Dime cómo han sido tus amistades durante la adolescencia y te diré cómo será tu envejecimiento
- Un nuevo estudio ha analizado de qué forma la juventud puede afectar a los indicadores de calidad de vida en la etapa adulta.
- Más información: El cerebro del adolescente cambia según su uso de las redes sociales: el estudio que lo demuestra
La adolescencia quizás sea la etapa más trascendental en la vida. Además de construir la personalidad, es el momento en el que surgen las primeras relaciones de amistad. Varios estudios han demostrado los beneficios que tiene el contacto social para el envejecimiento. Ahora, una nueva investigación ha hallado una relación entre ambos: los amigos que se tienen durante la adolescencia pueden determinar cómo será la vejez.
Para llegar a esta conclusión, los autores del estudio reunieron a 184 jóvenes de entre 13 y 14 años a los que encuestaron con la intención de medir la calidad de sus amistades más cercanas, cómo percibían su aceptación social y qué tan simpáticos eran según sus propios amigos.
Pasados cuatro años, volviernon a realizarles la misma encuesta. Una década más tarde, se pusieron de nuevo en contacto con ellos para preguntarles esta vez por su salud física y mental, su satisfacción en el trabajo, su inseguridad con respecto al amor y si habían tenido algún episodio de agresión.
Al consultar los resultados, que se han publicado en la revista Frontiers in Developmental Psychology, los investigadores descubrieron que la aceptación social era el mejor indicador de calidad de vida en la edad adulta. Es decir, aquellos adolescentes que creían caer bien a sus amigos ahora presentaban niveles más bajos de ansiedad social y agresividad. También tenían una mejor salud física, una mayor satisfacción profesional y se sentían más conectados con su entorno.
Percepción de sí mismo
Por el contrario, la simpatía que mostraban los participantes acerca de sus compañeros no ofrecía información alguna sobre ninguno de los indicadores de calidad de vida en la etapa adulta. Y es que, como sugieren los investigadores, la percepción que el propio adolescente tiene sobre su éxito social era lo realmente importante.
Que los autores realizaran dos encuestas con cuatro años de diferencia durante la adolescencia tuvo una gran importancia, pues al examinarlas por separado las conclusiones entre una y otra etapa variaban. Así, mientras que la calidad de vida en la etapa adulta se predijo mejor con la aceptación social a los 13 y 14 años, entre los 17 y los 18 años el mejor predictor fueron las relaciones más cercanas.
Esta no es la única diferencia entre las dos etapas de la adolescencia. En la primera, la percepción que tenía cada uno del éxito les ayudaba a prevenir el deterioro de la salud relacionado con el estrés y les impedía también desarrollar ansiedad social. En la segunda, en cambio, unos niveles más bajos de aceptación social no servían para predecir la salud en el futuro.
Como comenta uno de los autores del citado estudio, el profesor de la Universidad James Madison (Virginia, Estados Unidos) David Szwedo, en la adolescencia se desarrollan las habilidades suficientes como para mantener una amistad o perderla. "A posteriori, estas habilidades pueden ser útiles para forjar nuevas amistades o relaciones amorosas a largo plazo".
Szwedo es consciente que con este tipo de estudios no se pueden sacar conclusiones que impliquen a todos los adolescentes, pues "las cosas son diferentes" para cada uno de ellos. Sí que considera que es una buena advertencia para que los padres estén más pendiente de la vida social de sus hijos. "Es importante que los padres no sólo pregunten a sus hijos quiénes son sus amigos, sino también cómo se sienten socialmente aceptados".
Más afecto, mejor salud
Éste no es el único estudio en el que se compara cómo afecta la juventud a la forma en la que se envejece. Este mismo año se publicó otro trabajo en la revista PLOS Medicine en el que se demostró que un mayor afecto durante la adolescencia se relaciona con una mejor salud en la edad adulta.
Otra investigación, publicada el pasado año, también llegó a una conclusión similar: aquellos adolescentes que dicen tener una relación más sólida con sus padres tienen una mejor salud a largo plazo.
Además de fomentar las relaciones familiares, otros autores han apuntando a las que se generan en el ámbito escolar. Ambas reducen entre un 48% y un 66% el riesgo de desarrollar un problema de salud durante la edad adulta, según este estudio publicado en 2019.
Si algo han demostrado los trabajos publicados hasta la fecha es que cualquier momento vivido durante la infancia y la adolescencia puede tener consecuencias en la adultez. No hace falta que se trate de una experiencia extremadamente traumática. Y es que, como señala este artículo de EL ESPAÑOL, incluso una 'simple' mudanza en los primeros años de vida puede incrementar el riesgo de sufrir depresión cuando se es adulto.