Fue también un martes pero hace casi dos meses. China anunciaba al mundo el pasado 7 de abril que por primera vez no había registrado ni un solo muerto por la pandemia de Covid-19.
La noticia ocupó las portadas de todos los medios de comunicación, que respiraban aliviados al pensar que sí, del coronavirus, como de casi todo, se podía salir. Incluso en el país que más había sufrido hasta ese momento la pandemia y la nación donde se había originado.
El anuncio del Ministerio de Sanidad de este 1 de junio de que celebrábamos el primer día sin muertos por Covid-19 desde que empezó la crisis ha pasado, sin embargo, mucho más desapercibido, ocupando posiciones intermedias en los diarios y los informativos.
La gente está más centrada en qué se podrá hacer en su provincia el próximo lunes y en otros asuntos de índole política que vuelven a recuperar su espacio perdido en portadas.
Aunque muchos brindan en las terrazas, pocos lo hacen por este primer día sin muertos. Ni siquiera el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ni el líder del principal partido de la oposición, han publicado un tuit específico al respecto. Quienes lo han hecho, como Iñigo Errejón, ha apelado a la prudencia.
Parece inexplicable que España no celebre lo que a todas luces es un paso hacia el fin de la pandemia, pero es algo que tiene sentido. La primera razón es obvia. Desde el principio de la epidemia se ha dado por supuesto que ese no es el parámetro para medir el éxito en la lucha contra la pandemia, algo que determinará mucho más el número de casos diagnosticados.
De hecho, China anunció su primer día sin nuevos casos declarados el 19 de marzo y el primero sin fallecimientos el 7 de abril, aunque después se han detectados distintos repuntes aparentemente controlados.
Este lunes todavía se han registrado 71 nuevos contagios en todo el país, de los que podrían fallecer al menos dos personas si se repitiesen los esquemas de la primera oleada en la que todavía estamos inmersos. Fernando Simón, de hecho, advertía en su día que, una vez finalizados los nuevos casos, todavía habría que lamentar alguna muerte y todo parece indicar que así va a suceder aquí, cuando aún estamos lejos de los ceros casos notificados.
De hecho, nueve personas han ingresado en la UCI en la última semana y la mortalidad en ese ámbito es mucho mayor que en la comunidad.
Así, llegamos al punto clave del asunto: la sensación de que Sanidad volverá a declarar muertos por Covid-19 en los próximos días y semanas. Sería lo lógico en general, puesto que algunos de esos enfermos morirán, pero también por las características peculiares del sistema de contabilidad de fallecidos en España.
Aunque el ministro Salvador Illa y el director del Centro de Coordinación de Alertas Sanitarias, Fernando Simón, llevan desde la semana pasada diciendo que han puesto en marcha un nuevo sistema de contabilidad de casos y fallecidos que dará una radiografía de la situación mucho más parecida a la real, el hecho es que las cifras llevan meses bailando, aunque quizás más en estos últimos días.
La mortalidad por Covid-19 en España lleva tiempo siendo objeto de controversia, desde que Sanidad decidió registrar como fallecidos sólo a las personas muertas con una prueba de coronavirus positiva; es decir, aquellas con certeza de haber fallecido por el virus.
Sin embargo, tanto la clínica de muchos pacientes que no llegaron a hacerse la prueba en un momento en la que los test escaseaban en España como, sobre todo, el Sistema de Monitorización del Exceso de Mortalidad (por todas las causas) (MoMo), que mide el exceso de mortalidad comparando unos periodos con otros, dan por supuesto que el número real de muertos es mucho mayor.
Al principio sólo lo decían empresas de big data, como Inverence, que cifra el número de muertos en la actualidad a más de 52.000, casi el doble de las cifras oficiales del Gobierno, que habla de 27.127 muertos.
Pero la semana pasada el último informe MoMo se hizo público y demostró que el número de fallecidos inesperados había pasado de 30.000 a 43.000. Aunque esos datos requieren de ajustes -no todos tienen por qué deberse al Covid-19, ya que ha habido personas que han dejado de acudir al hospital por miedo a adquirir la enfermedad- sí ofrecen una prueba oficial de que esos 27.127 muertos distan de ser la cifra real.
Así, aunque se permite el brindis, que nadie lo haga como definitivo. Sigamos atentos a las cifras de casos notificados, crucemos los dedos porque sigan bajando y, cuando la cifra se parezca a 0 alcemos nuestras copas. Aunque todavía pueda fallecer alguien más.