Si hace un par de días veíamos tipos de patatas, hoy vamos a darle un repaso a los tipos de sal que nos encontramos en las estanterías del supermercado que, supongo que ya lo habréis notado, cada vez son más.
Y es que, cuando un alimento se pone de moda, aunque sea algo tan antiguo y con tanta historia como la sal, ni siquiera esa fantástica cocinera que es tu madre es capaz de sacarte de dudas. Desde luego la mía, si tuviese ocasión de preguntarle cuántos tipos de sal hay, me contestaría casi con enfado que si estoy tonta, que cuántas va a haber, dos, la fina y la gorda.
Pero no, resulta que ahora hay más tipos de sal, que puede ser fina, gruesa (que es políticamente más correcto que llamarla gorda), en escamas, en flor, con sabores y hasta de colores. Y es que, como vais a ver, el cloruro sódico da mucho de sí.
Sal común
Es el cloruro sódico obtenido industrialmente en un laboratorio y al que, en ocasiones, se le añaden otros elementos como yodo o flúor. También suelen añadirse algunos aditivos para evitar que se apelmace o se formen cristales de mayor tamaño.
Sal marina
La sal marina sin refinar se obtiene mediante la evaporación de agua de mar en instalaciones que se llaman salinas. Su color es más grisáceo debido a las pequeñas cantidades de otros elementos como el yodo, el flúor, el calcio, el magnesio o el potasio, aunque su composición principal sigue siendo cloruro sódico.
Tipos de sal según su textura
Sal fina
También se la conoce como sal de mesa y es la que tradicionalmente se ha utilizado para sazonar alimentos tanto crudos como cocinados.
Sal gruesa
Se presenta en cristales de tamaño algo mayores que los de la sal de mesa y se suele emplear para salar carnes que vamos a asar como por ejemplo en esta receta de cochinillo asado al horno. También es la sal que se le ha echado al pulpo á feira toda la vida, que por cierto, deberíais lapidarme por no haberos puesto aún la receta.
Flor de sal
Esta es de las “modernas” y es una sal que aflora en la superficie de las salinas marinas (de ahí el nombre de flor) y que destaca por poseer unas propiedades gastronómicas que la han llevado a ser la sal gourmet por excelencia. Es el tipo de sal con menor contenido de cloruro sódico y mayor presencia de otros minerales, por lo que su sabor es algo menos salado, lo que la hace muy adecuada para recetas de repostería que lleven sal entre sus ingredientes. Son famosas las flores de sal de El Algarve, Guérande y Camargue.
Sal en escamas
Ya hace tiempo que todos conocemos la ya famosa sal Maldon, esos cristalitos de sal en forma de lámina (escamas) que van genial sobre las parrilladas de verduras y en los chuletones a la plancha.
Sal para hornear
Se presenta en cristales muy gruesos en forma de piedrecitas que pueden llegar a medir unos 5 mm. Se utiliza para asados de carnes como este pollo a la sal o el famoso besugo a la sal.
Otros tipos de sal especiales
Sal rosa del Himalaya
Es uno de los tipos de sal que más se han puesto de moda en los últimos años desde que a finales de los 90 se le empezase a dar muchísima publicidad atribuyéndole propiedades casi medicinales que no he podido confirmar en ninguna publicación seria. Eso sí, lo que sí os puedo garantizar es que no toda la sal rosa del Himalaya que se vende es del Himalaya, sino que procede de Pakistán (al menos eso es lo que pone en la etiqueta del tarro que tengo yo) y, según he leído por la red, también de Sudamérica.
Sal hiposódica
Es una sal producida industrialmente en laboratorio en la que se sustituyen las dos terceras partes del sodio por otros elementos, por lo que en realidad es una mezcla de distintas sales. Sus usos son los mismos que los de la sal común, pero se recomienda para personas hipertensas. No obstante, las personas que padezcan esta enfermedad deberían consultar con su médico si es adecuado o no su consumo.
Sal ahumada
Es una sal a la que se le han añadido determinados aditivos que le dan un fortísimo sabor y olor a humo. Se utiliza para simular el sabor de un alimento cocinado en las brasas o para hacer el salmón ahumado casero.
Sales de sabores
Son sales a las que se les añaden especias y/o aromas para enriquecer aún más el sabor de los platos en los que se utilizan, como por ejemplo la sal de ajo de la que tanto oís hablar a mi compañera Ana o la sal de trufa que empleamos hace unos días en la receta de Crema de calabacín y apionabo al aroma de trufa.
Y ahora cuéntanos, ¿cuánto salero hay en tu cocina?