Cuenta Julián Pérez-Villacastín que él, de pequeño, lo tenía claro: quería ser militar (por su padre) o médico (por su abuelo). "Afortunadamente me dirigí hacia la medicina, aunque tampoco sin tener una vocación extraordinaria", bromea desde el otro lado del teléfono. Tras acabar la carrera, Pérez-Villacastín tampoco sabía que la Cardiología acabaría siendo la especialidad. Sin embargo, esto no fue óbice para que acabase desarrollando una brillante trayectoria profesional y sea hoy uno de los grandes 'sabios' del corazón de nuestro país.
Director del Instituto Cardiovascular del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, jefe de la Unidad de Arritmias, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y actual presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), este médico cuenta con más de 240 publicaciones en revistas científicas y ha impartido cientos de conferencias en congresos internacionales. Afirma, con gran humanidad, que los médicos deben estar más cerca de los pacientes, y desmiente un pensamiento que muchas veces planea por el imaginario colectivo: a los cardiólogos también se les pone el corazón en un puño cuando ven sufrir a sus pacientes. "Muchas veces, cuando muere un paciente joven, te quedas pensando cómo es la vida", reflexiona.
¿Cuáles es el secreto para tener un corazón de hierro?
Yo te diría que, por un lado, está el cuidado físico. Muy importante. Pero cada vez le doy más importancia al cuidado emocional. A medida que voy teniendo más experiencia, me voy dando cuenta que el equilibrio emocional es ese equilibrio para el organismo y ese equilibrio para el corazón, que está tan relacionado con el tema emocional. Mens sana in corpore sano.
La dieta, por supuesto, tiene un papel fundamental. Tienes que comer a base de frutas, verduras, legumbres, pescado y poquita carne. Luego, aceite de oliva, poca sal, mantenerte en tu peso y hacer ejercicio. Y con eso ya tienes la longevidad asegurada si no tienes la mala suerte que puede tener el 15% de las personas que tienen una enfermedad genética que pese más que el estilo de vida.
¿A un cardiólogo como usted, cuándo se le ha partido el corazón?
Lo primero de todo, con las personas que se mueren y piensas: "Lo podíamos haber evitado". Esto, por un lado. Pero también me duelen mucho las personas que no pueden hacer la vida que quieren, siendo buenas personas, por culpa de corazón. Yo se lo digo a mis pacientes: como médico, quiero ayudarles a vivir de la forma que ellos quieren vivir. No quiero imponerles la salud ni la longevidad. Hay mucha gente que decide por su vida y dice: "Pues mira, yo prefiero vivir menos años con esta calidad de vida". Y ya está, ahí es donde tiene que estar el médico, intentando ayudar a esa persona o llevar a cabo su objetivo.
Pero cómo se puede convencer a una persona de la importancia de cuidar su corazón en una sociedad consumista como la que vivimos, en la que prima el disfrute.
Bueno, pero es que la moderación es también muy importante. Cuando una persona tiene un sobrepeso extremo, en realidad el problema que subyace es un desequilibrio físico y psíquico por exceso de estrés y otro tipo de cuestiones que hasta ahora han sido peor entendidas pero repercuten muchísimo en nuestro organismo. Se puede llevar una vida muy disfrutona y cuidar tu salud, sin duda, pero con moderación.
Nos cuidamos más que nunca, tenemos más información que nunca, pero, sin embargo, las enfermedades cardiovasculares aparecen una y otra vez como primera causa de muerte. ¿Qué estamos haciendo mal?
Estamos ante una epidemia de las enfermedades cardiovasculares debido a la bonanza de las condiciones en las que vivimos. Es decir, comemos mucho, comemos mal, hacemos poco ejercicio y encima nos intoxicamos voluntariamente a través de humo de tabaco o involuntariamente, por ejemplo, con la polución atmosférica. Esto influye. Sin embargo, el estrés no influye tanto. El estrés que nos influye es el que te sobrepasa, te produce ansiedad, hace que tengas que comer compulsivamente o que tengas que beber compulsivamente, o no hacer ejercicio. Eso es lo que te hace daño.
¿El pan blanco es un problema desde el punto de vista cardiovascular?
Todos los datos que hay sobre la alimentación son datos tremendamente cuestionables, porque influyen tantos factores… Es decir, que a unas personas que se les dé sólo pan blanco y otras no; que esas personas sean idénticas las unas a las otras; y entonces veremos el efecto del pan blanco. Yo creo que hay mucha investigación nutricional por medio por descubrir y muchísima que hacer para poder conocer. Pero yo estoy en contra de todos estos fundamentalismos. Estoy en contra. En la salud influyen tantas cuestiones que tenemos que ir descubriendo poco a poco su efecto. Pero cuando hay mensajes tan categóricos, muchas veces están equivocados.
Pero sí es verdad que el pan blanco favorece la obesidad.
