A comienzos del siglo XX, los pescadores peruanos popularizaron una expresión: la "corriente del Niño", una llegada de aguas cálidas a sus costas que tendía a coincidir con el verano austral y la Navidad, de ahí su nombre. Cuando las ciencias del clima empezaron a estudiar el fenómeno, descubrieron que se trataba de un fenómeno cíclico. El calentamiento anómalo del Pacífico Ecuatorial podía verse seguido meses después por un enfriamiento igualmente arbitrario de las aguas. En ambos casos, las consecuencias eran globales. Así se bautizó, por extensión, a 'La Niña'.
La fase de 'El Niño' se ha dado por terminada en las últimas semanas, tras impulsar once meses de temperaturas de récord en todo el planeta. Aunque en estos momentos nos encontremos en situación neutral de ENSO (las siglas de 'Niño-Oscilación del Sur' en inglés), la energía acumulada en el planeta todavía nos deparará un verano de calor extremo en 2024. ¿Y después? Desde hace un tiempo, estamentos como la oficina meteorológica de Japón llevan elevando la probabilidad de una 'Niña'. Ahora nos llega la primera confirmación oficial: el fenómeno ha comenzado.
El aviso proviene de la Oficina Meteorológica de Australia, que ha activado el protocolo de alerta por La Niña ('La Niña Watch') tras advertir que el fenómeno ya ha rebasado el 50% de probabilidades de producirse en los próximos meses. "La temperatura de la superficie marina en el Pacífico Central se ha ido enfriando desde diciembre de 2023", confirmaba la entidad en un comunicado. Sus modelos de predicción, no obstante, auguran que el ENSO permanecerá neutral "hasta al menos julio de 2024".
"En los últimos meses se han sumado varios factores que han afectado tanto a España como al resto del planeta", explica a EL ESPAÑOL Samuel Biener, climatólogo de Meteored. Algunos de estos factores son circunstanciales, como la erupción del volcán Hunga Tonga o la regulación de los niveles de azufre en el combustible de los barcos, que ahora son más sostenibles pero ya no escudan las aguas marinas de la radiación solar generando nubes opacas. En cambio, el Niño es un fenómeno cíclico, precisa, que vive sus últimos días antes del cambio de tendencia.
"Seguramente a partir de agosto o septiembre ya estaremos plenamente en una situación de Niña", confirma Biener. Las consecuencias, como en el caso de El Niño, afectarán principalmente a los continentes bañados por el Pacífico, de ahí la preocupación de las agencias de EEUU, Latinoamérica, Asia y Oceanía. En estas dos últimas regiones, una fase de La Niña se suele relacionar con mayores precipitaciones de tipo torrencial. En Norteamérica, en cambio, suele provocar estaciones más secas y temporadas de huracanes más intensas.
¿Y en España? La situación es de "gran incertidumbre", admite el climatólogo, porque los efectos del ENSO en nuestra región son motivo de debate entre los propios expertos. La relación entre la temperatura del Pacífico Central y los fenómenos meteorológicos extremos son mucho menos evidentes que en la zona del mundo bañada directamente por las aguas. Sin embargo, el clima mundial no deja de estar interconectado: la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) avisó de que 'El Niño' de este año podría traducirse en meses más lluviosos en nuestro país, y así ha sido.
La herramienta con la que 'La Niña' puede afectar a España es la corriente en chorro, que recorre el hemisferio norte y viene sufriendo una ondulación debido al calentamiento global que favorece los extremos anómalos. En la fase cálida de 'El Niño', confirma Biener, esto se ha traducido en los descensos de aire frío y húmedo que han brindado las borrascas de los últimos meses, ya que los anticiclones en el norte de Europa impedían el transcurso por su altitud habitual del chorro polar.
Sin embargo, con 'La Niña', la corriente en chorro seguirían meandrizada, pero ascendería de nuevo hacia el norte. Eso nos dejaría con una meteorología extrema más parecida a la de la primavera, verano y otoño de 2023: las ondulaciones permitirían el efecto contrario, que masas de aire cálido ascendieran desde el sur, provocando tanto episodios de calor extremo como recargando la temperatura ya de por sí alta del agua del Atlántico y el Mediterráneo. Eso a su vez se traduce en fenómenos de alto impacto como la DANA de septiembre de 2023.
Un respiro para la temperatura global
El paso a una fase de 'La Niña' podría indicar que la fase de calentamiento global de récord que hemos experimentado en los últimos meses ha sido transitoria. En palabras de Biener, se ha podido tratar de "un escalón brusco" que nos ha llevado a superar las previsiones climáticas más pesimistas e incumplir la meta de contener el calentamiento a 1,5ºC por encima del periodo preindustrial mucho antes de lo esperado. "Lo normal sería pensar que tendería a descender para volver al ritmo de calentamiento que habíamos observado hasta ahora".
Sin embargo, hay que subrayar que la previsión 'optimista' es la de volver al escenario de calentamiento original, en el que las temperaturas siguen aumentado si bien de manera menos abrupta. "La tendencia que comprobamos en los últimos años es que los veranos se alargan más y son más cálidos. Hablamos de temperaturas extremas que son más frecuentes, se extienden más en el tiempo, y nos hacen perder cada vez más confort climático".