El tomate frito del supermercado ni siquiera es tomate frito. Como lo leen. Tal y como contamos en este artículo de EL ESPAÑOL, este producto que se elabora de forma industrial no se somete a un proceso de fritura. Se pela, se trocea y se va cociendo poco a poco a una temperatura más baja que la que podría sufrir si fuese frito. Después, se mezcla con aceite.
Fundamentalmente, los ingredientes que lleva este producto que podemos encontrar en todos los supermercados del país son tomate, aceite (mejor si fuese aceite de oliva virgen extra), almidón modificado y azúcar. Este último ingrediente tiene una misión tecnológica más que alimentaria. En el caso del tomate frito del súper, se utiliza principalmente con el objetivo de darle volumen y textura, llegando a alargar bastante la vida útil de un producto que, de otra forma, perecería mucho antes.
Aun así, conviene fijarse muy bien en la etiqueta para saber la cantidad de azúcar que podemos encontrar. Es cierto que la ley no obliga a los fabricantes a diferenciar exactamente qué cantidad de un producto es azúcar añadido y cuánto es natural, pero sí debemos tener en cuenta que si el azúcar aparece en las primeras posiciones en la lista de ingredientes, probablemente sobrepasará el límite recomendado por la OMS (25 gramos al día).
[Más información: El tomate frito del 'súper' no existe: radiografía de la salsa más vendida de España]
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