El diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer supone un reto para la medicina. Si bien es bastante preciso cuando la patología se encuentra en fases avanzadas, en los estadios iniciales es un proceso que se vuelve complicado, en muchos casos porque no hay síntomas todavía que alerten de su presencia y, en otros, porque las pruebas que se deben de realizar son molestas e invasivas. No obstante, un nuevo estudio se ha propuesto revertir la situación, pues, según sus resultados, se podría detectar su presencia en un simple análisis de orina.
Los investigadores, que han publicado sus conclusiones en la revista Frontiers in Aging Neuroscience, llevaban varios años detrás de un marcador en la orina que pudiera advertir de la presencia de la enfermedad. Sin embargo, no habían dado con ninguno que fuera sensible al deterioro cognitivo. Hasta ahora. Tal y como sugiere su estudio, el ácido fórmico podría servir para tal fin.
El ácido fórmico es el resultado de la metabolización en sangre del formaldehído. Esta sustancia, normalmente, interactúa con el cuerpo humano de forma exógena, es decir, por factores externos. Se usa para la construcción, aunque también se emplea como fungicida, desinfectante e, incluso, como conservante en laboratorios médicos.
Sin embargo, el formaldehído también puede ser desarrollado por nuestro propio cuerpo, como advertía un trabajo publicado en Nature, aunque en este caso se asociaba su presencia a la Anemia de Fanconi (AF) y, por ende, con algunos tipos de cáncer.
Formaldehído y alzhéimer
Existe un estudio publicado en Neurology que sí encontró una relación entre la exposición al formaldehído y el riesgo de deterioro cognitivo, así como otro editado en la revista Chemical Research in Toxicology que ampliaba el mismo resultado al formaldehído endógeno.
Con esa premisa, los investigadores analizaron los niveles de ácido fórmico en la orina de una muestra de 574 personas, divididas entre aquellos que habían sido diagnosticados de alzhéimer (en distintas etapas, desde tempranas hasta su fase más avanzada) y un grupo de control.
Según describe el estudio, "los niveles de ácido fórmico en orina aumentaron significativamente en todos los grupos con personas diagnosticadas de alzhéimer, en comparación con el grupo de control". Así, concluyen: "Esto sugiere que el ácido fórmico podría actuar como un biomarcador sensible para hallar la enfermedad de Alzhéimer en una etapa temprana".
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No obstante, los propios autores reconocen que su investigación tiene ciertas limitaciones. La primera —y más importante— es que no puede demostrar causalidad entre un fenómeno y otro. "Las explicaciones basadas en el formaldehído y el metabolismo del ácido fórmico siguen siendo teóricas y se necesitan los correspondientes experimentos con animales para confirmarlo", describen. El reducido tamaño de la muestra es otro de los inconvenientes que señalan.
¿Más agua de borrajas?
Ya en 2016 otra noticia relacionada con la detección de la enfermedad de Alzheimer en orina quedó en agua de borrajas. Un grupo de investigadores del Monell Center publicaba en Scientific Reports un estudio que demostraba en ratones que la orina podía esconder biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer. Como valoraban expertos a EL ESPAÑOL, los resultados de aquello habría que cogerlos con pinzas. Entre otras cosas, porque la orina de los mamíferos "suele tener un componente de comunicación entre ellos que en los humanos se ha perdido".
La búsqueda de compuestos líquidos que puedan advertir de la enfermedad de Alzhéimer se centra en tres de ellos: cefalorraquídeo, sangre y orina. Tal y como señalaban los neurólogos, la orina es el que menos probabilidades tiene de ser efectivo es la orina, por ser "el líquido más alejado del cerebro".
En cambio, con el líquido cefalorraquídeo ha habido más suerte, pues actualmente sí se utiliza para localizar marcadores biológicos (proteína beta amiloide y tau) en personas que presentan un deterioro cognitivo leve, para confirmar la presencia de la enfermedad. El problema es que, como se comentaba al principio, para extraerlo se tiene que requerir a un método invasivo, como es la punción lumbar.
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También está el hecho de que esta prueba no está destinada a poblaciones asintomáticas, que sería la verdadera revolución en el alzhéimer, pues permitiría detectarlo antes de los primeros síntomas y actuar con anticipación al desarrollo de la enfermedad.
La verdadera píldora
Puede ser que la sangre sea la que, finalmente, se postule como la verdadera herramienta del cribado del alzhéimer. Según anunciaba en EL ESPAÑOL Miguel Medina, director científico adjunto del Ciberned, la estructura en red que coordina la investigación pública frente a las enfermedades neurodegenerativas en nuestro país, "en dos o tres años" pueden estar ya disponibles test de análisis para ver biomarcadores de alzhéimer en sangre.
Esto no se tiene que confundir con el caso de Chris Hemsworth y el examen genético que le había hallado dos copias del gen ApoE4, asociado al alzhéimer. Como detallaba a este diario Guillermo García Ribas, portavoz de la Sociedad Española de Neurología (SEN), este test "no es demasiado relevante para los neurólogos", en tanto en cuanto tan sólo el 30% de la población que padece alzhéimer cuenta con este gen. Es decir, su presencia no es garante de la enfermedad. De hecho, se estima que está presente en un 14% de la población sana.
De momento, lo que sí está demostrado es que el estilo de vida es un factor muy activo en la enfermedad de Alzhéimer. Evitar el sedentarismo sería un punto crucial y, como demostraba un estudio publicado en Jama Neurology, caminar cerca de 10.000 pasos al día debería estar considerado como una verdadera píldora contra la enfermedad.