La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) ha calculado que al cierre de este año se habrán producido 3.082 nuevos casos de mieloma en España. El mieloma múltiple es un tipo de cáncer de la sangre y, de hecho, es el segundo cáncer hematológico más frecuente, por detrás de los linfomas. Esta enfermedad se produce en las células plasmáticas, que son un tipo de glóbulos blancos cuya función es combatir las infecciones. En su estado saludable, estas células fabrican anticuerpos que atacan a los gérmenes.
Sin embargo, cuando se produce el mieloma múltiple estas células se vuelven cancerosas se acumulan en la médula ósea y desplazan a las células que quedan sanas. "En lugar de producir anticuerpos útiles, las células cancerosas producen proteínas anormales que pueden provocar complicaciones", explica la Clínica Mayo en su página web. Esta sustancia anormal es lo que se conoce como proteína monoclonal, que también se conocen como proteínas M, y que se puede encontrar en la sangre y en la orina. Esta proteína puede causar insuficiencia renal a su paso por el riñón.
Aunque se trata de un cáncer que está más o menos equilibrado entre hombres y mujeres, sí que se observa que es algo más frecuente en el sexo masculino. Según los datos de la SEOM, este año se han detectado 1.757 casos en hombres y 1.325 en mujeres. Por suerte, el mieloma múltiple es uno de los cánceres que están mostrando un aumento de la supervivencia claro en los últimos años. Esto se debe a que en este período han surgido varios tratamientos novedosos con muy buenos resultados.
Nuevas terapias
"El tratamiento de esta enfermedad ha cambiado de forma espectacular en los últimos años gracias al desarrollo de nuevas terapias, como la aprobación de cinco nuevos fármacos que han logrado duplicar la supervivencia de los pacientes con mieloma", explica la página web de la Clínica Universidad de Navarra (CUN). "La supervivencia global ha pasado de estar en torno a los dos años en el siglo pasado a ser superior a los cinco a siete años en el momento actual", explica la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH).
Según explica la SEHH, en los últimos años se ha producido un mejor conocimiento de la biología de la enfermedad, además de haberse incorporado nuevos medicamentos. En este sentido, los inhibidores de proteasoma, los inmunomodulares y algunos anticuerpos monoclonales son el tratamiento de primera línea. También se contempla el trasplante autólogo —es decir, con tus propias células madre— para los pacientes que resulten elegibles. Además, se utilizan terapias CAR-T y anticuerpos biespecíficos y conjugados, que todo apunta a que cobrarán más relevancia en el futuro.
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En este sentido, la revista Nature Medicine publicó un prometedor estudio a principios de año sobre la aplicación de las células CAR-T en pacientes con mieloma múltiple. Las células CAR-T son linfocitos T del propio paciente que se editan genéticamente para que sean capaces de detectar células tumorales y destruirlas. Tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, los autores del estudio probaron células CAR-T alogénicas —es decir, que proceden de un donante— en estos pacientes con buenos resultados y la ventaja de que se pueden desarrollar en muy poco tiempo con respecto a las anteriores.
Síntomas precoces
Los síntomas que con más frecuencia describe una persona que padece mieloma múltiple son el dolor en los huesos y la anemia. La Clínica Mayo describe que, al desplazar las células cancerosas a las sanas en la médula ósea, se produce un sentimiento de fatiga y aparecen complicaciones para hacer frente a las infecciones. También que las células cancerígenas afectan a los huesos y aumentan el riesgo de que se fracturen. Además, las proteínas M, como se explica más arriba, dañan el riñón cuando se filtran a través de él.
Entre los dolores óseos que tanto caracterizan a esta enfermedad, los más característicos suelen producirse en el área de la espalda. De hecho, en varios casos se puede confundir en un principio con una lumbalgia, lo que puede retrasar el tratamiento de este cáncer. La propia Clínica Mayo explica que el dolor óseo se produce especialmente en la zona de la columna vertebral y en el pecho. Además, otros síntomas descritos para esta enfermedad son las náuseas, el estreñimiento, la pérdida de apetito, la desorientación, el adelgazamiento, la debilidad e, incluso, la sed excesiva.