El profesor sueco que alerta de bacterias superresistentes que llegan de la guerra de Ucrania: "Son inmunes al tratamiento"
- Los nuevos patógenos que no pueden ser tratados con ningún fármaco están dando el salto del frente a los hospitales generales.
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Kristian Riesbeck, profesor de bacteoriología clínica en la Universidad de Lund (Suecia), recibió hace meses una petición de ayuda desde los hospitales de Ucrania. El microbiólogo Oleksandr Nazarchuk le enviaba muestras de 141 pacientes que habían sufrido neumonía y fueron atendidos en centros del país entre febrero y septiembre de 2022. 133 de ellos eran soldados heridos en el frente, y otros ocho eran bebés recién nacidos. El ucraniano confesaba a su colega sueco que temía que los militares estuvieran trayendo de las trincheras bacterias resistentes a los antibióticos.
Los análisis realizados en el laboratorio de Riesbeck no solo confirmaron el dato sino que añadieron uno más preocupante: una cuarta parte de las bacterias resistentes habían alcanzado la 'panresistencia a los fármacos', es decir, que ningún antibiótico servía para tratarlas. "Lo que descubirmos en el caso de la Klebsiella pneumoniae es que poseía y conservaba genes que la hace más virulenta al contagio, y que proliferaba con éxito en nuestros modelos animales. Eso la convierte en especialmente peligrosa", explica el experto a EL ESPAÑOL.
Responsable de hasta el 20% de las muertes por resistencia bacteriana en todo el mundo, la Klebsiella causa infecciones pulmonares y del tracto urinario, además de infectar las heridas con riesgo de sepsis. "La panresistencia a los fármacos significa que la bacteria es invulnerable al tratamiento y no se puede curar con las medicinas actualmente a nuestra disposición", prosigue el microbiólogo. "Una de las opciones terapéuticas es administrar a los pacientes una combinación de varios antibióticos, pero esto aumenta el riesgo de efectos adversos".
Los resultados de las pruebas realizadas por Riesbeck se han publicado ahora en la revista Journal of Infection, y revelan algunos aspectos alarmantes. Además de ser extremadamente difíciles de tratar, y más agresivas en la infección que provocaron a los ratones y larvas de insecto usados como modelo, el genoma de estas bacterias demostró que no perdían los genes que codifican estas características generación tras generación pese a las múltiples terapias ensayadas.
Es una circunstancia "sorprendente", valora el investigador, dado que no es inusual que una bacteria de este tipo "gaste todas sus energías" en luchar contra los antibióticos, perdiendo potencial patogénico e infectivo en el proceso. Estos genes, además, podrían transmitirse a otros microorganismos. "Siempre hay un riesgo de transferencia genética horizontal entre bacterias resistentes y otras que todavía son suceptibles de ser tratadas", admite el especialista. Pero la mayor amenaza, recuerda, es la extensión del contagio entre la población general.
"La prevalencia de heridas de guerra y la falta de higiene es lo que hace que el frente sea tan propicio para la proliferación de bacterias multirresistentes", detalla. "Pero también la falta de posibilidad de aislar a los pacientes infectados en habitaciones o salas separadas, facilitando el contagio intrahospitalario entre los enfermos y el personal sanitario". A ello se suma la imposibilidad de realizar diagnósticos microbiológicos precisos, lo que dificulta la identificación del microorganismo real que está provocando las infecciones.
Sin embargo, la cepa bacteriana aislada en el laboratorio de Riesbeck provenía en realidad de hospitales de tercer nivel que se encuentran lejos del campo de batalla. "Eso nos hace pensar que ya se ha extendido por varios hospitales ucranianos", alerta, debido a la circulación entre heridos y personal sanitario que ha impedido poner freno a su proliferación. "Y dado que no han perdido su virulencia, estas bacterias seguirán provocando enfermedades y sobreviviendo".
De ahí la facilidad con la que este nuevo riesgo sanitario ha saltado del teatro de guerra y ha pasado a diseminarse entre la población general. "Estas bacterias no pondrán en peligro en algunos casos a personas que se encuentren en buen estado de salud, pero se convertirán en portadores. Y si infectan a otras que estén heridas o cuyo sistema inmunológico se encuentre comprometido, el riesgo es de una infección de mucha gravedad", concluye.