La hostia que comen los feligreses en la misa cristiana es pan ácimo, es decir, que no lleva levadura. Agua y harina de trigo son los únicos ingredientes para elaborar una masa que se cuece en unas máquinas especialmente diseñadas para este fin y que después se parte para obtener la forma redondeada.
En algunos casos este trabajo se lleva a cabo en conventos, pero también hay empresas que se dedican a suministrarlas y que incluso las venden por internet. Además, existen diferentes tamaños, mezclas de harinas y hasta diseños variados con elementos como corderos y cruces.
Aunque no es exclusiva de la Iglesia Católica, la idea que tenemos de hostia está bastante vinculada a ella, ya que algunos protestantes no utilizan el pan ácimo. Además, rechazan la idea católica de la transustanciación, que defiende que mediante la consagración la oblea se convierte en la carne de Cristo.
No sabemos si esto es un motivo suficientes para que vegetarianos y veganos rechacen la comunión, pero quienes sí tienen un problema con la oblea son los celiacos y las personas que sufren sensibilidad al gluten no celíaca y puede ser bastante serio a pesar de que en apariencia comer una pequeña oblea los domingos nos pueda parecer insignificante.
Los problemas con el gluten
De hecho, en un estudio internacional publicado en 2015 en United European Gastroenterology Journal, los investigadores citaban expresamente las obleas de la comunión como uno de los factores que podían explicar que algunos pacientes celiacos tengan problemas serios a pesar de que en teoría siguen una rigurosa dieta sin gluten.
Al hilo de este problema en 2017 saltó la polémica cuando el Vaticano publicó un texto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Con el título de Carta circular a los Obispos sobre el pan y el vino para la Eucaristía, advertía de que “hostias sin nada de gluten son materia inválida” para hacer la comunión.
A esto añadía que debían tener "la mínima cantidad de gluten necesaria para obtener la panificación sin añadir sustancias extrañas ni recurrir a procedimientos que desnaturalicen el pan". Además, informaba de que “dicha Congregación ha decidido que la eucarística preparada con organismos genéticamente modificados puede ser considerada materia válida", por si esta tecnología aportaba alguna solución.
Jesucristo no murió para esto
Los titulares decían que el Vaticano estaba contra las hostias sin gluten y a favor de los transgénicos, así que, como no podía ser de otra manera, se montó un revuelo tremendo en las redes sociales: "Jesucristo no murió para que ahora hagan hostias sin gluten", comentaba un tuitero.
Al final se aclaró que sí existen obleas aptas para celiacos que además cumplen con los requisitos que establece el Vaticano. La Asociación de Celiacos y Sensibles al Gluten comenzó a importarlas hace años de Alemania, donde las hacían de almidón de trigo y un contenido tan bajo en gluten que, al parecer, no daba problemas.
Antes: o gluten o alcohol
Antes de llegar a esa solución ya había saltado a los medios de comunicación algún caso polémico, como el de un niño celiaco de Huesca al que en 2008 no le permitían comulgar con una hostia sin gluten. La solución que proponían los padres, una hostia de maíz, no era aceptada por la Diócesis y la solución que proponía la Diócesis, que comulgase con vino, no era aceptada por los padres, ya que no querían que el menor bebiese alcohol. La hostia alemana solucionó el conflicto.