En España, una de las enfermedades más prevalentes es la tensión arterial elevada o hipertensión arterial. Aunque que hay cerca de 14 millones de españoles hipertensos se calcula que sólo están diagnosticados un 60 por ciento. Los aspectos conductuales son clave para controlarla. Los especialistas recomiendan llevar una alimentación saludable, equilibrada y baja en sal, hacer ejercicio físico moderado y, si se es fumador, abandonar el tabaco.
Por otra parte, cuando se disparan los niveles de colesterol en sangre se produce la hipercolesterolemia, un desajuste que puede aumentar el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular. La mayor parte del colesterol que necesita el cuerpo se produce en el hígado, pero introducimos cantidades extra a través de algunos alimentos, por ejemplo de las carnes rojas y los lácteos (grasas saturadas).
En función de la densidad de las partículas de colesterol, distinguimos dos tipos de colesterol. El llamado colesterol malo (Low Density Lipoprotein o LDL) se acumula en las paredes de las arterias, lo que genera su endurecimiento y estrechamiento, y el colesterol bueno (High Density Lipoprotein HDL) que "despeja" las arterias transportando el exceso de colesterol de nuevo al hígado para que sea destruido.
Así, cuando se registran niveles altos del colesterol malo y bajos del bueno se pueden obstruir las arterias, lo que aumenta el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular. Este desajuste del colesterol suele aparecer en personas cuya alimentación tiene un alto contenido en grasas saturadas y un estilo de vida sedentario.
La jefa de servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital la Luz, la doctora María Luisa de Mingo, insiste en una entrevista con Europa Press en la importancia de la dieta mediterránea. "Debemos reducir la ingesta de azúcares, carnes rojas y grasas saturadas y fomentar el consumo de frutas y verduras para reducir el riesgo de padecer problemas cardiovasculares", afirma. Para ello, es importante identificar los ingredientes insanos en el etiquetado nutricional de los alimentos.
Según De Mingo, el aceite de oliva es rico en antioxidantes y grasas monoinsaturadas que tienen efectos antitrombóticos y cardioprotectores frente a la ateroesclerosis (estrechamiento y endurecimiento de las arterias). "Además, nos ayuda a disminuir el colesterol 'malo' o LDL". Las grasas a evitar son las industriales, las grasas vegetales saturadas (aceite de coco o de palma) y grasas trans o hidrogenadas, que aumentan un 33 por ciento el riesgo coronario.
De acuerdo con la especialista, con una adecuada alimentación se pueden prevenir muchas enfermedades, como la obesidad y todas sus comorbilidades, como la hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, apnea del sueño, entre otras. Además, la obesidad puede provocar alteraciones menstruales e infertilidad. Una dieta equilibrada, por otra parte, contribuye a prevenir las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
"Según un informe del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC), el consumo excesivo de carne roja y carne procesada se asocia a cáncer de colon, páncreas y próstata y parece que hay evidencias suficientes para establecer una asociación entre el consumo de carne procesada y la aparición de cáncer de colon y cáncer de estómago", asegura en la entrevista.
El consumo de alcohol se asocia al cáncer de boca, esófago, faringe, laringe, hígado, colon, recto y mama. Y la obesidad, con el cáncer de vesícula, mama y endometrio en el caso de las mujeres y con el de colon, recto y próstata en los hombres. "Una buena dieta ayuda no solo a mejorar la respuesta a la quimioterapia y la radioterapia, sino también a prevenir sus complicaciones", afirma.
Otra de las enfermedades es la sarcopenia, "enfermedad progresiva que consiste en la pérdida de la masa muscular que va produciéndose con la edad, y puede favorecer en las personas de más edad las caídas y las fracturas. Puede prevenirse con un consumo adecuado de calorías, proteínas y vitaminas", concluye De Mingo.