La soledad viene definida por profesionales de la salud mental como una brecha entre el nivel de conexión que deseas con los demás y el que tienes. En pequeñas dosis, ese sentimiento puede ser el impulso necesario para buscar aquello que se necesita, al igual que cuando se tiene hambre o sed. Sin embargo, en un estado crónico, puede tener nefastas consecuencias para el individuo.
Los problemas que pueden conllevar dolencias como la soledad no sólo se traducen a escala mental, como cabría esperar. También tienen efectos en la salud física, como acaba de revelar un estudio publicado en Aging-US y que ha analizado los efectos que tienen factores psicológicos como el sentimiento de soledad o la infelicidad en el envejecimiento prematuro.
A diferencia de la edad cronológica, la edad biológica es una cifra personal que cada uno configura en base a su propia genética y su modo de vida. Una persona puede tener 60 años sobre el papel, pero, gracias a sus buenos hábitos, su edad biológica puede estar en 55. La relación, evidentemente, también se da a la inversa.
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En el estudio del envejecimiento son muy conocidos los efectos que tienen sobre el reloj biológico factores como el tabaquismo. Pero poco se habla de cómo afecta la salud mental a la hora de acelerar o retrasar dicho mecanismo, a pesar de que problemas como la citada soledad han sido definidos como "la pandemia del siglo XXI".
El reloj biológico
Pues bien, un equipo de científicos estadounidenses y chinos ha conseguido arrojar algo de luz sobre este asunto. Trabajando en el laboratorio Deep Longevity, han comprobado a través de análisis de sangre y datos biométricos de casi 20.000 adultos cómo afectan problemas como la soledad o la infelicidad al envejecimiento prematuro, además de medir otras variables como enfermedades y malos hábitos.
La aceleración del envejecimiento se detectó, como era de esperar, en personas con afecciones cardíacas, hepáticas y pulmonares, pero también en personas con una salud mental delicada. De hecho, si fumar sumaba más 1,25 años a la edad biológica, la suma de problemas psicológicos como la soledad, la desesperanza y la infelicidad contribuían a acelerar el envejecimiento más 1,65 años.
"Los factores mentales y psicosociales son algunos de los predictores más sólidos para hablar de salud y calidad de vida, pero han sido olvidados en gran medida por la atención médica moderna", sentencia Manuel Faria, psicólogo y neurocientífico de la Universidad de Stanford especializado en innovación sanitaria.
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Los resultados pueden parecer sorprendentes, pero existen investigaciones anteriores que ya habían apostado por esta línea. Es el caso de un metaanálisis realizado por un equipo de la Universidad Brigham Young (Utah, EE.UU.) que comparó los efectos de la soledad y el aislamiento con el tabaco, de cara a tener un mayor riesgo de mortalidad. Según concluyeron, estos eran equiparables a fumar 15 cigarrillos al día, casi una cajetilla.
Mayores de 65
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) recoge la soledad no deseada como uno de los mayores riesgos para el deterioro de la salud física y mental. Según el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada, más de dos millones de personas mayores de 65 años viven solas en España, cifra que se espera que ascienda a más de seis millones en la próxima década.
Por ello, la soledad se postula como uno de los grandes problemas que atajar, aunque todavía no está muy claro cómo afecta de una forma directa a la salud física. Por ejemplo, un experimento de laboratorio demostró que las personas solitarias expuestas a un virus de resfriado tenían más probabilidades de desarrollar síntomas que las personas que no estaban solas.
La explicación que encontraron fue que las personas en situación de soledad no deseada se sintieron más vulnerables. Por lo tanto, percibían los síntomas del resfriado como más graves.
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Otra investigación, llevada a cabo por profesionales de la Universidad Northeastern (Boston, EE.UU.), trazó una relación entre la interacción de factores psicológicos negativos y la metilación del ADN, un proceso fisiológico capaz de modificar los genes.
Alterar el ADN
La metilación, en sí, no es buena ni mala, pero puede haber un problema si se queda a medias o, en cambio, va más lejos de lo que debería. Esto daría lugar a modificaciones graves, por ejemplo, de tipo tumoral. Al parecer, según el estudio, los factores psicológicos negativos sí que pueden llegar a alterar la metilación del ADN de genes involucrados en procesos inmunes e inflamatorios crónicos.
Los datos contrastan con los resultados de El Proyecto de Memoria y Envejecimiento de la Universidad Rush (Chicago, EE. UU.), que analizó los tejidos cerebrales de personas mayores que, en los últimos años de su vida, habían estado rellenando cuestionarios sobre sus niveles de soledad. De nuevo, volvemos al mismo problema.
Al parecer, se encontraron diferencias entre los cerebros de aquellos que se sentían solos y los que no. En los primeros hallaron más activos algunos genes que promueven la proliferación de células cancerosas.
Turhan Canli, profesor de Neurociencia Integradora en la Universidad Estatal de Nueva York e investigador principal del proyecto, explicó en The New York Times que los genes que hallaron estaban asociados al cáncer, la inflamación, las enfermedades cardíacas y la función cognitiva. "Encontramos cientos de genes que se expresaban de forma diferente según el grado de soledad de estas personas", detalló.
No obstante, el neurocientífico matizó que su investigación no había podido probar una relación causal entre la enfermedad y la proliferación de esos genes. Sólo que eran más frecuentes en las personas que así se sentían.