Cayetano, el hijo de Eva González y Cayetano Rivera, pidió para Reyes queso parmesano. Según contó la presentadora, le insistieron para que pidiera algo más que el queso, pero el niño no quería otra cosa porque ya tenía de todo. De hecho, para los padres también pidió parmesano. “Parmesano para todos”. Los Reyes cumplieron y, como de camino a España pasaban por Italia, le trajeron al pequeño lo que había pedido.
Estoy muy a favor de Cayetano. Cada uno pide lo que le hace ilusión y a mí las cosas de comer y beber me hacen feliz. De hecho, como ya puede verse, no soy Rey Mago, pero siempre vuelvo de viaje con un queso del lugar que visito. Para mí y para regalárselo a alguien.
Más suerte que yo, eso sí, tuvieron los Reyes de Cayetano, porque alguna vez el queso de mi maleta ha protagonizado algún momento embarazoso en el control del aeropuerto. El último “incidente” fue en 2016, volviendo Portugal a España con mi madre. Traíamos un queso Rabaçal en el equipaje de mano de mi madre. Estaba envasado al vacío y es sólido, así que no había problema en meterlo en el avión. Al pasar por el arco de seguridad, a mi madre le saltó el control antidroga aleatorio, así que la llamaron aparte y le pidieron que abriese la maleta.
Ella, que no habla inglés, ni portugués, se puso muy nerviosa, como nos ponemos todos cuando una autoridad nos somete a algún tipo de control, así que empezó a decirle al policía -a gritos, porque si hablas alto tu idioma se hace universal- : “Es un quesejo, un quesejo. Quédeselo, de verdad, no lo quiero. Lo tiro, ¿eh? Lo tiro y no pasa nada. No lo quiero. Para usted, se lo regalo, no lo quiero”.
El agente, viendo el agobio que tenía mi madre, se empezó a reír y sólo atinaba a decirle en un español muy simpático: “Tranquila, señora, tranquila”. Los agentes no aceptaron la invitación a queso de mi madre y nos dejaron viajar a España con nuestro quesejo en la maleta. Un queso que disfrutamos con un alvarinho Soalheiro y nos quedó en el anecdotario del viaje para siempre.
El queso es una de esas cosas que nunca falta en mi nevera. Te apaña una cena, un aperitivo, un postre o un antojo de media tarde. Pero, como dice Karlos Arguiñano, además, remata muchas recetas. Una quiche de jamón y queso emmental, como ésta que publicamos en Cocinillas, o una tortilla francesa rellena de manchego. Arguiñano, por cierto, hizo hace poco una con Ahuyentalobos, de TGT. Es un queso navarro de oveja, con corteza natural, ocho meses de maduración y toque ácido. La tortilla la envolvió con una loncha de jamón serrano y la acompañó con salsa de tomate y una ensalada con queso rallado de la misma marca.
También del cocinero vasco he copiado una ensalada de escarola, nueces, fresas y unas bolas de queso de cabra rellenas de higo que elaboran en una quesería de Zamora. La aliño con una mezcla de zumo de medio limón, dos cucharadas de mostaza de Dijon, una pizca de sal y aceite de oliva virgen extra. La ensalada de Arguiñano no llevaba nada más, pero yo le pongo unos filetes de pechuga de pollo a la plancha en tiras.
Fiona Beckett, en su libro “Todo sobre el queso”, además de una explicación completísima sobre tipos de queso, procedencias y maridajes, da muchísima información sobre el valor nutricional de cada variedad y decenas de recetas de todo tipo y para todos los ánimos en la cocina. Y si no tienes el libro de Beckett a mano, Mer Bonilla dejó una guía de quesos para principiantes gracias a la que supe de la existencia del Gudbrandsdalen o Geitost, también conocido como Brunost -literalmente queso marrón- que, según cuenta Bonilla, “sabe a caramelo, a pesar de que en ningún momento se le añade azúcar”.
Y como hoy es el Día Internacional del Queso, y ya ha quedado claro que aquí somos muy de este alimento, lo vamos a celebrar. Ahora tengo que pensar con qué queso, porque me gustan todos. De momento, voy sirviéndome un amontillado de Sánchez Romate, a ver si me inspiro.