Este viernes se cumple una semana desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciara la declaración del estado de alarma en todo el territorio para frenar la propagación del coronavirus. Con la limitación de la libertad de circulación de los ciudadanos y el cierre de industrias y comercios que impone esta situación excepcional, se ha registrado una caída del tráfico y, en consecuencia, el desplome de la contaminación del aire en las ciudades más pobladas del país, Madrid y Barcelona, según un análisis de Greenpeace.
La organización ecologista señala que en estas dos localidades se ha reducido cerca del 60% la circulación de vehículos, principal fuente de emisiones en España, lo que ha provocado el derrumbe de los niveles de contaminación: los valores medios de dióxido de nitrógeno (NO2), producido principalmente por vehículos diésel, apenas han alcanzado esta semana el 40% del límite fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Europea (UE) para proteger de la salud humana.
El dióxido de nitrógeno interviene en diversas reacciones químicas que tienen lugar en la atmósfera, dando lugar tanto a la producción de ozono troposférico como de partículas en suspensión menores de 2,5 micras (PM2,5), las más dañinas para la salud.
Como ya alertaron los científicos, el aire contaminado causa daños pulmonares y cardíacos y es responsable de al menos ocho millones de muertes tempranas al año. Esto significa que las infecciones respiratorias, como el coronavirus, pueden tener un impacto más grave sobre los habitantes de ciudades y aquellos expuestos a humos tóxicos, según concluyen los expertos. "Al reducir los niveles de contaminación del aire, podemos ayudar a los más vulnerables a luchar contra esta y cualquier posible pandemia futura", apunta Sara De Matteis, miembro del comité de salud ambiental de la Sociedad Respiratoria Europea.
Desde Greenpeace señalan que esta situación excepcional que atraviesa el mundo por la crisis del Covid-19, que ya suma más de 227.000 casos positivos y 9.280 muertos, pueden servir de aprendizaje para reducir las miles de muertes que la mala calidad del aire provoca cada año.
"Es evidente que bastan unos días sin tráfico para despejar la atmósfera. De una situación tan difícil como la que estamos viviendo deberíamos extraer una lección: no deberíamos vacilar a la hora de tomar medidas contundentes siempre que se ponga en riesgo la salud de las personas", destaca Adrián Fernández, responsable de la campaña de Movilidad de la organización conservacionista.
Desde que el pasado martes 10 de marzo comenzaron a implantarse las primeras medidas de contención, como el teletrabajo o la suspensión de clases, los niveles de NO2 en Madrid no han dejado de bajar día tras día. La reducción se agudizó a partir de la aplicación del estado de alarma el sábado 14, medida que limitaba drásticamente el uso del vehículo particular.
Desde entonces la media de la red apenas llega al 40% del límite legal de 40 mcg/m3, un umbral que Madrid ha incumplido cada año desde que en 2010 entrase en vigor la normativa europea. No obstante, en la capital se registraron los niveles más bajos de dióxido de nitrógeno de la década este 2019, el primer año completo que ha estado en funcionamiento Madrid Central, según un análisis de Ecologistas en Acción presentado el pasado enero.
En Barcelona la contaminación ha bajado de forma muy similar. Desde la activación de la alerta, los niveles de NO2 se han desplomado cumpliendo con creces el valor límite, que en 2019, por ejemplo, se incumplió en las estaciones más cercanas a lugares de elevado tránsito, como Eixample o Gràcia-Sant Gervasi.
"Estos registros confirman que el automóvil es el principal contaminante en las ciudades españolas. La bajada sin precedentes del tráfico por carretera ha permitido reducir la contaminación en cuestión de horas, a pesar de que otras fuentes como las calefacciones de los hogares y el transporte público han seguido funcionando. Un descenso ayudado por la meteorología del pasado lunes, que ha permitido eliminar la 'boina' casi perenne que cubre ambas ciudades", ha añadido Fernández.
Medidas para el futuro
Este descenso de la contaminación no es una sorpresa a la vista de lo sucedido en China hace dos meses, señalan desde Greenpeace. En el país donde comenzó el brote de coronavirus, las emisiones de NO2 experimentaron una caída sin precedentes a raíz de las restricciones de tráfico, un efecto que primero fue visible en Wuhan, epicentro del Covid-19, pero que después se extendió a todo el país asiático. Este escenario se ha repetido en Italia, la nación más afectada de Europa, tras la aplicación de estrictas medidas de confinamiento.
Aunque ahora la prioridad indiscutible es la lucha contra la pandemia, los ecologistas animan a las administraciones a que, tras el estado de alerta, analicen las consecuencias de unas circunstancias excepcionales, como es la mejora de la calidad del aire. De esta forma, podrán tomarse las medidas necesarias para garantizar que no se vuelvan a incumplir los niveles máximos de contaminación fijados por la OMS una vez superada la crisis.
El pasado febrero, Greenpeace estimó que 4,5 millones de personas fallecían cada año por la contaminación del carbón, el petróleo y el gas en todo el mundo y denunció que las sustancias procedentes de la quema de combustibles fósiles (micropartículas, óxidos de azufre y de nitrógeno) suponen unos costes sanitarios de 21.751 millones de euros solo en España, equivalente al 1,68% de nuestro PIB.
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