Si fuiste padre entre los 90 y los 2000 es muy posible que alguien te contara que poner música de Mozart a tu hijo haría que fuera el más listo de su clase. Si naciste en esa época, igual te la pusieron de fondo, pero tuviste que esforzarte igual en los estudios. Estos beneficios casi mágicos se remontan a un estudio publicado en Nature en 1993 que fue malinterpretado y a un libro posterior que se llamó El efecto Mozart que ha sido criticado en varias ocasiones, tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL.
Ahora bien, la obra de Mozart no sólo sirve para aumentar nuestra cultura musical y un nuevo estudio, esta vez de Pediatric Research, ha declarado que tiene la capacidad de reducir el dolor en los recién nacidos. En concreto, la canción que utilizaron en este estudio es una nana clásica de este músico austríaco, pero los autores del estudio, del Lincoln Medical & Mental Health Center en Nueva York, explican que otras canciones o, incluso, las voces grabadas de los padres podrían tener el mismo efecto.
Los investigadores utilizaron esta nana en niños a los que se les realizó la prueba del talón, que se conoce de manera científica como detección precoz o cribado neonatal. Consiste en extraer unas pocas gotas de sangre del talón de los bebés a partir de las 48 horas de su nacimiento y con esta prueba es posible detectar algunas enfermedades metabólicas que son hereditarias. Aunque estas patologías son poco frecuentes, se recomienda hacer la prueba del talón para abordar antes y mejor sus consecuencias.
Una escala de dolor
En el caso de este estudio, se investigó a un total de 100 niños que tenían dos días de edad de media y que habían pasado por un período de gestación de 39 semanas. En el estudio, ciego y aleatorizado, se puso música de Mozart 20 minutos antes, durante y cinco minutos después de la prueba a 54 de los niños que participaron. Los 46 bebés restantes no escucharon música, pero todos por igual recibieron 0,5 mililitros de solución azucarada y fueron tratados en habitación silenciosas, tenuemente iluminadas y a temperatura ambiente.
Pero, ¿cómo observaron cuánto daño experimentaban los bebés que participaron en el estudio? Elaboraron una puntuación del 0 al 7 en la que recogieron la intensidad de esta sensación reflejada en las expresiones faciales, el grado del llanto, los patrones de la respiración, los movimientos de las articulaciones y el nivel de alerta de los pequeños. Además, ninguno de los niños participantes en el estudio fue reconfortado tras el pinchazo para poder observar hasta qué punto influyó la música y no otros factores.
Los investigadores concluyeron que "los resultados concluyen que la música grabada puede ser un método efectivo de alivio del dolor en los bebés recién nacidos que se enfrentan a procedimientos menores", según escribieron en las conclusiones de su estudio. Esto se debe a que los niños que formaban parte del grupo que había escuchado nanas de Mozart registraron menores puntuaciones de dolor en el estudio que aquellos que se enfrentaron al dolor sin ningún tipo de terapia para soportarlo mejor.
Un efecto sorprendente
En concreto, los dos grupos mostraron diferentes niveles de dolor durante el pinchazo y en los minutos siguientes a él. En la fase previa a la realización de la prueba, sin embargo, las calificaciones fueron similares: ambos grupos obtuvieron una puntuación de cero en esta escala del dolor. Sin embargo, las diferencias llegaron con el pinchazo: en esta fase, el grupo de niños que había escuchado la nana de Mozart manifestó un dolor equivalente a un cuatro en la escala que el grupo de investigadores diseñó y los niños del otro grupo, un siete.
Es decir, mientras que los niños del primer grupo habían registrado un dolor que puede considerarse medio, el de niños que no habían escuchado música expresaron la puntuación máxima. Los científicos también investigaron la reacción de estos niños durante los minutos inmediatos tras la realización de esta prueba del talón. En el primer minuto después de la prueba, los niños del grupo que escuchó a Mozart ya registraban un cero en la escala del dolor y, por tanto, también en el segundo minuto. Es decir, sólo padecieron durante el pinchazo.
Por su parte, el grupo de niños que no había escuchado música manifestó un dolor equivalente al 5,5 de la escala diseñada en el estudio en el primer minuto y durante el segundo, una puntuación de dos. Es en el tercer minuto tras la prueba cuando los investigadores observan resultados similares: ninguno de los niños experimenta ya dolor transcurrido este tiempo. Tras estos buenos resultados obtenidos en el estudio, sus autores han pedido que se realicen más investigaciones en este sentido en busca de otros sonidos que ayuden a los pacientes más pequeños en estas experiencias.