La enfermedad Covid-19 provocada por el nuevo coronavirus se ha propagado con gran rapidez por el planeta, con más de 780.000 casos confirmados. Para frenar la expansión de esta pandemia se están aplicando en todo el mundo medidas estrictas, cerrando ciudades e incluso países enteros.
Este cese de la actividad se ha visto reflejado en una reducción significativa de las concentraciones de los contaminantes, sobre todo en grandes ciudades. Coincidiendo con la adopción de medidas de cuarentena, el satélite europeo Sentinel-5P del programa Copernicus ha cartografiado recientemente la polución en Europa y China, confirmando una importante disminución del dióxido de nitrógeno (NO2), uno de las principales sustancias nocivas que emiten los vehículos y la industria.
Los ecologistas repiten estos días que esta situación excepcional pueden servir de aprendizaje para reducir las miles de muertes que la mala calidad del aire provoca cada año.
"Es evidente que bastan unos días sin tráfico para despejar la atmósfera. De una situación tan difícil como la que estamos viviendo deberíamos extraer una lección: no deberíamos vacilar a la hora de tomar medidas contundentes siempre que se ponga en riesgo la salud de las personas", destacó hace unos días Adrián Fernández, responsable de la campaña de Movilidad de Greenpeace.
Científicos del Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos (KNMI) han utilizado datos de Sentinel-5P para monitorizar tanto el estado del tiempo como la contaminación en Europa. De esta forma se ha confirmado una fuerte reducción en las concentraciones de NO2, producido principalmente por vehículos diésel, sobre ciudades europeas como Madrid, Barcelona, Milán y París.
Las imágenes por satélite muestran las concentraciones de dióxido de nitrógeno entre el 14 y el 25 de marzo de 2020 en comparación con la concentración media mensual de 2019. Henk Eskes, del KNMI, explica por qué eligieron esas fechas: "Las concentraciones de este contaminante varían de un día a otro por los cambios meteorológicos. No es posible extraer conclusiones basándose únicamente en los datos de un día. La química de nuestra atmósfera no es lineal".
"Así –añade–, la caída porcentual de las concentraciones puede diferir ligeramente de la caída en las emisiones. Los modelos de química atmosférica, que observan los cambios diarios en el tiempo meteorológico, deben combinarse con técnicas de modelización inversa para cuantificar las emisiones a partir de observaciones por satélite. Al combinar datos de un periodo específico, de diez días en este caso, la variabilidad meteorológica se promedia parcialmente y podemos empezar a ver el impacto de los cambios debidos a la actividad humana".
El equipo del KNMI, en colaboración con científicos de todo el mundo, ha empezado a trabajar en un análisis más detallado empleando datos terrestres, datos atmosféricos y modelización inversa para interpretar las concentraciones observadas y poder calcular mejor la influencia de las medidas de confinamiento.
Nuevas estimaciones en marcha
"Para obtener estimaciones cuantitativas de los cambios en las emisiones debidos al transporte y la industria, tenemos que combinar los datos del instrumento Tropomi del satélite Sentinel-5P de Copernicus con modelos de química atmosférica", explica Henk, "unos estudios que ya han comenzado, pero que aún van a tardar en completarse".
También se están observando con atención otros países del norte de Europa, como los Países Bajos y el Reino Unido, pero los científicos han detectado una mayor variabilidad debida a sus condiciones meteorológicas inestables, un factor que también hay que tener en cuenta. Nuevas mediciones tomadas este mes ayudarán a evaluar los cambios en el dióxido de nitrógeno sobre el noroeste del continente.