Claro, ¿pero cuánto tienes que comer? Yo como pan blanco y no estoy obeso. ¿Los niños son obesos porque comen pan blanco? Lo son principalmente por el consumo de ultraprocesados. Entonces, cada uno arrima el ascua a su sardina. A veces somos demasiados sensacionalistas con mensajes que se venden muy bien. Pero yo creo que todo es mucho más sencillo. Tú lleva una vida ordenada, con moderación, haz ejercicio y verás como te puedes permitir comerte tu bocadillo de pan blanco, si te gusta, y ya está, y vas a vivir muy sano y muy bien y muchos años con mucha calidad de vida.
Le tengo que preguntar por la copita de vino para el corazón. Los cardiólogos siempre la habéis defendido y habéis sido duramente criticados. ¿Una copita de vino al día no hace daño a nadie?
A mí se me criticó muchísimo porque dije precisamente que eso era bueno y me llamaron de todo. Volvemos otra vez a lo mismo. ¿Es bueno que un niño tome una copita de vino? Pues claro que no. ¿A una persona joven que puede empezar a beber? Pues si puede prescindir de ella, fenomenal. Ahora, si me preguntas por una persona madura que disfruta con la comida y que se toma una copita de vino o dos copitas de vino al día, me parece fenomenal. Yo como médico no lo voy a prohibir nunca.
Ahora, en los aspectos de salud general se mezclan razas, se mezclan poblaciones, se mezclan los niños con los mayores, los enfermos con los sanos. Entonces, ¿qué es lo que se quiere con este tipo de mensajes? Confundir. Lo que yo creo es que cada uno tiene que adoptar también la forma de vida que quiere llevar. Y a mí, desde luego, con el conocimiento y el desconocimiento que pueda tener, me merece la pena tomar una copita de vino en la cena. Lo disfruto, vivo encantado con eso y no quiero que me lo quiten.
¿En casa de herrero, cuchillo de palo? ¿Un cardiólogo como usted se priva del chuletón para comer, no sé, unas sardinas?
Sí, sí, sí. Yo sí. En ese sentido, encontrar un cardiólogo que fume es algo superexcepcional porque somos conscientes del daño del tabaco. Y después yo creo que nos cuidamos bastante con la dieta. La carne hay que restringirla. Hay que ser menos carnívoros.
Entonces, cambiamos el chuletón por unas sardinas o unos garbanzos.
Yo si puedo, sí. En mi caso, además, yo lo disfruto, pero igual tengo la suerte de que no soy muy carnívoro. Hay gente que disfruta tanto con la carne que igual siente que no le merece la pena. El otro día salía una noticia que decía que comer un chuletón acorta 30 minutos la vida. Hombre, yo creo que todavía tenemos que aprender mucho sobre la dieta y el estilo de vida antes de mandar mensajes tan drásticos como ésa.
Hay una frase hecha que se dice habitualmente que es “tener el corazón en un puño”. ¿Se asemeja a lo que siente un cardiólogo cuando opera un corazón?
Sí, lo pasas mal, hay casos que son difíciles y tienes que estar preparado física y psiquicamente. Desde el punto de vista físico, para no cansarte y soportar la tensión de determinados momentos; y luego, estar muy bien entrenado porque lo pasas mal y sabes que son situaciones difíciles que pueden repercutir en la salud del paciente. Si salen mal las cosas, siempre te hace daño.
Como cuando no puedes salvar a un paciente cuando pensabas que sí.
Claro. Dices: “Qué pena no haberlo visto antes, que no nos hubiera consultado antes”. En la medicina tenemos que ser tremendamente humildes, porque si hay algo que te demuestra la fragilidad del ser humano, es la medicina. Sigue siendo la ciencia de la incertidumbre a pesar de lo mucho que sabemos.
¿Hay algún caso que se te haya quedado grabado después de tantos años de experiencia?
Muchos. Tanto buenos como malos, de llorar cuando se ha muerto un paciente joven que no queríamos que se muriera. Te quedas mucho tiempo pensando en lo que es la vida.
La población general tiene una imagen de los médicos de personas frías, pero los médicos también lloran.
Claro que sí. Lloramos a escondidas, claro que sí, que no te quepa duda.
España tiene un problema con la fuga de médicos. ¿Ocurre también en su especialidad?
No tanto como se dice. Hay dos cosas que son ciertas. Primero, que la formación de los médicos españoles es extraordinariamente buena y los médicos españoles son cotizadísimos en cualquier lugar del mundo. Y dos, que las condiciones de los médicos en España son relativamente malas. Entonces, claro, el mercado está abierto. Pero todavía no se van tantos.
¿Y usted no ha sentido la tentación de irse? Imagino que fuera de nuestras fronteras se pagan cifras más elevadas a los cardiólogos.
Sí, a los cardiólogos se les paga entre 10 y 15 veces más en otros países. La tentación ha existido, pero es distinto. Pertenezco a una generación que no hemos sido tan viajeros. Hemos viajado y nos hemos formado fuera, pero no tanto como ahora.
¿Qué sabemos del vapeo?
