Unas fechas tan significativas con las navideñas son un momento especialmente emotivo en el que nos gusta compartir con la familia. Apreciamos a los que nos rodean y recordamos a los que no están con nosotros. Sobre todo a los que fallecieron por esta época, algo muy habitual. Y es que el comienzo del invierno es el momento de mayor mortalidad de todo el año.
El Instituto Nacional de Estadística ha publicado hace unos días los datos definitivos de fallecimientos el año pasado. Enero, julio y diciembre fueron los meses con más defunciones. Mientras que julio es una excepción —suele ser uno de los meses con la mortalidad más baja—, enero y diciembre son los que más muertes acumulan de cualquier tipo.
Enero de 2022 registró 46.999 fallecimientos y diciembre 42.397 (julio notificó 44.641). En 2021, las cifras fueron de 52.138 y 42.397 muertes, respectivamente (no es una errata: el INE registró la misma cifra de fallecimientos en los meses de diciembre de 2021 y 2022).
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La pandemia de Covid todavía influía en tres de esos cuatro meses: en enero de 2021 estaba en auge la tercera ola y diciembre de 2021/enero de 2022 la variante ómicron asolaba el planeta, nuestro país incluido.
Pero viajemos a tiempos prepandemia. En 2017, por ejemplo, se registraron 49.370 muertes en enero y 41.665 en diciembre. Fueron los dos únicos meses donde el número de defunciones estuvo por encima de las 40.000.
"Cuando hablamos de mortalidad debida a la temperatura solemos referirnos al calor", explica Óscar Zurriaga, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Valencia y presidente de la Sociedad Española de Epidemiología. "Pero el frío es mucho peor".
Un estudio del Instituto de Salud Carlos III centrado en la década del 2000 al 2009 concluía que, por cada grado de temperatura ambiente por debajo de cierto umbral de impacto en la salud, el riesgo de mortalidad atribuible a frío extremo crecía entre un 9,1% y un 13,8%.
Calcularon 10.460 muertes atribuibles a esta condición, unas 1.050 al año. En general, por cada día de frío extremo estimaron 3,5 muertes por encima de la media de la época, mientras que solo hay 3 por episodios de calor extremo.
"En las épocas frías tenemos una mayor difusión de todos los patógenos respiratorios porque nos aglomeramos en sitios cerrados, no ventilamos adecuadamente, etc.", apunta Zurriaga. Las personas más afectadas son las mayores, los enfermos crónicos y los recién nacidos y lactantes.
El ictus, protagonista del invierno
En la mayoría de los casos, "hay una enfermedad que va debilitando el organismo y cualquier cosa la puede agravar con facilidad. Es más fácil que suceda con demencias y otras patologías orgánicas, sean seniles o no".
El epidemiólogo recuerda que la causa de muerte agudizada por el frío puede no ser inmediata. Por ejemplo, el ictus es una de las enfermedades que mayor relación tienen con estos meses: a lo largo del año, su patrón de mortalidad se describe como una 'U' casi perfecta.
"En ocasiones, puede que ese ictus no lo tuviera en los meses fríos", explica, "sino que puede morir a consecuencia de ese ictus que tuvo antes. En el certificado de defunción pondrá como causa un ictus aunque no lo haya matado de manera aguda sino a consecuencia de él".
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Patricia Castaño Calleja es coordinadora del Centro de Ictus del Hospital 12 de Octubre de Madrid y recuerda que esta enfermedad "es la primera causa de muerte en mujeres y la segunda causa de muerte en general".
La neuróloga opina que el aumento de mortalidad en los meses de diciembre y enero es "multifactorial". Hay que tener en cuenta las infecciones respiratorias, "una de las complicaciones en la fase aguda del ictus que empeoran el pronóstico", pero también habla de la saturación de los hospitales o incluso una peor dieta por los excesos de las fechas navideñas.
"En estos meses hay una sobrecarga y saturación de los sistemas asistenciales sanitarios, que pueden dificultar el acceso de los pacientes con ictus a los tratamientos específicos tiempo-dependientes".
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Además, para minimizar el riesgo de enfermedad cerebrovascular, la especialista recomienda una dieta mediterránea "baja en sal", hacer regularmente actividad física y abandonar hábitos tóxicos como el tabaquismo.
Desde la Sociedad Española de Neurología amplían algo más el frente de posibles hipótesis de la mayor mortalidad por este tipo de patologías. "Hay varias teorías y lo más probable es que sea una conjunción de todas ellas: frío, pobreza energética, menos atención médica por las vacaciones de Navidad, el aumento de otras enfermedades que pueden complicar estas, hay más accidentes, los excesos y el estrés navideño... Así que la salud de todos parece que no es la mejor en estas fechas".
También sostienen que, a pesar de que febrero y marzo también son meses especialmente fríos, la mortalidad parece menor "porque ya no hay el factor del choque de cambio de temperatura, por eso en países como Noruega o Suecia el aumento de muertes en estos meses, aunque también se produce, es menor que en España".
Planes desactualizados
No se trata solo del ictus. Prácticamente en todas las enfermedades hay un aumento de la mortalidad por el frío, si bien no hay una tendencia tan marcada a lo largo del año, por ejemplo, en el cáncer. Sin embargo, las cardiovasculares tienen una relación directa.
"Se ha hablado tanto de vasoconstricción como de hipercoagulabilidad y mayor viscosidad, lo que hace que se incrementen las trombosis, los infartos o las enfermedades arteriales", apunta Adrián Aguinagalde, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria.
Aguinagalde explica que el carácter estacional de la mortalidad en España y países de nuestro entorno es algo bien conocido "como mínimo desde los años 2000", aunque las características de la población española han cambiado —ahora está mucho más envejecida— y, por tanto, sería deseable actualizar los planes de prevención por temperaturas extremas.
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Con el mayor protagonismo de las olas de calor y sus efectos en la salud, los planes de prevención frente a altas temperaturas han estado bajo el foco, mientras que los del frío, quizá, no han tenido esa relevancia.
"Hay que tener en cuenta que el frío precisa un poco más de tiempo en hacer efecto", puntualiza el salubrista. Julio Díaz, codirector de la Unidad de Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano de la Escuela Nacional de Sanidad, recordaba, con el inicio del Plan Nacional de actuaciones preventivas por bajas temperaturas que, mientras los efectos de la ola de calor se suelen manifestar de 1 a 4 días después de su finalización, en el caso del frío lo hacen hasta 14 días después.
Aguinagalde llama la atención sobre un hecho fundamental. El riesgo de mortalidad por el frío no se reduce solo a mayores y vulnerables sino que "hay variaciones según latitud, zonas urbanas y clase social".
Advierte de que muchas personas en riesgo de exclusión social fallecen antes de que se abran los albergues. "Hay que trabajar mucho los umbrales [de actuación], ajustarlos y que sean más sensibles", concluye. "No somos la misma población que hace diez años, y mucho menos la de hace 20".