El consumo de yogur y otros derivados lácteos es muy habitual es países como España, donde conseguir leche y sus derivados es fácil y asequible, en comparación a otras zonas del mundo. Si bien es cierto que estos no son la única fuente de calcio de la dieta, ni deberían serlo, la realidad en nuestro país es que sí es de las formas más fáciles de conseguir este mineral.
Sin embargo, no vale cualquier tipo de yogur, por barato o asequible que este sea. Como ya hemos comentado hablando del pescado o los frutos secos, vuelvo a repetir la misma frase: hay que saber elegir. Y esto no es un proceso fácil, pues a todos nos cuesta saber elegir por muchos estudios que tengamos detrás. Importa tener conocimientos pero también fijarnos en la etiqueta de aquello que compramos y consumimos, como repasaremos hoy.
Yogur azucarado
Aunque puede que sea la opción más obvia a evitar, nunca está de más recordarlo: los yogures naturales azucarados, ya sea con azúcar blanquilla, miel o mermelada, u otras opciones sinónimas del azúcar (jarabes de glucosa, azúcar "de caña", azúcar moreno o el nombre que se nos ocurra) no serán nunca la mejor opción.
[Este es el único yogur que recomiendan los médicos para los desayunos en España: elimina los demás]
Un yogur natural debe ser totalmente natural, sin ningún añadido: leche fresca o en polvo y fermentos lácticos, sin más. Cualquier añadido sobra, con el permiso del yogur griego natural, el cual si bien es cierto que contiene mayor densidad calórica que el yogur natural estándar, sigue siendo una opción saludable, dado que a pesar de contener mayor cantidad de grasa su consumo se ha relacionado con beneficios para la salud.
Así mismo, cabe destacar que cualquier yogur contiene una mínima cantidad de azúcar, que en este caso se debe a la lactosa del mismo yogur. De nuevo, debemos estar atentos al etiquetado.
Yogur desnatado
La segunda opción a evitar, aunque con sus excepciones, sería el yogur desnatado. Si bien es cierto que tiene cabida en algunos tipos de dieta, no sería la opción más adecuada. De nuevo, el yogur natural estándar o el yogur griego natural serían siempre las primeras opciones, a pesar de su contenido graso y calórico superior. El llamativo eslogan "bajo en grasa" o "sin grasa" debe hacernos dudar.
Como ya expliqué en su día en 'EL ESPAÑOL', el yogur desnatado posee diversas razones para ser evitado: las grasas no son tan problemáticas como se suele pensar, como ya han sugerido diversos estudios; y, de hecho, los productos lácteos enteros han demostrado incluso mayor protección cardiovascular que sus congéneres desnatados. Además, muchos yogures desnatados o "bajos en grasa" suelen contener azúcares añadidos (que no son promocionados en su marketing, pero sí constan en su etiquetado).
Por otro lado, este exceso de azúcar puede ser más problemático que la mayor densidad calórica de la grasa retiada del yogur. Y, así mismo, esta grasa que falta y sí contienen el yogur natural y el yogur griego le restan un potencial clave al yogur: la saciedad. La grasa tiene propiedades saciantes, y retirarla puede ser contraproducente en algunos alimentos.
Para finalizar, el yogur natural suele tener mejor sabor que los desnatados, aunque se tiende a pensar lo contrario. Esta falsa creencia se debe precisamente al hecho de que los yogures desnatados o bien poseen azúcares añadidos, o bien edulcorantes no calóricos asociados. Ambos casos deberían evitarse, dado que los edulcorantes consumidos en exceso también han demostrado ser problemáticos a largo plazo. La moderación es clave, y leer las etiquetas también.
Yogur de sabores
Finalmente tenemos el caso de los yogures de sabores, los cuales a su vez tienden a poseer o bien exceso de azúcares, o exceso de edulcorantes, o ambos de forma simultánea. Pero eso no es lo único, dado que los yogures de sabores se suelen vanagloriar de contener fruta que supuestamente les otorga su sabor (y suelen existir trozos de fruta dentro de los mismos), pero realmente el sabor no viene de estos pequeños trozos de fruta, sino de los azúcares y mermeladas asociados.
A todo esto también debemos añadir los aditivos que contienen los yogures de sabores, cuyo objetivo es otorgarles un mejor aroma, textura, color y sabor, independientemente del exceso de azúcar habitual comentado. Esto no sería un yogur, sino un alimento ultraprocesado en toda regla, según el sistema NOVA que explicamos en 'EL ESPAÑOL': si un alimento cuenta con un elevado procesado, no se puede reconocer la materia prima, contiene grandes cantidades de azúcar y contiene ingredientes que no podemos encontrar en casa (como los aditivos), estamos ante un alimento ultraprocesado.
Así pues, de nuevo, las mejores opciones serían el yogur natural y el yogur griego natural, sin azúcares añadidos, aromas, saborizantes ni ningún otro aditivo o añadido. Si queremos darle sabor al yogur, antes de comprar un yogur de sabores o "con trozos de fruta", la mejor opción es añadirle nosotros la fruta en casa.