Radiografía de las muertes en el embarazo en España: las cifras reales duplican las que refleja el INE
Los distintos estudios sobre mortalidad de la gestante apuntan a una infraestimación de los datos oficiales y del problema real.
11 noviembre, 2023 02:07Si hay un dato definitivo que marca la brecha entre países ricos y pobres en cuanto a la salud es el de muertes en el embarazo. Los países de ingresos bajos registraron 430 por cada 100.000 bebés nacidos vivos en 2020, según la OMS. Los de mayor renta registraron tan solo 12; en España, 2,9. La cifra oficial, sin embargo, oculta una mortalidad real que, como poco, duplica los datos oficiales.
La mortalidad de la madre es un fenómeno extremadamente infrecuente en nuestra sociedad. Pero ocurre: las cifras del Instituto Nacional de Estadística recogen, en 2021, un total de 11 fallecimientos por los más de 300.000 nacimientos. En 2020 fueron 10 y, un año antes, 6.
"El INE lo hace muy bien, mide una serie de causas de mortalidad materna que son las que le piden los organismos internacionales", explica Óscar Martínez, presidente del Grupo Español de Seguridad Obstétrica (GESO), que reúne a ginecólogos, anestesistas y matronas para estudiar y reducir las complicaciones del embarazo.
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Los datos del instituto reflejan un aumento en los últimos años: en 2019, la tasa de mortalidad era de 1,66 por cada 100.000 nacidos vivos. En 2021 se situaba en el 3,2. En los últimos diez años se han registrado 126 muertes de gestantes y la tasa sería de 2,8.
Lo que pasa es que estas cifras solo miden la mortalidad directa, la que figura en el certificado de defunción. La indirecta, que engloba a aquellas mujeres con enfermedades previas que se agravan con el embarazo o que se adquieren durante la gestación, no aparece.
"Esto hace que la visión que tenemos de la mortalidad materna en España sea inferior de lo que realmente es: si vamos a la mortalidad directa, estamos entre los mejores países del mundo; si miramos la indirecta, nos quedamos fuera", explica.
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Martínez, que también es consultor de obstetricia en el Hospital de Formentera y profesor de la Universidad Católica San Antonio de Murcia, señala que el INE ya se ha puesto en contacto con su grupo para trabajar en una nueva estadística que refleje mejor la realidad de las muertes en el embarazo o causa de él.
Ante esta panorámica parcial que ofrecen las cifras oficiales, los ginecólogos tratan de completarlas. Una encuesta periódica a los especialistas auspiciada por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) concluía que la mitad de las muertes quedaba sin registrar.
Estos trabajos se interrumpieron hace una década. Ha tomado el relevo el Registro Español de Morbimortalidad Materna y Perinatal, auspiciado por el GESO. Con datos de 71 centros y 125.622 partos (el 38,5% de todos los ocurridos en España el año pasado), concluyeron que en 2022, la tasa de mortalidad materna era de 7,1 por cada 100.000 nacidos vivos, más del doble de lo estimado por el INE para 2021 (las cifras de 2022 todavía están pendientes de publicarse).
Fueron 9 muertes las registradas para poco más de un tercio de todos los nacimientos, cuatro de ellas indirectas: tres por accidente cerebrovascular y una por una cardiopatía previa no diagnosticada.
"Muchas de las muertes están asociadas a patología cerebrovascular o cardiovascular, y hay que tenerlo en cuenta porque hay un aumento de la edad materna en España", explica Martínez.
La jefa de sección de medicina perinatal de la SEGO, Anna Suy, comparte la misma advertencia. "Hemos bajado la mortalidad por la calidad de la atención pero ahora paren más mujeres mayores, con mucha más patología y más reproducción asistida".
Las temidas hemorragias
Pone un ejemplo. "No es lo mismo una hemorragia post-parto en una mujer de 25 años sana que en otra de 48 hipertensa y con diabetes. La probabilidad de muerte, aunque lo hagas todo bien, es mucho más alta".
Precisamente, la hemorragia es la causa más frecuente de mortalidad, seguida de la preeclampsia (alta presión arterial provocada por el embarazo, que afecta a la placenta) y la infección. "Muchas de estas señoras no se mueren tras el parto, sino en la UCI, por lo que no figuran en las estadísticas del INE", apunta.
Volviendo a las cifras oficiales, las diferencias por comunidades autónomas son notables. Entre 2011 y 2021, las tasas de mortalidad abarcan un amplio rango, desde el 1,07 de Extremadura hasta el 5,05 de Aragón (y los 26,87 de la ciudad autónoma de Melilla). Sin embargo, Navarra no ha registrado ninguna muerte en el embarazo en esos diez años.
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Suy comenta que, si bien el número de muertes es tan bajo que las diferencias autonómicas no son realmente significativas, no ve realista que haya una comunidad que no haya registrado muerte alguna en una década. "Es imposible que en diez años no haya habido una".
Los datos del registro del GESO no ofrecen una perspectiva autonómica, pero acompasan la realidad de la mortalidad materna a la de la población española. Por ejemplo, si en 2022 la tasa duplica la ofrecida por el INE, en 2021 llegó a cuadruplicarla "porque recogimos cinco casos de mujeres que murieron por Covid", apunta Óscar Martínez.
Con todo, el ginecólogo considera que la verdadera cifra española será más alta incluso de las ofrecidas por el registro GESO, porque habría que incluir la muerte por suicidio. "Si nos fiamos de las estadísticas europeas, el suicidio comienza a ser una causa importante de mortalidad indirecta", contrariamente al 'efecto protector' del embarazo que se ha considerado tradicionalmente.
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Para ello, señala, quieren acudir a los institutos médicos-legales, que son lo que recogen estas cifras, e incluirlas en su registro. "Nos hemos dado cuenta de que España es como el resto de países: si estamos teniendo mucha muerte cardiovascular, es de suponer que también tendremos muerte por suicidio".
¿Por qué es importante conocer la mortalidad indirecta en el embarazo, parto y post-parto? Martínez pone el ejemplo de Reino Unido, la referencia internacional, que hace tiempo tiene comités específicos para estudiar las muertes de las madres.
"Hace veinte años, se dieron cuenta de que muchas mujeres tenían trombos en los pulmones, investigaron y vieron dos factores de riesgo: cesárea y obesidad". Se comenzó a valorar estos factores y a administrar heparina a las mujeres en riesgo. "Cuando volvieron a medir las muertes comprobaron que el tromboembolismo se había reducido en los años siguientes".
El ejemplo más reciente tiene que ver con la Covid. "Fuimos muy poco incisivos en vacunar a las gestantes. Otros países sí lo fueron y tienen mejores datos que nosotros. Es una amarga lección que tenemos que extraer de los datos".
El especialista recalca: "El INE lo hace muy bien, incluso nos han llamado para averiguar las causas de la infraestimación. Lo que ocurre es que nadie le ha pedido los datos".