En 1844, un "respetable" hombre de negocios de Reíno Unido, Thomas Alexander McBean, sintió que algo se rompía dentro de su pecho. Sus médicos decidieron enyesarle y recomendarle un tratamiento con sanguijuelas y su dolor desapareció, pero cambió a una debilidad intensa durante dos o tres meses, el tiempo que las molestias tardaron en regresar.
La medicina de la época no escatimó en intentos por curarle: a McBean se le aplicaron, entre otros remedios, polvos de Dover -unas píldoras que contenían opio-, julepe y tinte de alcanfor y acetato de amoniaco. También hierro y quinina, que llevaron a una rápida mejoría de su estado de salud. Sin embargo, a los pocos meses, volvió el dolor y el hombre fue a visitar al prestigioso médico escocés William Macintyre. Él tuvo la idea de hacerle un análisis de orina y llevársela a otro conocido patólogo, que descubrió niveles muy elevados de una proteína, que se correspondían con un reblandecimiento de los huesos.
Tanto Macintyre como McBean pasaron a la historia; el primero, como el médico que describió el primer caso de mieloma múltiple, el segundo cáncer de la sangre más frecuente sólo por detrás de los linfomas. El hombre de negocios, que falleció en enero de 1945, es reconocido en los libros de medicina como la primera víctima de la enfermedad.
Recuerda esta anécdota el director médico de la Clínica Universidad de Navarra, Jesús San Miguel, que se encuentra en el congreso anual de la Sociedad Estadounidense de Hematología, que se celebra estos días en Atlanta (EEUU), donde 172 años después se están presentando numerosos trabajos sobre posibles tratamientos para el mieloma múltiple.
Los avances terapéuticos no han sido continuados en esos años en la lucha contra esta enfermedad, que puede tardar meses en diagnosticarse porque sus síntomas son difusos -el principal es el dolor óseo a la altura de la espalda y el segundo la anemia- y la gente puede tardar en llegar al especialista que encargue las pruebas necesarias para localizarla.
De hecho, desde el primer diagnóstico hasta que se encontró un tratamiento eficaz pasaron 112 años y que éste llegara a la práctica clínica fue casi un milagro. La razón: lo descubrió Nikolai N. Blokhin, un médico moscovita que, en plena guerra fría, logró publicar su articulo sobre la eficacia del Melphalan -una quimioterapia- en una revista estadounidense, Annals of the New York Academy of Science.
Pronto se vio que la mejor opción era quimioterapia intensiva seguida de rescate con progenitores hematopoyéticos, o autotrasplante de células madre, pero los resultados seguían sin ser muy halagüeños. Ni siquiera en ese caso, y muchos menos usando sólo el melphalan con un corticoide que mejoraba su eficacia, se conseguía la curación. "Así estuvimos 40 años", explica San Miguel, que añade que en 2000 empezaron a cambiar las cosas. "¡Ahora tenemos nueve fármacos!", subraya.
El Grupo Español de Mieloma ha sido uno de los artífices de que muchos de esos medicamentos hayan cambiado por completo el panorama de los pacientes de mieloma. ¿Se ha vuelto la enfermedad curable? "¡Yo qué sé!", responde San Miguel. Porque las cosas están cambiando tanto que ya es casi imposible prever cuánto va a vivir un enfermo de este cáncer de la sangre del que se diagnostican en España 3.000 casos al año.
El último avance, que se ha presentado este lunes y en el que San Miguel ha participado, apunta a que cambiará el tratamiento estándar o recomendado para el mieloma múltiple, ya que su estudio -bautizado como ALCYONE- demuestra que añadir un anticuerpo monoclonal -el daratumumab- a la terapia habitual hasta la fecha, bortezomib, melphalan y prednisona, reduce en un 50% el riesgo de progresión o muerte por la enfermedad.
Los datos han de ser aún validados en una publicación en una revista científica, pero el haberse aceptado como ponencia en la categoría de late abstracts del congreso es una buena señal de su interés. La nueva combinación de medicamentos -que ya se habían probado en pacientes que habían recaído, pero nunca en recién diagnosticados- logra un 42% de remisiones completas y un 23% de lo que se denomina enfermedad residual negativa, una especie de remisión plus.
"Significa que no somos capaces de detectar la enfermedad con una prueba de altísima sensibilidad, es tanta su importancia que las autoridades sanitarias de EEUU están pensando en convertirlo en el factor pronóstico más importante; es decir, que sólo se puedan aprobar nuevos medicamentos frente al mieloma si mejoran la tasa de este tipo de respuestas", comenta el investigador de la CUN.
A pesar del éxito de ésta y otras propuestas presentadas en el congreso, las cifras de curación -incluso el uso del término- sigue distando mucho de las que se escuchan en otros tipos de cáncer, como el de mama. Pero San Miguel es optimista. Cree que las cosas están cambiando a tanta velocidad, que hay tantas opciones, que es casi imposible hablar de tasas de supervivencia.
Además, vaticina, la terapia génica puede llegar pronto también al mieloma. La modificación genética personalizada de las células del sistema inmune una técnica denominada CAR-T que ha sido ya aprobada para un tipo de leucemia, ha dado las primeras señales de poder servir también para el mieloma múltiple. "En marzo espero que tratemos a nuestro primer paciente en España", anuncia con una sonrisa San Miguel. El cáncer que se confunde con un dolor de espalda está cada vez más cerca de no ser incurable.
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