Mucho se ha investigado, publicado y debatido en los medios sobre el cambio climático. Ese bombardeo de información puede llevar a que a veces resulte difícil separar los hechos de la ficción.
Existen una serie de afirmaciones en el imaginario popular que, de tanto repetirse, terminan por asumirse veraces sin que exista evidencia al respecto. Así, hay algunas creencias asociadas sobre el mayor o menor compromiso ante el cambio climático de determinados grupos que no siempre están apoyadas por las cifras.
Para averiguar si esas ideas se sostienen con datos, desde el Grupo COSOYPA de la Universidad de Santiago de Compostela, en colaboración con el ISCTE - Instituto Universitário de Lisboa, hemos analizado esta cuestión.
Hemos aprovechado que la ronda 8 de la Encuesta Social Europea (ESS), recopilada en 2016 y publicada en 2018, incluye un módulo titulado Actitudes sobre el cambio climático. A partir de él, hemos estudiado dos afirmaciones que acostumbramos asumir como verídicas: ¿Son realmente los europeos del norte y los mileniales los más comprometidos con la respuesta ante el cambio climático?
¿Es más ecologista el norte de Europa?
En Europa, existe un argumento recurrente que alimenta la creencia de que los ciudadanos del norte son más ecologistas. Esta afirmación no aparece espontáneamente. Se construye a través de los medios que comparten resultados de informes, como por ejemplo el del EPI (Environmental Performance Index). Esta clasificación identifica qué países son los más ecológicos, basándose en 32 indicadores de desempeño en 11 categorías sobre salud ambiental y vitalidad de los ecosistemas.
Según este índice, países del norte de Europa como Finlandia, Islandia, Suecia y Dinamarca se ubican en la parte superior del gráfico ecológico. Sin embargo, no siempre esos indicadores coinciden con las actitudes y opiniones de las personas que habitan esos países. Pueden llevar a asumir que los ciudadanos del norte son más respetuosos con el medio ambiente que los del sur, cuando lo que significa es que esos países tienen una serie de indicadores más favorables.
¿Están los jóvenes más concienciados?
Otra creencia ampliamente extendida en torno al proambientalismo de determinados grupos es la que se hace teniendo en cuenta la cohorte generacional.
En España, según un informe elaborado por la consultora Deloitte, los mileniales son mucho más críticos y exigentes que sus padres. Defienden valores como la transparencia, la sostenibilidad, la participación, la colaboración y el compromiso social.
Según un estudio del MIT AgeLab, la mayoría de los mileniales creen que están más preocupados que las generaciones anteriores por proteger el medio ambiente.
Nuestros resultados desmienten ambas ideas
Los datos de la Encuesta Social Europea que empleamos en nuestro análisis desafían ambas suposiciones. Lo que hemos encontrado es que cuando se pregunta directamente a la población sobre actitudes concretas, los resultados chocan con el imaginario popular. Ni los europeos del norte ni los mileniales están más comprometidos que los habitantes del sur o que la generación anterior.
En términos generales, los ciudadanos del sur tienen actitudes más proambientales y están dispuestos a tomar acciones más directas, como por ejemplo realizar inversiones que reduzcan el uso de energía. También están más dispuestos a aceptar leyes que prohíban la venta de electrodomésticos de menor eficiencia energética. Mientras tanto, los ciudadanos del norte prefieren subsidios e impuestos en lugar de medidas punitivas como prohibiciones legales.
Nuestro estudio mostró, además, que los mileniales obtuvieron calificaciones significativamente más bajas en las categorías de actitudes proambientales y responsabilidad personal, y están menos dispuestos a aceptar medidas punitivas. Este resultado coincide con estudios recientes que muestran que, si bien los mileniales son conscientes de una serie de valores, entre los que se encuentran la sostenibilidad y el compromiso social, también se han criado en una cultura individualista que pone más el foco en uno mismo y menos en el grupo.
Así, los datos de la ESS muestran una disminución en la preocupación por el medio ambiente entre los más jóvenes en comparación con la generación anterior.
Intenciones vs. acciones
De todos modos, aunque estos resultados muestran que los europeos del sur y la generación X parecen otorgar gran importancia al ambientalismo e incluso exigen más medidas para reducir su impacto ambiental, el comportamiento real de estos grupos está muy rezagado. En otras palabras, existe una brecha de intención-comportamiento.
Sería interesante averiguar si existen otros procesos psicológicos detrás de estos resultados, como una metapercepción que lleva a los europeos del sur y a la generación X a inflar sus respuestas en la encuesta para superar un estereotipo interiorizado de que están menos comprometidos con el medio ambiente que los europeos del norte y los jóvenes.
Otra posible explicación para estos resultados podría ser que los encuestados realizaron comparaciones sociales con los estándares en sus propios países cuando dieron sus respuestas, partiendo de esa creencia social compartida de que actuar de manera ambiental es un comportamiento más establecido en los países del norte. Para los encuestados del norte de Europa, este estándar podría hacerles sentir que tienen una mayor responsabilidad en su comportamiento y, como consecuencia, afectar a sus respuestas en la encuesta.
Por otro lado, dado que la adopción de medidas ambientales es todavía un concepto algo nuevo en los países del sur de Europa, la percepción subjetiva de las intenciones de los participantes del sur podría explicar sus altas puntuaciones en algunas variables. Compararse con los estándares del resto de la población puede haber hecho que los encuestados pensaran que son más proambientalistas en comparación con sus compatriotas, lo que podría explicar esas altas puntuaciones obtenidas en la ESS.
Este trabajo pone de manifiesto que no siempre las creencias sobre determinados grupos se ajustan realmente a la realidad, en este caso, en cuestiones relacionadas con el cambio climático.
Sin embargo, estos resultados deben hacernos pensar también en cuánto trabajo queda por hacer para comprender por qué esa preocupación por el cambio climático y la actitud favorable hacia políticas que buscan su mitigación todavía no se reflejan en comportamientos claros. Este sin duda es un desafío para la protección del medio ambiente y el éxito de las políticas que promueven las tecnologías de energía renovable y el consumo sostenible.
Como decía Clint Eastwood, quizá no se trate solo de dejar un mejor planeta para nuestros hijos, sino también unos mejores hijos para nuestro planeta.
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
*Cristina Gómez-Román, autora y doctora en Psicología Social en la Universidade de Santiago de Compostela.