El atún en lata es uno de los ingredientes más habituales en la cocina, una preparación práctica y aconsejable por todos los beneficios que puede aportar a la salud, además de la comodidad que ofrece para elaborar una infinidad de recetas. Gracias a ella se puede solucionar cualquier menú, ya sea con un bocadillo, en una ensalada de arroz o lechuga, como relleno de una empanada o en una tortilla.
No obstante, aunque el atún en lata es saludable, no se recomienda recurrir a él con excesiva frecuencia, ya que su consumo en exceso puede llegar a tener consecuencias negativas.
Los nutricionistas y médicos aseguran que hay dos aspectos a tener en cuenta con respecto al atún en conserva. Primero, por el exceso de grasa que aporta al estar conservado en aceite, lo que se traduce en muchas calorías adicionales. Segundo, por sus niveles de mercurio, ya que la contaminación del mar ha hecho que prácticamente todos los pescados tengan metales pesados, y el atún es uno de los que más cantidad acumula.
¿Es recomendable tomar una lata de atún a la semana?
Las concentraciones de metilmercurio en el atún son bajas, por lo que no supone un peligro para la salud en general. No obstante, los especialistas coinciden al asegurar que las mujeres embarazadas y los niños menores de diez años deben evitar el consumo de atún rojo, tiburón, lucio y pez espada por ser los que tienen niveles más altos de mercurio.
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En el caso de las latas, si no se especifica, puede ser de cuatro variedades comunes, entre ellas el atún rojo. Para niños de entre 10 y 14 años, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recomienda limitar el consumo a 120 gramos al mes.
Cada lata tiene unos 50 gramos. Algunos expertos consideran que 100 gramos semanales son suficientes, por lo que lo más sano sería no tomar más de dos latas por semana.
Otros, como el tecnólogo de alimentos Mario Sánchez, explican que no hay riesgo en consumir hasta siete latas de atún semanales. Concretamente, 6,74 latas: "Por debajo de eso, no habría que preocuparse por el mercurio", explica en una entrevista en EL ESPAÑOL.
Beneficios y riesgos comer atún en lata
El atún, al igual que otros pescados azules, tiene numerosos beneficios para la salud, en gran parte por su riqueza en ácidos grasos omega 3. Es capaz de mejorar los niveles de colesterol y triglicéridos, contribuyendo a reducir el riesgo de trombosis. A ello hay que sumar su capacidad para protegerse frente al cáncer de piel y de mama, además de minimizar la posibilidad de padecer artritis.
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En cuanto a sus propiedades negativas, nos encontramos que un exceso de aceite que, si es de palma, tiene un efecto contrario a las propiedades de este pescado, haciendo que aumente el riesgo de colesterol y de padecer enfermedades cardiovasculares.
La acumulación de metilmercurio puede tener consecuencias en el sistema nervioso en fase de desarrollo en el feto y niños pequeños, por lo que es importante un consumo con precaución.
El mercurio en el pescado
El consumo regular de pescado está relacionado con una alimentación saludable gracias a la presencia de proteínas de calidad, vitaminas A y D, minerales como selenio, calcio y yodo, y ácidos grasos poliinsaturados omega 3, que hacen que el pescado sea considerado uno de los grupos alimenticios más completos a nivel nutricional.
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Sin embargo, su ingesta entraña algunos riesgos relacionados con el mercurio. Este metal pesado llega a los mares por diferentes fenómenos climáticos naturales como la erosión de las rocas o la actividad volcánica, pero también por la propia actividad humana, por la quema de combustibles fósiles, la minería y otras actividades industriales.
El mercurio llega de forma orgánica a los mares como metilmercurio, que a partir de ese momento se incorpora a la cadena alimentaria a través de los peces. Algunas especies tienden a acumular una mayor cantidad de mercurio que otras.
Tanto el metilmercurio como el mercurio inorgánico se considera que podrían dañar el ADN, pudiendo así derivar en problemas de salud como el cáncer. Sin embargo, aún no ha sido posible confirmar que exista esta actividad genotóxica en animales de laboratorio ni en los propios seres humanos.
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El metilmercurio se absorbe con una gran facilidad, sobre todo en presencia de grasa. Por este motivo, son las especies de pescados grasos las que suelen tenerlo en mayores cantidades. Una vez que llega al organismo, el metilmercurio puede traspasar con facilidad la placenta y la barrera hematoencefálica, lo que puede afectar de manera grave al sistema nervioso central. Es por ello por lo que no se recomienda su consumo en situaciones de embarazo e infancia, ya que tanto niños como embarazadas son muy sensibles a este metal.
A pesar de que aún no existe una certeza absoluta de los peligros del mercurio en los seres humanos, las autoridades sanitarias han recomendado algunas medidas preventivas con el objetivo de minimizar la exposición de mercurio, desaconsejando el consumo de algunos pescados (pez espada, atún rojo, tiburón y lucio) en mujeres embarazadas y niños de hasta 10 años de edad.