El 26 de marzo de 2020 había poco más de medio millón de casos de Covid en todo el mundo. Tan solo 15 días después de que la OMS declarara oficialmente la pandemia por SARS-CoV-2, el número de muertes diarias a lo largo del planeta era de unas 2.150. Por aquel entonces el virus estaba mucho menos extendido, aunque ya causaba estragos en algunos países, entre ellos España.
Hoy, algo más de dos años después, el número medio de muertes diarias se ha situado en 2.280, un mínimo que no se había vuelto a ver a lo largo de este tiempo. La pandemia parece retroceder en todo el mundo, presionada por la cada vez mayor cobertura vacunal (un 59% con pauta completa, aunque con muchas diferencias regionales) y unas variantes en expansión más leves que las anteriores.
Según la OMS, el número de casos y muertes ha ido reduciéndose desde finales de marzo. En su último informe de situación, correspondiente a la última semana de abril, registra 3,8 millones de casos y 15.000 muertes, una reducción del 17% y del 3%, respectivamente, respecto a la semana previa.
De las seis regiones en que el organismo divide el planeta, solo dos han experimentado un crecimiento en el número de casos: África y América. En cambio, las muertes solo han experimentado un avance en la zona del ser y este de Asia debido a un retraso en la notificación de muertes por parte de India, y en América se han mantenido.
Sin embargo, Europa ha experimentado un decrecimiento del 16% en los fallecimientos; la región del Pacífico Occidental, un 8%; el Mediterráneo Oriental ha visto reducir las muertes en un 21%, y África, un 56%.
Estos datos llegan precisamente la semana en que la OMS ha presentado sus estimaciones de exceso de mortalidad a lo largo de 2020 y 2021, no referidas exclusivamente a personas fallecidas por Covid sino a aquellas cuya muerte ha estado indirectamente relacionada con la enfermedad.
Así, los 6,2 millones de defunciones oficiales en todo el mundo pasan a ser 14,9 (otras estimaciones aumentan dicha cifra). De ellas, 103.937 se corresponderían a España, en un arco de probabilidad cuyo mínimo es de 94.023 y el máximo es de 113.590.
La cifra contrasta con la calculada por el sistema de Monitorización de la Mortalidad de España del Centro Nacional de Epidemiología, que redujo su cifra total de exceso de mortalidad de 103.248 a 98.629, y eso incluyendo las 5.760 muertes en exceso calculadas este 2022 (de las cuales 1.051 serían atribuibles a las temperaturas), al reorganizar su sistema de vigilancia tras la entrada en vigor de la nueva estrategia de control de la Covid, a finales de marzo.
Cero muertos, una utopía
Con todo, nuestro país sigue registrando unas cifras de muertes por Covid que, antes de esa casi aceptación fatalista de la mortalidad que ha venido con la gripalización, se considerarían inaceptables: 234 fallecimientos con fecha de defunción en los últimos 7 días y picos de hasta 56 muertes diarias.
Lejos queda el principio de octubre, cuando la mortalidad se situaba en entre 10 y 20 fallecidos diarios y se pensaba que se podía alcanzar unas ansiadas cero muertes por Covid, y menos aún la del verano de 2020, cuando los fallecidos se podían contar con los dedos de una mano.
"La situación que vivimos en el verano de 2020 es difícil que se vuelva a repetir", razona Óscar Zurriaga, vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología, "porque eso implicó un intento de cercenar la transmisión por la vía más radical que hay, que es la del confinamiento".
Por eso ve difícil que pueda repetirse esa situación. "Todas las enfermedades, incluidas algunas con las que se ha querido equiparar la Covid [como la gripe], tienen una mortalidad asociada. No creo que vayamos a dejar de ver defunciones relacionadas con la enfermedad –no sabría decir si causadas por ella– durante bastante tiempo".
Aunque no por ello justifica la retirada abrupta de las restricciones de los últimos dos meses, Zurriaga ve difícil aventurar un fin de la pandemia basado en el número de muertes. "Lo que está claro es que la gravedad que estamos viendo ahora es menor de la que hemos visto en otros momentos. Esto no quiere decir que nos hayamos quitado el virus de encima, ni muchísimo menos".
No hay más que ver la evolución de los indicadores principales de seguimiento en nuestro país. Ya son dos comunidades las que se encuentran en riesgo alto de Covid: Asturias ya entró la semana pasada y Castilla y León se acaba de incorporar. Además, Galicia, Cantabria, País Vasco, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Murcia se encuentran en riesgo medio.
A nivel provincial, hay un núcleo en el noroeste de la península que se encuentra en el máximo nivel de peligro: Orense, León y Zamora, principalmente por la tasa de ocupación de camas de agudos por pacientes con Covid-19, que supera los 40 por cada 100.000 habitantes.
Además, León es una de las dos provincias (la otra es Burgos) cuya tasa de ocupación de UCI por pacientes de Covid se encuentra en riesgo medio, con entre 2 y 4 camas por cada 100.000 personas.
En España no se diferencia entre ingresos con Covid y por Covid, lo que se llamarían Covid incidental y primaria. Esto es: personas hospitalizadas que dan positivo por la infección o aquellas que se encuentran en el hospital por consecuencias directas del contagio.
La diferencia no ha estado exenta de polémica. Aquellos que han querido negar la importancia de la pandemia y acusar a los gobiernos de coartar las libertad han sobredimensionado el papel de los hospitalizados 'con Covid', indicando que lo estarían de cualquier manera. En el momento actual, con una gran diferencia entre el gran número de ingresados y los pocos pacientes en UCI, parece más justificado hacer esa distinción.
Sin embargo, como señala el investigador en Salud Pública de Fisabio Salvador Peiró en un artículo en The Conversation, la Covid incidental no debe banalizarse porque demora los ingresos programados y obliga a reprogramar mucha actividad hospitalaria, usar habitaciones aisladas, EPI y otras medida para evitar que el virus se extienda a profesionales y pacientes. También puede complicarse por la Covid un caso que ingresó por otra enfermedad primaria.
El efecto Semana Santa no ha variado el panorama de la Covid en España. La tendencia a la disminución de los contagios ya había cambiado a principios de abril, así como el aumento de las hospitalizaciones. Las UCI han ido reduciéndose hasta alcanzar un suelo en torno a los 360 ingresados. Pero, como señala Óscar Zurriaga, "llevamos prácticamente todo 2022 con un exceso de mortalidad por encima de lo esperado. No estamos en una situación que nos permita relajarnos".