Sabemos que no es bueno. Sabemos que son muchas sustancias extrañas las que se introducen por una vía tan rápida como es la inhalación pulmonar y que no es bueno. No tenemos datos para conocer los resultados a largo plazo, como pasa con el tabaco, pero ya hay unos resultados a corto y medio plazo y unos indicadores que nos dicen que no, que no es bueno. Entonces, que nadie se confíe con eso. Estamos hablando ahora del daño que hace la polución, que antes tampoco se conocía tanto, así que si además se mezcla con el vapeo, está claro que nada bueno se puede esperar, sino todo lo contrario.
En los últimos tiempos se han publicado algunos estudios científicos en los que se cuestiona el uso de estatinas para grandes grupos de población.
Las estatinas están cuestionadas socialmente más que científicamente. Los datos son apabullantes en cuanto a cómo previene eventos cardiovasculares en personas de riesgo. Lo que no está demostrado todavía es que las personas que no tengan riesgo deban tomarlo para vivir más o vivir libres de accidentes cerebrovasculares. Se está empezando a investigar en este aspecto. Cuanto más bajo tengamos los niveles lipídicos de colesterol malo (LDL), mejor. Y segundo, cuanto antes se empiece a tener estos niveles controlados y en situación óptima, también mejor.
Estamos actuando en gente que ya está enferma. Hay que trabajar en la prevención y los estudios que se están haciendo ahora con distintas técnicas nos están demostrando que hay personas de 25 o 30 años que ya tienen enfermedad cardiovascular. Estas personas salen a la luz si nosotros las buscamos con tecnologías específicas y con chequeos específicos. Si no, van a estar aparentemente sanos, con una bomba de relojería dentro hasta los 50, los 60, los 70 años, que es cuando aparecen los eventos cardiovasculares. Pero claro, han estado latentes durante 20 o 30 años. Entonces, probablemente hay que empezar a tratar a la gente muchísimo antes.
¿Hacer ejercicio vigoroso es malo para el corazón?
El ejercicio es algo interesantísimo pero cada corazón tiene su nivel de ejercicio. Entonces el corazón es un motor más, un motor fantástico. Es capaz de latir 100.000 veces al día, 2.000 millones de veces a lo largo de una vida de 70 años. Extraordinario. No hay nada que rinda igual. Pero no sobrecargues el motor. No lo fuerces. No lo fuerces en exceso. Porque te tiene que servir para toda la vida. Entonces, el ejercicio extenuante no es bueno para el corazón. Te puedes sentir luego bien físicamente, pero piensa que no es bueno.
Yo les digo a mis pacientes: “Si tú necesitas correr dos horas para encontrarte bien y ser un ejecutivo agresivo y luego relajado en las reuniones, tienes un problema”. A mí me parece bien que hagas media hora, 40 minutos de ejercicio, y luego invierte en meditación, en relajación, en control mental para encontrarte bien, sin necesidad de hacer ese sobreesfuerzo físico, porque estás encontrando paz mental, pero probablemente no estás beneficiando a tu corazón, lo puedes estar perjudicando.
¿Pero qué es eso de “ejercicio extenuante”?
El que ha hecho deporte lo sabe. Hay veces que eres consciente de que te has pasado y de que tardas tiempo en recuperarte, te mantienes taquicárdico más tiempo del normal y has sufrido más de lo habitual. Lo que es bueno es hacer 30 o 40 minutos de ejercicio en el cual tu corazón esté latiendo alrededor del 80% de su frecuencia cardíaca, y su frecuencia cardíaca máxima es 220 menos la edad.
¿Cuál dirías que es el reto más acuciante que tiene la Cardiología en España?
Conseguir que nuestros responsables, nuestros gobernantes, tanto a nivel autonómico como a nivel estatal, sean valientes y pongan en marcha algunas de las iniciativas que les hemos propuesto. Y van las dos cosas por buen camino, tanto a nivel del Ministerio de Sanidad, con el que estamos a punto de establecer un convenio de colaboración importantísimo que va a redundar en la salud de la gente, y con el Ministerio de Seguridad de Asuntos Sociales
Queremos implementar la Estrategia de Salud Cardiovascular y poner en marcha la historia de salud digital personal del ciudadano.Esto se puede conseguir gracias al trabajo conjunto que pueden hacer y deberían hacer más los ministerios de Sanidad y Asuntos Sociales, que ojalá estuvieran integrados en uno solo, porque hoy en día la salud como tal no se puede conseguir solo a través de los medios sanitarios. Tienen que intervenir los agentes sociales y si no, estamos hablando de talleres para reparar los coches, pero no medidas preventivas para evitar lo accidentes.
¿Y respecto a su especialidad?
El principal reto es que las personas nos tomemos la prevención mucho más en serio. Y a mí, personalmente, me encantaría que se pudiera controlar la inmunidad para poder utilizar trasplantes de corazón de animales. Esto sería extraordinario. Se está desarrollando mucho en el corazón artificial, pero si fuéramos capaces de crear un corazón de cerdo que fuera bien dentro del organismo humano y se adaptara perfectamente a las características inmunológicas del cuerpo humano, sería extraordinario.