto en contra para el Peganismo es que suele recomendar exclusivamente frutas de bajo índice glucémico, como las bayas, con el objetivo de controlar mejor la glucosa sanguínea, algo que también podría controlarse mejor mediante la adición de otros alimentos, como fruta con proteínas por ejemplo.
Las proteínas animales en el Peganismo: Una dieta flexitariana
Según el Peganismo, las proteínas animales son un “condimento”, y aconseja elegir pescados y mariscos con bajos niveles de mercurio para acceder a este tipo de proteínas. Este consejo sería compartido con otro método alimentario reciente, aunque aún no oficial: la Dieta Flexitariana, la cual pretende ser un camino progresivo hacia la Dieta Vegetariana. Aunque, como comentábamos, se trata de un concepto relativamente nuevo y aún poco oficial.
Por otro lado, este método alimentario advierte que solo deberíamos consumir legumbres “de vez en cuando”, limitándolos a “media taza por día”, olvidando evidentemente que este alimento es una gran fuente de proteínas y fibra, básico en casi todas las dietas del mundo, y con un bajo coste. Limitarlas sería elevar el coste de la alimentación diaria, reduciendo a su vez el valor nutritivo de las mismas.
Todo ello, sin olvidar que el Peganismo hace gran hincapié en los “alimentos orgánicos” y en el “cultivo sostenible”, un tipo de alimentación que, por el momento, puede salir económicamente poco viable.
Por su parte, este tipo de dieta limita los azúcares libres o azúcares añadidos, y tiene una lista considerable de “advertencias”, como evitar cualquier alimento que pueda incluir pesticidas, antibióticos, hormonas, transgénicos, productos químicos, aditivos, conservantes, colorantes o edulcorantes artificiales. Para Hyman la regla básica es “Si Dios lo hizo, cómelo; si el hombre lo hizo, déjalo”.
Algunos de estos conceptos se contradicen entre ellos, dado que incluso la agricultura orgánica usa pesticidas, aunque sean de otra índole en comparación a los pesticidas utilizados en la agricultura convencional. Y, si intentamos realizar esta dieta 100% a la perfección, se corre el peligro de acabar en la ortorexia u obsesión por comer de forma saludable el 100% del tiempo, algo poco recomendable en cualquier tipo de alimentación que se lleve a cabo.
Los contras del Peganismo: Libre de granos y lácteos
Por su parte, y añadiéndose a los contras anteriores, el Peganismo también prohíbe algunos alimentos nutricionalmente interesantes, sin una clara base científica. Como ejemplo, la Dieta Pegan prohíbe el trigo y otros granos que contengan gluten, afirmando que “la mayoría del trigo actual está genéticamente modificado”. Así mismo, también limita otros cereales sin gluten, que sí son más interesantes que el trigo, tales como la quinoa, el arroz integral, la avena o el amaranto; ¿la excusa? Según el Peganismo, estos granos enteros elevan la glucosa sanguínea y pueden desencadenar enfermedades autoinmunes.
Todas estas prohibiciones no tienen una evidencia científica significativa, y existen otros alimentos que contienen carbohidratos en menor cuantía que también pueden elevar la glucosa sanguínea, como los vegetales, y sin embargo el Peganismo los permite y los vanagloria.
Por otra parte, en su publicación inicial durante el año 2014, Hyman desaconsejaba todos los productos lácteos y derivados porque los culpaba de una serie de enfermedades crónicas; algo que jamás ha respaldado la evidencia científica. Actualmente, sí aconseja el yogur, kéfir, mantequilla, ghee o queso, aunque prefiere la leche de cabra u oveja, y siempre de origen orgánico.
Conclusión: El Peganismo no es para todo el mundo
Como cualquier método alimentario restrictivo, el Peganismo tiene pros y contras a tener en cuenta. El perjuicio más evidente es la restricción de determinados alimentos con una densidad nutricional significativa, con la única base científica de que algunos individuos pueden no tolerarlos correctamente, como sería el caso de la lactosa o el gluten. Pero ese no es el caso de la mayoría de individuos.
En contraposición, el Peganismo aconseja fervientemente el consumo de frutas, verduras, hortalizas y grasas saludables, desaconsejando el consumo de azúcares añadidos, lo cual representa varios puntos a favor a tener en cuenta.
Por tanto, si se sufre algún tipo de intolerancia (o varios), el Peganismo podría ser una solución ideal o al menos podría contribuir a mejorar la salud gastrointestinal. En caso contrario, probablemente este no es el método alimentario ideal.