La enfermedad de Alzheimer es una de las más temidas en todo el mundo por sus efectos devastadores y la falta de tratamientos efectivos. Sólo en España, la enfermedad afecta a, aproximadamente, 800.000 personas, pero se espera que el número se duplique en el año 2050 "y se acercará a los dos millones de personas". Así se recoge en el Plan Integral de Alzheimer y otras Demencias (2019-2023) que elaboró el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.
A medida que envejecemos la probabilidad de padecer esta enfermedad se va incrementando: antes de los 65 años se considera poco frecuente, pero entre los 85 y los 89 años la padecen poco más del 20% de las personas y casi un 40% de quienes tienen más de 90 años, según el mismo documento de Sanidad. Es decir, que el alzhéimer es una enfermedad bastante frecuente en la tercera edad y genera una gran discapacidad. Además, también afecta a la economía de las familias donde existe un caso.
Por desgracia, la ciencia todavía no ha dado con el remedio del alzhéimer a pesar de que la investigación cuenta con alrededor de 40 años. A pesar de que otras enfermedades como muchos tipos de cáncer o la infección del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) siguen todavía sin una cura total, en el caso de alzhéimer se han realizado pocos avances en la mitigación de los síntomas o de la calidad de vida. ¿Por qué se resiste tanto la cura de esta enfermedad a la investigación científica?
Pocos resultados
Guillermo García Ribas, portavoz de la Sociedad Española de Neurología (SEN), enumera tres causas por las que esta cura se está retrasando: la primera de ellas es el desconocimiento del origen de la enfermedad, su primera causa; la segunda es la dificultad que existe para ver el cerebro; y la última, los tiempos tan dilatados que existen en la industria farmacéutica desde que se plantea una vía de tratamiento hasta que, finalmente, se produce. Llevamos cuatro décadas de investigación, pero todavía queda mucho camino.
"La del alzhéimer es una de las grandes áreas de investigación a nivel mundial. Es una enfermedad frecuente y que no tiene un tratamiento eficiente y, por eso, quien encuentre la cura va conseguir muchos beneficios económicos", explica el portavoz de la SEN. Según cuenta, un gran número de empresas farmacéuticas cuentan con una división encargada de investigar esta enfermedad e invierten millones de euros: "No se sabe cuánto dinero han puesto, pero se sabe que cada estudio cuesta unos 5 millones de euros y al año se investigan unas 50 moléculas".
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A pesar de ello, el experto afirma que algo más del 99% de los estudios que se han realizado hasta la fecha han resultado negativos: "sólo han sido positivos cinco ensayos, es muy difícil aventurar una línea que sea prometedora". De todas formas, explica que existen tres principales abordajes de la enfermedad en investigación: la destrucción de la proteína amiloide, atacar la proteína tau —ambas son proteínas que se acumulan en el cerebro y se han relacionado con la aparición de alzhéimer— y modular la capacidad de inflamación del cerebro, "activar nuestros sistemas de defensa innatos del cerebro para que reconozcan las proteínas del alzheimer y las elimine".
Conocer la enfermedad
Está claro que estas proteínas están muy relacionadas con la enfermedad y, por eso, la investigación se está centrando en ellas. Pero lo que los científicos no tienen tan claro es que éstas sean la principal causa del alzhéimer. "Eliminar estas proteínas está dando unos resultados muy discretos, ¿las estamos eliminando pronto, tarde o es que la solución pasa por otro proceso de la enfermedad que todavía no conocemos? No lo sabemos". García Ribas explica que todavía no conocemos todos los eventos que tienen lugar durante la enfermedad.
"En otros órganos se pueden ir tomando biopsias y observar cómo avanzan las enfermedades en ellos, pero en el caso del cerebro dependemos de las autopsias. Ahí vemos una foto final de la enfermedad y vemos esas proteínas acumuladas, pero no lo que ha pasado antes", explica el experto. Vamos, que no hay manera de ver el cerebro al microscopio con un paciente vivo. Por suerte, desde hace unos años se han comenzado a realizar otras pruebas que permiten aproximar lo que está pasando en el interior de este órgano.
Se trata de la observación del líquido cefalorraquídeo y la realización de una tomografía cerebral. Estos marcadores ayudan a aumentar el conocimiento de la enfermedad, pero, como recuerda García Ribas, el desarrollo de fármacos lleva muchos años. "Actualmente estamos investigando vías que fueron pensadas hace unos 10 o 15 años. Estos tiempos son fundamentales para evitar toxicidad en los tratamientos y no se pueden acelerar", cuenta el experto.
Cómo reducir los casos
La investigación del alzhéimer es, por suerte, muy extensa y, si bien la cura se está demorando, también estamos aprendiendo mucho sobre la prevención de la enfermedad. El riesgo genético de padecer esta enfermedad sólo representa un 7% del total de los casos y, en cambio, los factores ambientales son responsables de un 30%. Es decir, que si se mejoran los hábitos de vida saludable y sociales se pueden llegar a evitar todo ese porcentaje de casos. A día de hoy, no existen recomendaciones específicas para esta enfermedad aparte de prevenir la sordera, como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL.
"Lo que se sabe es que la buena salud general repercute en la prevención de esta enfermedad. La actividad mental es importante para cuidar el cerebro, pero se está observando que la actividad física regular lo es más. Son cosas de sentido común, pero al parecer son las que más cuesta implementar: todavía un 25% de la población es fumadora. Eso es un montón, es una de cada cuatro personas", lamenta el experto. En este sentido, la contaminación de las ciudades también supone un riesgo para esta enfermedad, se han observado más casos en éstas que en los pueblos.
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Los hábitos de vida saludable a los que se refiere el experto no son diferentes de los que mandaría un cardiólogo o cualquier médico: dieta saludable, ejercicio regular, descanso y vida social activa: "Hablar, esto que estamos haciendo tú y yo, —mejor si es cara a cara— es lo que más beneficia a nuestro cerebro. Ser una persona huraña te hace tener un mayor riesgo en este tipo de enfermedades", advierte García Ribas. "Cada vez más estudios destacan la importancia de los hábitos y me gusta pensar en el potencial que tiene cambiarlos para reducir los casos de esta enfermedad".