Los alimentos que se venden en conserva suelen provocar sentimientos encontrados entre los consumidores. Son muy baratos y ahorran tiempo en la cocina, pero hay quien piensa que estos productos son peores que los alimentos frescos o que, incluso, son malos porque contienen aditivos. Esto no siempre es así: aunque en España se venden algunas conservas que son ultraprocesados, otras muchas aportan muchos beneficios para la salud.
Para diferenciar las buenas conservas de las malas, debemos familiarizarnos con el etiquetado del envase en el que se recogen los ingredientes. Todas las conservas son alimentos procesados por la industria alimentaria, pero, a pesar de ello, muchos de ellos no presentan riesgos para la salud si se consumen con frecuencia. La clave se encuentra en que tengan una lista de ingredientes breve y, sobre todo, que los azúcares, las grasas refinadas y otros productos, como los almidones, aparezcan en una baja proporción.
Las legumbres cocidas, las sardinas o el atún en lata son ejemplos de alimentos en conserva que se pueden incorporar de manera habitual en nuestra dieta. Sin embargo, no son los únicos y es que hay algunas conservas más elaboradas que pueden ahorrarnos mucho tiempo en la cocina y que, a pesar de contar con más ingredientes, no son perjudiciales. Recientemente, ha aparecido en las estanterías de Mercadona uno de estos productos: unos calamares en caldeirada en lata de la marca Hacendado.
Buenos ingredientes
El apartado de ingredientes de este producto tiene un total de nueve elementos y, aunque a partir de cinco se consideran muchos, muchos son saludables. Los ingredientes que contiene esta lata son los siguientes: calamares, cebolla, agua, aceite de girasol, concentrado de tomate, sal, especias, goma guar y aroma natural. Estos dos últimos son aditivos, más propios de la industria que de la cocina artesanal, pero no son malos: las autoridades de sanidad han garantizado su seguridad.
En cuanto a la sal, este producto contiene tan sólo un 1,2%, lo que se considera como un porcentaje bajo. En total, las autoridades sanitarias aconsejan no tomar más de 5 gramos de sal al día para prevenir la hipertensión, un factor de riesgo de las enfermedades cardiovasculares. Los calamares son, en este sentido, un alimento que es fuente de grasas cardiosaludables y, específicamente, del famoso ácido graso omega-3, tal y como explica la Fundación Española de Nutrición (FEN).
La FEN recoge, sin embargo, que los calamares contienen un escaso contenido de grasa: tan sólo un 1,3% de la composición. La lata de Mercadona tiene un 11% de grasas, que provienen también del aceite de girasol con el que se cocina. De todas formas, las grasas saturadas tan sólo componen un 1,2% del total del producto, el resto son consideradas como insaturadas. Estas últimas se caracterizan por no acumular colesterol en las paredes de las arterias, sino que se metabolizan en el hígado.
Buenas proteínas
Sin embargo, uno de los nutrientes más interesantes que aporta este producto son las proteínas, que suponen un 10% del total. Las proteínas que aportan los calamares son consideradas de alta calidad biológica porque contienen todos los aminoácidos esenciales. Estos son los que nuestro cuerpo no es capaz de fabricar por sí mismo y que, por tanto, deben incorporarse a través de la alimentación. Pero, además, los calamares contienen minerales y vitaminas entre los que destacan el selenio, el yodo y algunas vitaminas del grupo B.
Este producto tiene un peso de 111 gramos, pero cuando se escurre el líquido de cocción se queda en 72 gramos. Según la tabla de valores nutricionales, este producto supone 150 kilocalorías por cada 100 gramos de peso. Es decir, que una lata escurrida de estos calamares contiene unas 108 kilocalorías en total. De todas formas, al considerarse un buen procesado, lo importante son sus beneficios y no su valor energético.
En resumen, se trata de un producto que no resta beneficios a las cualidades saludables que tienen de manera natural los calamares. Además, supone una opción fácil de cocinar que reduce el tiempo que empleamos en la cocina y también es barato. Cada una de estas latas sólo cuesta 1,60 euros.