El cambio de estrategia no quiere decir que el SARS-CoV-2 ahora sea distinto. Es lo que se han cansado de repetir los epidemiólogos y salubristas desde que se dieron a conocer las nuevas condiciones de vigilancia de la pandemia (lo que se ha dado a conocer como 'gripalización' de la Covid), que entraron en vigor a finales de marzo. Los datos de abril, primer mes completo con la nueva estrategia, lo corroboran: 1.915 fallecimientos, menos que en los primeros tres meses de 2022 pero más que los notificados el pasado diciembre.
El punto más grave de la ola de ómicron fue febrero, que dejó más de 6.000 muertes. En marzo la cifra se redujo notablemente, a 2.500. La mayor levedad de esta variante y la amplia cobertura vacunal no deben hacer olvidar que el virus sigue siendo letal.
La séptima ola es ya una realidad pero está llena de incógnitas. Se trata de la primera onda epidémica donde no se está siguiendo exhaustivamente el número de contagios. También es la primera sin restricciones: ya no hay aislamientos ni cuarentenas y, desde el pasado día 21, tampoco es obligatorio usar mascarilla en espacios cerrados (salvo en entornos sanitarios y transporte público).
Aún es pronto para evaluar el impacto en la mortalidad de todos estos cambios pero las cifras, aportadas dos veces a la semana por el Ministerio de Sanidad, dan cuenta de un aumento de las muertes desde su punto más bajo de la sexta ola, a finales de marzo. En los últimos 7 días se han notificado 252. El día con mayor número de fallecimientos fue el 16 de abril, Sábado Santo, cuando se contabilizaron 60.
Con todo, las cifras no se alejan mucho de las de hace un año. En abril de 2021 se notificaron 2.675 defunciones. Por aquella época, solo habían completado su vacunación las personas mayores de 80 años y las de las residencias. Otra cosa fue el abril de un año antes, el mes más mortal de la pandemia, cuando se contabilizaron más de 16.000 muertes (estas cifras serían ajustadas posteriormente).
En realidad, de los 26 meses que llevamos de pandemia, abril de 2022 será el décimo con menos fallecidos, superando únicamente a aquellos meses que discurrieron entre las distintas oleadas.
Asturias, en riesgo alto
Los últimos datos de este mes dan cuenta de un nuevo respingo en la incidencia acumulada entre los mayores de 60 años, el grupo de población en que se sigue monitorizando caso por caso. Ya alcanza los 676 puntos, mientras que en los mayores de 80 años la tasa ya es de 880.
Son ya ocho las comunidades autónomas que han superado los mil puntos de incidencia: Asturias, Cantabria, Castilla y León, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra y La Rioja. Solo hay tres comunidades por debajo de los 500 puntos: Andalucía, Cataluña y Madrid.
A pesar del notable crecimiento en los contagios, la ocupación hospitalaria ha bajado por primera vez desde el 1 de abril: hay 6.362 personas ingresadas con Covid, 93 menos que la última actualización de datos. Este descenso no es suficiente para sacar al país del riesgo medio por coronavirus: el porcentaje de camas ocupadas por personas con la infección sigue siendo superior al 5%.
La situación de las UCI es menos alarmante. A pesar de que el número de ingresados aumentó en la actualización de datos de principios de semana, el total de personas con Covid en UCI -329- ha bajado y marca un nuevo mínimo desde agosto de 2020.
Igual que ocurría con la incidencia, la situación es dispar dependiendo de la comunidad autónoma. Asturias es la única que tiene el porcentaje de ocupación hospitalaria en cifras de dos dígitos: 11,76%. Y por eso es la única cuyo nivel de riesgo por Covid es alto. En el lado contrario, el cuadrante noreste de la península (Cataluña, Aragón, Navarra, La Rioja), que ha sido en muchas ocasiones la zona más resentida en los comienzos de las oleadas, se mantiene en riesgo bajo.
Las dificultades parecen concentrarse esta vez en la misma latitud pero más al oeste. Galicia y Castilla-La Mancha están en riesgo medio, pero al disgregar los datos por provincias se observa cómo León y Burgos se encuentran en el mismo nivel de riesgo que Asturias, mientras que Orense y Zamora las superan y se encuentran en el nivel de alerta más alto.
Ello se debe a dos indicadores distintos. En el caso de la provincia gallega, la tasa de ocupación de camas de agudos supera las 40 por cada 100.000 habitantes. Para la castellanoleonesa, el superar el 15% de camas de agudos ocupadas por pacientes Covid la clasifica en dicho nivel. No solo eso: su porcentaje de ocupación de UCI es también superior al 15%, mucho más alto que el resto de provincias.
Situación en las residencias
Los efectos de la séptima ola también se notan en los ambientes que han estado en el punto de mira desde el inicio de la pandemia. Desde finales de febrero, los nuevos casos en las residencias comenzaron a crecer, durante marzo de forma dubitativa y en abril en una clara tendencia ascendente. En la última semana analizada, la que siguió a Semana Santa, se registraron 6.214 positivos.
Los fallecimientos semanales marcaron su punto más bajo de 2022, con 50 defunciones, en la cuarta semana de marzo. Desde entonces han crecido aunque parecen estabilizarse en torno a las 70 muertes.
En este último indicador se observa cómo, si el virus no ha cambiado, nuestra percepción de la pandemia sí lo ha hecho. Estas cifras son muy superiores a las de los periodos anteriores entre oleadas. Desde que finalizó el proceso de vacunación en las residencias, el nivel basal se situaba en menos de 10 fallecimientos semanales, pero tras la sexta ola no se ha recuperado dicha situación.