La eterna búsqueda de la felicidad ha servido como argumento para incontables guiones de cine. Si bien es cierto que las expectativas personales y la psicología tienen mucho que ver en el concepto de felicidad de cada persona, no es menos cierto que la química cerebral juega un papel crucial. O como decía el gran Eduard Punset: La felicidad está en el cerebro.
Un nuevo estudio publicado en Frontiers in Behavioral Neuroscience, a cargo del Dr. Paul J. Zak y sus colegas de la Universidad de Claremont, sugiere que la satisfacción con la vida y la felicidad en general se relaciona estrechamente con la neuroquímica. Concretamente, con la liberación de oxitocina, la "hormona de la felicidad".
Según Zak y sus colaboradores, a mayor liberación de esta hormona, mayor amabilidad desprenderá la persona y más satisfecha se sentirá con su vida. El dato clave, sin embargo, está en que la liberación de oxitocina aumenta con la edad.De forma natural, la felicidad aumentaría así a medida que envejecemos.
Del mismo modo, se tiende a pensar que las personas se preocupan más por los demás a medida que envejecen. Este interés por la ayuda y colaboración con los demás que se traduce en una mayor satisfacción personal y mayor felicidad cuando se sienten parte activa de una comunidad. Esto se relaciona con la "hipótesis de la abuela", la empatía emocional que se genera entre abuelos y nietos, de forma diferente al amor entre progenitores e hijos.
En este aspecto, la oxitocina entra de nuevo en escena. Este neuroquímico ampliamente estudiado está ;relacionado con el apego social, la confianza interpersonal y la generosidad. Sabiendo esto, Zak y sus colegas quisieron saber si la liberación de la oxitocina cambiaría con la edad, como ocurre con otros neurotransmisores relacionados con los sentimientos y el comportamiento.
Ya en estudios previos se habría visto un vínculo entre la amabilidad y la generosidad, conductas prosociales, y la liberación de oxitocina. En paralelo, se ha comprobado que, a medida que envejecemos, los seres humanos tendemos a pasar más tiempo de voluntarios o donando una mayor parte de nuestros ingresos a organizaciones benéficas. Los investigadores se plantearon analizar si habría alguna base neuroquímica tras estos comportamientos.
Así, reclutaron a más de 100 personas de entre 18 y 99 años de edad. Todos ellos vieron un vídeo sobre un niño pequeño con cáncer, un documento que había demostrado en anteriores ensayos la capacidad de aumentar la liberación de oxitocina cerebral en las personas que lo visualizaban. Se tomaron muestras de sangre a los participantes antes y después de la proyección.
Además, se dio la opción a los voluntarios de donar parte de sus ganancias del estudio a una organización benéfica contra el cáncer, y esto se usó como baremo pare medir su comportamiento prosocial inmediato. También se recopilaron datos sobre sus estados emocionales para obtener información sobre su satisfacción general con la vida.
Según los hallazgos del estudio, aquellos participantes que liberaron una mayor cantidad de oxitocina durante el experimento fueron también más generosas con sus donaciones. También realizaron muchos otros comportamientos de ayuda. La liberación de oxitocina se relacionó de forma directa con las conductas prosociales analizadas. Además, se detectó una relación entre la liberación de oxitocina y las edades más mayores, asociada positivamente con la satisfacción con la vida.
Según valora Zak, estos hallazgos son consistentes con muchas tradiciones religiosas y filosóficas que abogan por el altruismo como método de satisfacción personal y espiritual. También explicaría por qué ayudar a los demás parece preparar al cerebro para liberar más oxitocina en una especie de ciclo de retroalimentación positiva con mayor empatía y gratitud.
En el futuro los investigadores se plantean repetir el estudio con una mayor cantidad de participantes, con mayor diversidad étnica y geográfica, para poder validad sus hallazgos en diferentes culturas. Además, también intentarán realizar mediciones a más largo plazo con tecnologías portátiles no invasivas, buscando las actividades específicas que aumentan la felicidad.
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