Aunque la naranja es la reina de los cítricos en España, la clementina, una de sus parientes cercanas, goza de una popularidad cada vez mayor. Según la versión tradicional, el origen de este híbrido entre frutas se remonta a finales del siglo XIX. En esa época, el padre Clément Rodier la creó de forma accidental en el jardín de su orfanato en Misserghin, Argelia. Otros autores no aceptan esta versión y apuntan a China como el lugar de origen, en concreto a las provincias de Guangxi y Cantón, en las que se cultiva desde hace mucho antes una variedad similar a la actual.
Sea como fuere, la expansión de este fruto, que suele llegar a los mercados en los primeros compases del invierno, es un hecho evidente. Argelia, Marruecos y España han sido los países mediterráneos en los que tradicionalmente se han cultivado, y en 1914 desembarcó en Estados Unidos, fecha en la que se comenzó a cultivar en California. Una popularidad que, en parte se debe a la facilidad con la que se le quita la piel y a la poca cantidad de semillas que presenta, lo que la convierte en un alimento muy atractivo para los más pequeños
Las clementinas son el resultado del cruce entre una mandarina china y una naranja. Algo más pequeñas que las mandarinas, son más dulces que las naranjas a pesar de contener menos azúcar. Una pieza mediana de esta fruta contiene 35 calorías, algo menos de un gramo de proteína, muy poca grasa, 9 gramos de carbohidratos -de los cuales 7 gramos de azúcar- y 1 gramo de fibra.
Además, las clementinas contienen algunos nutrientes muy importantes para nuestro organismo, entre ellos la vitamina B6 y la vitamina C, con pequeñas cantidades de calcio y magnesio. Con estos valores, su consumo puede ser de gran utilidad para mantener nuestra salud en buen estado.
Salud digestiva
Una sola clementina contiene 1 gramo de fibra, una cantidad bastante interesante, si tenemos en cuenta su baja cantidad de calorías. Como es bien sabido, este nutriente es fundamental para promover una digestión saludable. Entre otras funciones, agrega volumen a las heces y facilita su evacuación.
Pero la vitamina C también ayuda. De hecho, un déficit de ella puede conducir a niveles reducidos de ácido clorhídrico, que ayuda a su cuerpo a descomponer y absorber los nutrientes. El ácido clorhídrico también combate los virus y las bacterias en el estómago para reducir el riesgo de infección.
Circulación sanguínea y salud ocular
Las clementinas son ricas en flavonoides. En concreto, contiene una buena cantidad de hesperidina, que, entre otros efectos, ayuda a proteger los capilares, las venas y las arterias. Así, resulta muy aconsejable para aquellas personas que tienen varices, así como aquellas que son propensas a la hipertensión o la arteriosclerosis.
Además, las investigaciones revelan que el consumo regular de cítricos reduce el riesgo de desarrollar degeneración macular relacionada con la edad. La causa puede estar relacionada con los flavonoides y su impacto en la circulación sanguínea.
Prevención del cáncer
La vitamina C presente en las clementinas tiene más propiedades, además de mejorar el funcionamiento del aparato digestivo. Esta vitamina, tan importante para la salud, es fundamental para reforzar el sistema inmunológico, pero también evita la inflamación gracias a sus propiedades antioxidantes. Además, también contiene betacaroteno, un precursor de la vitamina A, que generalmente se encuentra en los alimentos vegetales de color naranja y rojo.
Este poderoso antioxidante promueve el crecimiento celular saludable y el metabolismo del azúcar. Las investigaciones vinculan la inflamación crónica con varios tipos de cáncer. Por eso, alimentos como las clementinas, ricas en antiinflamatorios, pueden ayudar a reducir los riesgos.