Si bien es cierto que la pasta no tiene su origen en España, la mayoría de nosotros nos declaramos fanáticos de estos carbohidratos. No sólo es una comida deliciosa, sino que además es sumamente sencilla de preparar y de acompañar con casi cualquier alimento que tengamos en la nevera. Ahora bien, tenemos que andar con ojo y no abusar de ella porque tiene un alto nivel energético y, sobre todo, carbohidratos simples. Si no haces ejercicio de manera habitual, apúntate este truco para que la pasta resulte más saludable.
Los españoles también hemos ido puliendo nuestra propia manera de preparar la pasta y en varios aspectos se diferencia de la que cocinan los españoles. Y no, no me refiero a cómo preparamos la carbonara con nata, que tanto les enfada. En este caso, el problema es que los españoles cocemos la pasta en exceso, nos gusta bien blandita. Estas cocciones tan largas acentúan el problema que presentan los cereales refinados: los carbohidratos presentes en ellos se van haciendo cada vez más fáciles de digerir y el índice glucémico aumenta.
Es decir, que cuando cocemos la pasta hasta dejarla muy blanda y después la comemos se descompone en azúcares a gran velocidad. Estos se absorben en el torrente sanguíneo y provocan un pico de glucosa acompañado de otro posterior de insulina para compensarlo. Si este proceso se repite con mucha frecuencia, el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina aumenta y, por supuesto, también el riesgo de padecer una diabetes tipo 2 en consecuencias. Por suerte, los expertos tienen un truco para evitar este proceso en parte.
Menos glucosa
El epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González explica en su libro Salud a ciencia cierta (Planeta, 2018) que la pasta, en realidad, no engorda tanto si la dejamos al dente. Este es el punto en el que la pasta aún queda un poco dura por dentro y debemos masticarla. Así es como se prepara normalmente la pasta en Italia y explica Martínez-González que, de esta manera, este alimento tiene un índice glucémico bajo. En cualquier caso, existe otra manera de hacer que el índice glucémico de la pasta se reduzca más incluso.
Tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, podemos cocer pasta al dente el día antes de consumirla y hasta entonces guardarla en el frigorífico. De esta manera, una cantidad mayor de los almidones de la pasta se habrá vuelto resistente, lo que contribuye a que descienda su índice glucémico. En cualquier caso, si te preocupa que la pasta que compras cada semana pueda tener un índice glucémico demasiado elevado, existen otras opciones más saludables que son muy fáciles de encontrar en el supermercado.
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La más popular es la pasta integral, que se parece a la que compramos a menudo pero tiene un perfil más interesante. Al contrario que las harinas refinadas, las que son refinadas conservan la capa de salvado que recubre el grano, en este caso, de trigo. Esta capa contiene muchos nutrientes que se pierden en los productos a base de cereales que compramos normalmente. Principalmente son minerales, vitaminas y, sobre todo, fibra. Este último compuesto es el que reduce el índice glucémico en el caso de este producto.
De todas formas, para redondear un plato de pasta perfecto hay que tener en cuenta otros aspectos y el principal es elegir bien los alimentos con los que lo acompañaremos. Las salchichas, el tomate frito de bote y el queso en polvo —que, en realidad, no lleva mucho queso— es una de nuestras opciones favoritas, pero, sin duda, una de las menos recomendables.
Lo más saludable es que seleccionemos unas cuantas verduras y hagamos nosotros mismos el sofrito. A esto podemos añadir una proteína saludable como el pescado, el marisco, el huevo o las carnes blancas. Rematar con un poco de queso rallado es también saludable, siempre y cuando llevemos a casa uno que sí sea queso.