El pan blanco es uno de esos alimentos que creemos que es sano y, además, que comemos todos los días. Sin embargo, a través de este consumo estamos tomando un alto número de harinas refinadas —que tienen un alto índice glucémico— y también demasiada sal. De todas formas, el pan de España va en el camino de la mejora: desde julio de 2019, sólo el pan elaborado con un 100% de harina de grano completo puede ser llamado integral y, ahora, se va a reducir el límite de sal de este alimento.
La limitación a la sal forma parte de la misma norma del pan de 2019, aunque dará comienzo este viernes al haberse concluido el tiempo que el Gobierno dio a la industria para adaptar sus ingredientes a la producción. A partir de ahora, el pan como producto acabado debe tener un contenido máximo de 1,31 gramos de sal por cada 100 de pan (13,1 gramos de sal por cada kilogramo de pan o el correspondiente 0,52 gramos de sodio por 100 gramos de pan si se analiza mediante determinación de cloruros.
Si se analiza mediante determinación de sodio total, el límite máximo se establece en 1,66 gramos de sal por cada 100 gramos de pan (16,6 gramos de sal por cada kilogramo de pan o el correspondiente 0,66 gramos de sodio por 100 gramos de pan). Por esta razón, el pan puede empezar a sabernos a partir del próximo viernes más soso de lo que estamos acostumbrados. De todas formas, esta nueva proporción de sal contribuye a que hagamos una ingesta de sal más ajustada a los parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Este organismo recomienda en su página web que consumamos menos de 5 gramos de sal al día; es decir, lo que cabe en una cuchara de té. Sin embargo, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), los españoles tomamos de media al día hasta 9,8 gramos de sal. "El elevado consumo de sodio y la absorción insuficiente de potasio contribuyen a la hipertensión arterial y aumentan el riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular", recoge la OMS.
Sal oculta
Uno de los grandes problemas del consumo de sal está asociado al consumo de alimentos ultraprocesados. Una buena parte de estos contienen entre sus ingredientes una alta proporción de sal —además de azúcares y grasas refinadas— para aumentar el sabor de sus productos, pero impactan de manera peligrosa en la salud. Esta proporción de sal oculta es lo que, en muchos casos, provoca que sobrepasemos el límite que recomiendan las instituciones de salud.
En este sentido, el pan es también otro de esos productos en los que incorporamos mucha sal a nuestra dieta sin darnos cuenta. De hecho, "los principales subgrupos contribuyentes a la ingesta de sodio fueron los embutidos y otros productos cárnicos, seguidos de cerca por el pan", explica Gregorio Varela-Moreiras, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad San Pablo-CEU e investigador principal del estudio ANIBES sobre datos de alimentación y ejercicio físico en la población de España.
Además, tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, los precocinados, los quesos y las conservas de pescado son los otros grupos de alimentos que introducen sal en nuestra dieta sin que nos demos cuenta. En cuanto al pan, lo más saludable es que tomemos aquel que es 100% integral y, ahora, que sea bajo en sal. De esta manera, este tipo de pan no provocará un pico de glucemia en nuestra sangre después de consumirlo y, en consecuencia, un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares.