La llegada del verano hace que regresen las preocupaciones sobre el sol y el cáncer de piel. No obstante, esto debería copar nuestra atención siempre, ya que la piel sufre agresiones durante todo el año. Además, desde instituciones como la Academia Española de Dermatología denuncian que es un problema al que no se le otorgue la importancia que merece.
Prueba de ello es que el melanoma ha duplicado su incidencia en los últimos años y se estima que, para 2025, el diagnóstico de casos aumentará un 18%, mientras que las muertes subirán un 20%. Eso supone que, al año, fallecerán en el mundo 71.000 personas por esta causa.
La cifra es muy preocupante, no sólo por su magnitud, sino porque, como denuncia la dermatóloga Magdalena de Troya Martín en la página de la Fundación piel sana, "ninguno de nosotros deberíamos morir por cáncer de piel".
Si se identifica precozmente, hay un alto número de posibilidades de poder tratar la enfermedad con éxito. Para ello, es preciso conocer cuáles son los principales signos con los que se identifica este cáncer, ya que, además de los lunares, existen otras señales, como presencia de manchas, factores hereditarios, inmunodepresión o, incluso, padecer otro tipo de cánceres.
No obstante, antes de pasar a ver en profundidad cada una de las señales, es conveniente puntualizar que existen varios tipos de cáncer de piel y cada cual se manifiesta de una manera. Los principales son carcinoma de células basales, carcinoma de células escamosas y el melanoma.
Aunque el melanoma es el más sonado, lo cierto es que los carcinomas de piel son mucho más frecuentes en España. El de células basales es el que tiene una mayor incidencia y supone entre el 80 y el 90% de los detectados.
Puede aparecer en todas las áreas que exponemos al sol, aunque suele ser más frecuente en la cara, orejas, cuero cabelludo, hombros y espalda. Se origina por el crecimiento de las células basales situadas en la capa más profunda de la epidermis (la capa más superficial de la piel) y rara vez tiene capacidad de dar metástasis, aunque su crecimiento, lento pero progresivo, puede ser invasivo localmente.
Cambios en la piel
A lo que se tiene que prestar atención es a cualquier cambio en la piel que observemos raro, como un bulto o una llaga que no cura. Entre sus formas más frecuentes están: una protuberancia brillante y traslúcida, una lesión marrón, negra o azul con bordes también traslúdidos, un parche plano y escamoso con los bordes levantados o una lesión blanca similar a una cicatriz.
Mientras, el carcinoma de células escamosas supone entre un 20 y 25% de los tumores malignos cutáneos. Al igual que en el anterior, suele aparecer en las partes más expuestas al sol, aunque también puede aparecer en la boca y los genitales, y tiene varias formas de manifestarse, generalmente como un nódulo rojo o una llaga plana con costra escamosa. Aquí, es normal que los bordes de las lesiones sangren fácilmente.
Aunque no es lo habitual, este tumor tiene la capacidad de provocar metástasis, sobre todo a nivel ganglionar, pero sólo sucede en casos muy avanzados. De ahí, la importancia de prestar atención a posibles lesiones que aparezcan en la piel.
Como hemos visto, las heridas y lesiones en la piel suelen ser el principal signo de advertencia de un cáncer de piel. Los lunares, que suelen ser los que más miedo generan en cuanto a esta enfermedad, no son siempre síntomas de que algo va mal, pero sí es cierto que son los que suelen advertir de la presencia de un melanoma.
Éste es el tumor menos frecuente en la piel, aunque es el más agresivo, ya que es capaz de invadir el tejido sano que le rodea y diseminarse por otras partes del cuerpo.
Para estar atento de cuando un lunar puede llegar a ser peligroso, los expertos recomiendan seguir la regla del ABCDE. Aquí, 'a' representa la asimetría; 'b', un borde irregular; 'c', cambios de color; 'd', el diámetro (más de 6 milímetros se considera sospechoso) y 'e', evolución, es decir, si un lunar que poseemos y que parece normal con el tiempo adquiere alguna de estas características.
Factores de riesgo
Si bien, antes de la aparición de todas estas señales, existen unos factores de riesgo que pueden ayudar a que estemos mucho más atentos. Uno de ellos es el riesgo hereditario, ya que existe una relación entre el historial familiar y el desarrollo del cáncer de piel.
Un estudio del Grupo Español Multidisciplinar de Melanoma ha determinado que uno de cada diez casos tiene algún antecedente familiar. Además, desde la misma institución apuntan que el riesgo de padecer melanoma aumenta hasta en ocho veces si hay un familiar de primer grado está afectado por ello.
Estar inmunodeprimido también es un factor de riesgo importante a tener en cuenta, aunque en este caso afecta tan sólo a los carcinomas cutáneos no melanomas.
Cuando hablamos de inmunodeprimido, nos referimos a padecer afecciones como el SIDA o recibir algún tratamiento crónico de esteroides, indicado para enfermedades como la artritis, el asma, lupus, esclerosis múltiple, algunos tipos de cáncer o algunos trastornos de la piel, como eccema y erupciones cutáneas, para lo cual son muy recetados los corticoides.
Otras dolencias que apunta la AECC como potencialmente peligrosas para un carcinoma son el albinismo y la epidermodisplasia verruciforme, una enfermedad rara caracterizada por causar susceptibilidad a la infección del virus del papiloma humano (VPH). Asimismo, la infección por el VPH entra como factor de riesgo.
Las personas afectadas por otros tumores también tienen riesgo de sufrir cáncer de piel. Concretamente, un gen relacionado con el melanoma (CDKN2A) y asociado con el cáncer de páncreas.
Además, aquellos que han estado expuestos a tratamientos de radioterapia tienen un mayor riesgo de sufrir tumores cutáneos en la zona radiada. Aunque no es muy frecuente, en este caso, los más vulnerables son personas jóvenes.
La exposición al sol
A pesar de todo esto, no hay que olvidar que el mayor factor de riesgo que tenemos que tener presente es la incorrecta exposición al sol, sobre todo cuanto más clara es la piel, los ojos y el pelo.
Los daneses, en este punto, saben bien de lo que hablan, ya que en 2017 la Danish Cancer Society llegó a lanzar una campaña llamada 'Ayuda a un danés'. "Querida España, Dinamarca necesita su ayuda. Los daneses amamos su país, sin embargo, hay un problema, el sol daña nuestra delgada piel y cada día muere un danés de cáncer de piel", rezaba el texto de la institución.
Por eso, los expertos recomiendan usar protección de un factor igual o superior a 30, evitar el sol en las horas centrales del día y evitar las cabinas de bronceado artificial, las cuales, insisten desde la AEDV, están "claramente relacionadas con el aumento del riesgo de melanoma".