El proceso para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer es complejo. Mientras que en fases avanzadas, cuando hay una pérdida clara de facultades, el método estándar tiene una precisión del 90%, cuando se trata de deterioros más leves, en edades más tempranas, el tema se complica y hacen falta pruebas adicionales, algunas de ellas invasivas como la punción lumbar. Un estudio ha mostrado el camino para simplificar el diagnóstico mediante un escáner cerebral.
Un grupo de investigadores del Imperial College de Londres ha desarrollado un algoritmo para desentrañar los cambios estructurales en el cerebro que pueden conducir a la enfermedad neurodegenerativa a través de resonancias magnéticas.
Esta herramienta se desarrolla en dos pasos: en el primero discrimina entre personas con y sin patologías que puedan estar relacionadas con el alzhéimer. En el segundo diferencia aquellos pacientes con la enfermedad propiamente dicha de las personas con un deterioro cognitivo leve.
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El trabajo, publicado en Nature Communications Medicine, ha evaluado las imágenes por resonancia magnética de 783 personas. De ellas, 216 estaban sanas; 208 tenían deterioro cognitivo leve; 181 estaban diagnosticadas con alzhéimer; 94 tenían demencia frontotemporal y 84 sufrían de párkinson. Su inclusión permitía evaluar la capacidad de método de detectar el deterioro cerebral asociado únicamente a alzhéimer.
La precisión alcanzada en el primer paso es del 98%. En el segundo, la herramienta detectaba correctamente el deterioro leve en el 76% de los casos y la enfermedad de alzheimer en el 92%. El método, según los autores, "es reproducible y robusto", lo que permitiría "integrarse en el sistema de apoyo a las decisiones sin necesitar muestras adicionales".
Al verificar la herramienta en un grupo de personas externo al ensayo su precisión se redujo del 98% al 81%, si bien los investigadores afirman que sigue siendo superior a métodos estandarizados como la medición de la atrofia del hipocampo –un área del cerebro relacionada con la aparición del alzhéimer– y de la beta amiloide en el líquido cefalorraquídeo, que se obtiene mediante punción lumbar. La acumulación de esta proteína es la principal característica de la enfermedad neurodegenerativa.
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Guillermo García Ribas, portavoz de la Sociedad Española de Neurología, explica que el deterioro cognitivo leve de las primeras fases del alzhéimer es difícil de diferenciar de otros trastornos. "Si ocurre en gente joven, de entre 55 y 75 años, el diagnóstico clínico es menos sensible, entre el 75% y el 85%".
Aunque cree que hacen falta más estudios para garantizar la precisión de esta nueva herramienta diagnóstico, le parece muy interesante el uso de la resonancia magnética, que en la actualidad se utiliza sobre todo en grupos con la enfermedad más avanzada, para una población en que no se tiene tan en cuenta.
Contaría con la ventaja, además, de no ser algo agresivo como la punción lumbar, que se basa en un pinchazo en la parte baja de la espalda para extraer líquido cefalorraquídeo. Si bien se trata de un procedimiento poco riesgoso, "como una anestesia epidural", el neurólogo afirma que hay gente a la que no le hace gracia verse sometida a algo tan invasivo, y menos en las primeras etapas de la enfermedad, cuando el paciente suele negar que tenga un problema.
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En cambio, ve una dificultad esencial: aunque se realiza una resonancia magnética estándar en cualquier servicio de neurología, la cantidad de información manejada la hace, de momento, difícil de manejar en el día a día.
No se trata tanto de la cantidad de información que puede procesar un ordenador normal como de que consume mucho tiempo. El equipo del Imperial College se basó en la segmentación de 115 regiones cerebrales y 656 características extraídas de cada una de ellas. Finalmente lo acotaron a 20 características distribuidas en 14 regiones, pero eso sigue implicando un trabajo arduo.
Además, "necesitas que la persona dirija bien lo que quiere segmentar", señala García Ribas. Para ello necesitas "gente experta, que se haya entrenado en la segmentación de áreas cerebrales".
Sin tratamientos para el alzhéimer
La misma opinión manifiesta David Pérez Martínez, jefe del servicio de Neurología del Hospital 12 de Octubre de Madrid. "No sé si a priori será una cosa fácil de poder implementar en la asistencia diaria, pero sí parece interesante porque no utiliza ningún medio sofisticado".
Más allá de esta cuestión, plantea un problema más profundo: "Se ha avanzado enormemente en las pruebas diagnósticas, especialmente con los biomarcadores en líquido cefalorraquídeo y la medicina nuclear, pero no tenemos ningún tratamiento. Nos encontramos en un cuello de botella, en el que podemos dignosticar pero no tenemos ninguna terapia realmente efectiva para estos pacientes".
La investigación en las últimas décadas han sido muy provechosa esclareciendo los mecanismos de la degeneración y advirtiéndolos cuanto antes, pero sigue habiendo un vacío enorme en cuanto a tratamientos. La última promesa, aducanumab, aprobado el año pasado en Estados Unidos, no ha logrado demostrar un avance real y, en consecuencia, el laboratorio que lo desarrolló, Biogen, ha decidido no seguir apostando por él.
Sin embargo, Pérez Martínez da la vuelta al argumento que él mismo ha planteado. "Todo está preparado para que –ojalá– en el corto-medio plazo aparezcan las primeras terapias modificadoras del curso de la enfermedad. Entonces, tendremos que detectar de forma fiable a los pacientes que puedan aprovecharse de ellos".
El uso de algoritmos e inteligencia artificial para crear herramientas de diagnóstico automático fiables es uno de los campos más prominentes de la investigación médica actual. El cáncer es una de las principales áreas de trabajo, pero se está extendiendo a cada vez más patologías.
Guillermo García Ribas no duda de que, en un futuro indeterminado, estos métodos sean habituales en la práctica clínica y ayudar al despistaje de pacientes, aunque no cree que sustituya al ojo clínico. "Hay que estar abiertos a cualquier cambio de paradigma e introducir este tipo de tecnologías en la práctica clínica, aunque siempre tendrá que haber alguien que, sobre unos datos, por incuestionables que parezcan, valore el conocimiento que el ordenador no pilla".