Los cánceres del tracto gastrointestinal son una de las grandes amenazas para la salud humana, además de una enorme carga económica a nivel mundial dada su morbilidad y mortalidad. El cáncer de colon es el de mayor incidencia en España y, junto al de estómago, uno de los más frecuentes. Se suman al cáncer de hígado, de pulmón y de mama para formar los cinco más letales en el momento actual.
Se sabe que existen múltiples factores de estilo de vida que pueden aumentar el riesgo, como el tabaquismo, el consumo de alcohol, la obesidad, la infección por virus como el virus de la hepatitis B y por supuesto los malos hábitos dietéticos. Ahora, un nuevo trabajo se ha centrado en descifrar las relaciones causales entre el consumo de los tipos de carne y los cánceres del tracto gastrointestinal. Sus hallazgos se publican en la revista Frontiers in Nutrition.
Los investigadores realizaron un estudio de aleatorización mendeliana basado en datos resumidos de estudios de asociación del genoma completo (GWAS). Estos exploraban la relación causal entre la ingesta de cinco tipos comunes de carne -carne procesada, carne roja (cerdo, ternera y cordero) y carne blanca (aves), y seis tipos de cánceres (esófago, estómago, hígado, vías biliares, páncreas y colorrectal). Los datos procedían del Biobanco del Reino Unido y FinnGen.
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Tras realizar múltiples análisis estadísticos, se determinó que no existía un efecto causal entre la ingesta de carne roja o carne blanca para ningún tipo de cáncer estudiado. Sin embargo, sí se detectó en el caso del consumo de carne procesada -salchichas envasadas, bacon, embutidos- y el cáncer colorrectal. No se detectó por otra parte relación entre este tipo de carne de baja calidad nutricional y el cáncer de esófago, estómago, hígado, vías biliares o páncreas.
Los investigadores han encontrado algunas conclusiones contradictorias en los estudios observacionales previos, pero el panorama general es consistente. Hay una continuidad, explican, entre el hecho de que la prevalencia del cáncer colorrectal y su mortalidad haya aumentado significativamente a la par que la calidad de la dieta a nivel global ha empeorado por el consumo de ultraprocesados.
Ya en estudios previos se habría sugerido que el consumo de carne procesada no solo aumentaría el riesgo de cáncer colorrectal, sino también de otros como el cáncer de próstata. Y otros trabajos sugerirían que reducir el consumo de carne roja prevendría el riesgo de desarrollar tanto cáncer colorrectal como cáncer de mama. Sin embargo, solo dos ensayos clínicos han analizado la relación real entre carne roja no procesada y cáncer colorrectal, y en ninguno de ellos se ha visto relación dado que eran observacionales.
Aún así, los mecanismos potenciales mediante los cuales la carne procesada aumenta el riesgo de cáncer colorrectal aún no están bien definidos. Su contenido en sustancias cancerígenas como hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), aminas heterocíclicas (HCA), compuestos N-Nitratos (NOC) y el hierro hemo serían algunas de las hipótesis barajadas. Todos estos compuestos se forman cuando la carne se procesa a elevadas temperaturas durante un tiempo significativo.
Estas sustancias se han relacionado con alteraciones del ADN, lo que resulta en mutaciones que pueden dar lugar al desarrollo del cáncer. Pero esto no explicaría por qué el consumo de este tipo de carne no aumenta el riesgo de otros tipos de cáncer a nivel gastrointestinal.
Para terminar, cabe destacar que el estudio tiene algunas limitaciones: se basa en poblaciones europeas, y es posible que se haya pasado por alto la relación moderada entre cáncer y el consumo de carne debido a un bajo número de casos. Como conclusiones, los investigadores plantean que la carne procesada sí aumenta de forma directa el riesgo de cáncer colorrectal, independientemente de si se ha consumido carne roja o blanca. Por tanto, sugieren la necesidad de reducir el consumo de carne procesada en busca de la potencial prevención de este tipo de cáncer.