El último enigma sobre la salud de Biden: "No hacen falta temblores para padecer párkinson"
La visita a la Casa Blanca de un neurólogo experto en el trastorno levantó las sospechas, pese a que el mandatario no tiene el temblor característico.
10 julio, 2024 02:21Los lapsus del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su actitud errática en algunos eventos ha hecho sospechar a la opinión pública sobre un posible trastorno neurodegenerativo que le impida llevar las riendas del país más poderoso del orbe. La palabra alzhéimer es la primera que viene a la mente, pero la realidad podría ser otra.
El New York Times ha desvelado que un prestigioso neurólogo especialista en párkinson ha visitado la Casa Blanca una vez al mes entre julio de 2023 y marzo de 2024.
Kevin Cannard trabaja en el Walter Reed National Military Medical Center y es consultor de neurología de la Unidad Médica de la Casa Blanca desde 2012.
Según el médico jefe de la Casa Blanca, Kevin O'Connor, Cannard ha visto a Biden tres veces en tres años y medio, pero no ha especificado más.
El presidente de EEUU pasa un reconocimiento anual. El último de ellos fue el pasado febrero y el informe señaló que no había "hallazgos que pudieran ser consistentes" con párkinson, ictus u otros trastornos neurológicos.
Pero no especificaba si se le habían hecho pruebas específicas que evaluaran deterioro cognitivo o demencia.
La Casa Blanca ha salido al paso para decir que Biden no ha tomado ningún medicamento para el párkinson y que tampoco se ha encontrado ninguna razón para reevaluar el estado de salud del presidente desde su último chequeo.
Pero esto no ha parado los rumores. De hecho, algunas de las actitudes que se han visto a Biden delante de las cámaras —especialmente en el desastroso debate frente a Donald Trump el pasado 27 de junio— tienen relación con el párkinson, como el habla debilitada e irregular o la postura flexionada hacia adelante.
Sin embargo, no manifiesta el síntoma más reconocible de esta enfermedad, los temblores involuntarios.
Lentitud y rigidez
"Es un signo característico pero el 30% de los pacientes no lo tienen", explica el neurólogo Raúl Martínez, del centro HM CINAC de Madrid.
"El signo universal del párkinson es la bradicinesia. Para entendernos, es la lentitud de movimiento. Además, la persona se va enlenteciendo a medida que hace un movimiento repetitivo".
El temblor, explica Martínez, "si lo tiene, apoya el diagnóstico, pero no es algo imprescindible".
Pese a identificarse con la enfermedad, ni siquiera se conoce bien por qué se produce este temblor. La perdida de dopamina por la muerte de las neuronas que la producen genera cambios en la actividad del cerebro que hace que los pacientes se muevan más lento, pero "el mecanismo del temblor es complejo y realmente no lo conocemos bien, por eso es uno de los síntomas más difíciles de tratar".
Álvaro Sánchez Ferro, coordinador del grupo de estudio de trastornos del movimiento de la Sociedad Española de Neurología, explica que "hay una concepción errónea de vincular el párkinson con el temblor".
"La mayoría de temblores que vemos en la calle", continúa, "son esenciales, una enfermedad que afecta a en torno al 4% de la población. Se trata de una oscilación rítmica de una extremidad o la cabeza, es algo progresivo pero no genera discapacidad inicialmente".
Sánchez Ferro y Martínez explican que el diagnóstico de párkinson se puede realizar mediante la observación de síntomas como la bradicinesia, la rigidez o la lentitud, aunque suelen pedirse pruebas de apoyo "para ver la integridad del circuito de dopamina", apunta el médico del HM CINAC.
En el futuro es probable que se incluyan criterios biológicos, como la presencia de determinadas proteínas. "Los cambios biológicos preceden en bastantes años a la aparición de los síntomas principales, lo que permitiría diagnósticos más precoces".
A pesar de que el trastorno motor es el principal en esta enfermedad "y así ha sido la visión durante 150 años, en las últimas dos o tres décadas se ha empezado a dar relevancia a otros síntomas como la apatía, el estreñimiento, la pérdida de olfato... Y la alteración cognitiva, que suele aparecer en fases avanzadas".
Con todo, esta alteración es distinta que la asociada al alzhéimer, "no es tanto la memoria, es otro perfil".
Cautela en el diagnóstico
Sánchez Ferro recuerda que las manifestaciones no motoras del párkinson pueden ser muy heterogéneas, incluyendo "depresión, ansiedad, problemas de olfato, bajada de la tensión... Hay más mezcla".
El neurólogo advierte que hay que ser muy cauto a la hora de establecer un diagnóstico. "En personas mayores tenemos dudas incluso cuando las podemos explorar en persona. A veces, con la edad podemos perder velocidad de movimiento o agilidad, y no necesariamente tenemos que tener párkinson".
Pese a todo, Raúl Martínez apunta que hay muchos pacientes con párkinson que llevan "una vida plena y funcional durante décadas".
"A nivel personal, no se puede diagnosticar a una persona en base a lo que se ve en televisión o se lee, pero probablemente se le junten varias cosas", apunta. "Hay gente de 81 años que está muy bien, pero en su caso puede haber un cúmulo de factores. Si fuera por el párkinson solo, [Biden] podría llegar a tener un nivel de funcionalidad muy alto".
En esto coincide Sánchez Ferro. "Hay muchísima gente que tiene párkinson y está funcional: directores de empresas, políticos, etc. Si están en fases iniciales de la enfermedad no suele comprometer su rendimiento".
Al igual que Martínez, recuerda que "cada personas es un mundo, hay muchos condicionantes de la salud y todo tiene sus matices".