El consumo de pescado azul y blanco, gracias a sus grasas saludables y otros micronutrientes, ha demostrado ser una buena opción para reducir el riesgo cardiovascular y mejorar la salud en general. En países como España, en donde no se suele llegar a los rangos adecuados de consumo a pesar de la facilidad para acceder a este alimento, la recomendación -con condiciones- es de tomarlo más a menudo.
Sin embargo, todos los excesos pueden llegar a ser perjudiciales. Y el pescado no sería una excepción: según un nuevo estudio publicado en la revista Cancer Causes & Control, un exceso en su consumo se relacionaría con un aumento de riesgo de sufrir melanoma maligno, el cáncer de piel más peligroso conocido.
Actualmente el melanoma es el quinto cáncer más común de los Estados Unidos, y el riesgo de sufrirlo en personas de raza blanca es de 1 por cada 38 personas. Las posibilidades disminuyen hasta 1 por cada 1.000 personas de raza negra, y 1 por cada 167 personas entre los hispanos. En estudios previos ya se habría sugerido una posible relación entre el pescado y el riesgo de sufrir melanoma, pero este nuevo estudio habría detectado una asociación más consistente.
Los investigadores de la Universidad de Brown en Estados Unidos, dirigidos por la Eunyoung Cho, trabajaron con datos de 491.367 adultos reclutados por todo el país norteamericano. Analizaron su frecuencia de consumo de pescado frito y no frito, y el tamaño de las porciones consumidas. Además, calcularon la incidencia de nuevos melanomas que se desarrollaron durante un periodo medio de 15 años a partir de los datos obtenidos en los registros de cáncer.
Se tuvieron en cuenta otros factores, como el IMC, niveles de actividad física, consumo de tabaco y/o alcohol, consumo de cafeína, consumo calórico diario total, antecedentes familiares y niveles promedio de radiación UV recibida de media. En total, de todos los participantes estudiados, 5.034 (1%) desarrollaron melanoma maligno, mientras que 3.284 (0,7%) desarrollaron melanoma en estadio 0.
Según sus hallazgos, una mayor ingesta de pescado no frito y atún se asociaría con mayor riesgo de melanoma maligno y melanoma en estadio 0. Además, la ingesta diaria de 14,2 gramos de atún aumentaría el riesgo de melanoma maligno en un 20% y el de melanoma estadio 0 en un 17%, en comparación a aquellas personas que consumiesen 0,3 g diarios.
Por otro lado, la ingesta media de 17,8 gramos de pescado no frito diario se asociaría a un aumento del riesgo de un 18% de melanoma maligno y un 25% de melanoma estadio 0 en comparación a la ingesta de 0,3 gramos diarios. Finalmente, no hubo asociación entre el consumo de pescado frito y el riesgo de melanoma.
Según Cho, la hipótesis barajada para explicar esta asociación entre consumo de pescado y riesgo de melanoma sería atribuible a los contaminantes presentes en el pescado. Por ejemplo, los bifenilos policlorados, dioxinas, y metales pesados como arsénico y mercurio.
En estudios previos se habría objetivado que a mayor ingesta de pescado, mayores niveles de estos contaminantes existirían en el organismo humano. También hay trabajos que han relacionado el consumo de pescado con un mayor riesgo de cáncer de piel en general.
Este estudio, sin embargo, no carece de limitaciones importantes. Por un lado, no se analizaron las concentraciones de contaminantes en los participantes afectados por el melanoma, por lo que no es posible atribuir su cáncer directamente el consumo de pescado.
El estudio fue observacional y no un ensayo clínico como tal, por lo que, de nuevo, no es posible hablar de una relación causal entre el consumo de pescado y riesgo de melanoma.
No se tuvieron en cuenta algunos factores de riesgo de sufrir melanoma, como el recuento de lunares, el color del cabello, antecedentes de quemaduras solares graves o el exceso de exposición solar. Y la ingesta diaria de pescado se calculó solo al inicio del estudio, y no de forma continuada ni al finalizar el mismo, por lo que no tiene por qué ser representativa de las dietas de por vida de los participantes.
Así pues, dadas las cuantiosas limitaciones del estudio, los autores sugieren que será necesario continuar investigando para poder atribuir realmente una relación a la ingesta de pescado con el riesgo de melanoma. Actualmente no recomiendan ningún cambio en los consejos sobre el consumo de pescado, y tampoco han sabido clarificar un mecanismo biológico que relacione ambos parámetros.