Conocer todas las vitaminas que están presentes en los alimentos es muy complicado y apenas recordamos dos, que son muy populares. La vitamina C que, a pesar de lo que te han dicho de pequeño, no desaparece si no bebes el zumo de un trago ni sirve para evitar un catarro; y la vitamina D, relacionada con la exposición al sol y que escasea en los últimos años. Entre las menos populares está la vitamina E que, sin embargo, está presente en algunos de los alimentos más empleados en las cocinas de España.
No sólo es conocida esta vitamina con la letra E, sino que también puedes encontrarla denominada como tocoferol, como la vitamina de la fertilidad o, incluso, la antioxidante por excelencia. En cualquier caso, a pesar de recibir estos títulos es una de esas vitaminas que ignoramos y no prestamos atención a su presencia en nuestra dieta. Si bien es cierto que, por lo general, es una sustancia que no suele escasear en los españoles, contar con niveles bajos de ella tiene un alto precio para nuestra salud.
Cuando nos falta la vitamina E sentimos sensibilidad en los brazos y en las piernas, es posible tener problemas de visión y, en los casos más extremos, se producen daños en los músculos y en los nervios. Ahora bien, el exceso de vitamina E —sobre todo, cuando se toma a través de suplementos en vez de alimentos— puede acarrear problemas graves para la salud: se ha relacionado con un mayor riesgo de sangrado y de hemorragias cerebrales, además de aumentar también el riesgo de generar defectos congénitos durante el embarazo.
Aceites y vegetales
Por esta razón, si lo que queremos es quedarnos con los mejores aspectos de esta vitamina y evitar los riesgos de su consumo abusivo, lo mejor es que la obtengamos de una dieta variada. Pero, ¿dónde se esconde esta vitamina? Uno de los grupos de alimentos donde es más abundante es el de los aceites vegetales, como el aceite de girasol y, por supuesto, el aceite de oliva. En este sentido, es mejor que optemos por el virgen extra, que no ha sido refinado, para que contemos con una mayor presencia de esta importante vitamina.
Los aceites de oliva virgen extra no son sólo para ensaladas o para poner sobre rodajas de pan como si fuera un producto gourmet, sino que también son una buena opción para cocinar. Esto se debe a que este aceite es uno de los que mejor conserva su estructura química a pesar de ser sometido al calor de la cocina. En este sentido, la vitamina E es conocida por ser sensible a la luz del sol, que la puede descomponer con facilidad, y es preferible tomarla de alimentos crudos, donde tiene más probabilidad de permanecer.
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Además, la vitamina E también se puede encontrar en los frutos secos y, entre ellos, destacan los pistachos. Los frutos secos son alimentos a los que no se les da un papel justo en nuestra dieta diaria: contienen grasas cardiosaludables, proteínas y fibra, además de su perfil de minerales y vitaminas. Sin embargo, solemos tomarlos como aperitivos, fritos y salados, donde sus beneficios se diluyen. Por último, la vitamina E también se puede encontrar en las hortalizas de hoja verde, en la fruta fresca, entre las que destaca el aguacate, y en algunos cereales.
Por qué tomarla
El principal beneficio de la vitamina E es que se trata de un potentísimo antioxidante, lo que significa que neutraliza los daños producidos por los radicales libres. Los daños oxidativos de estas sustancias se producen por la actividad normal del cuerpo, pero se pueden potenciar con el consumo de tabaco o la exposición a la radiación ultravioleta. Estas agresiones suelen estar muy relacionadas con las enfermedades no transmisibles, como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares.
Por esta razón, los antioxidantes y la vitamina E en particular son compuestos importantes a tener en cuenta si se quieren prevenir. Tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, también pueden tener un papel importante en la prevención y en la ralentización de enfermedades como las demencias y también los problemas de visión. Además, esta vitamina también ha sido relacionada con un aspecto más joven de la piel, la estimulación del sistema inmune y como complemento a la función de las vitamina A y K.